Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

Esta religiosa de 45 años habla de su vocación y su aportación a la Iglesia de hoy

Sonia, la feliz ermitaña que lleva 10 años en la montaña y a quien «Filomena» le hundió su ermita

Sonia Sapena, ermitaña en el Priorat
La religiosa Sonia Sapena lleva ya diez años como eremita en la comarca tarraconense del Priorat

Javier Lozano / ReL

La vocación de ermitaño recuerda para muchos la vida de Juan el Bautista y de algunos grandes santos de los primeros siglos del cristianismo, es decir, como algo bello pero pasado. Sin embargo, la realidad es que todavía hoy existen personas, hombres y mujeres, que optan por la vida eremítica. No son muchos, pero cada vez más se van uniendo a esta vida de oración, contemplación y silencio.

Una de ellas es la hermana Sonia Sapena, que desde hace 10 años es ermitaña en la comarca tarraconense del Priorat, siendo una de las diez personas que han optado por este tipo de vida en Cataluña.

Esta valenciana de 45 años decidió hace unos años retirarse a lo alto de una montaña para vivir en soledad y en oración en la ermita de la Virgen de la Consolación. Iba a ser algo temporal, pero esta religiosa ya lleva más de una década con una vida en la que se siente plena.

Durante estos días, Sonia Sapena ha sido noticia en distintos medios de comunicación de Cataluña debido a que el temporal Filomena que dejó nevadas históricas en España durante el mes de enero destrozó su ermita. El tejado se vino abajo debido a la cantidad de nieve acumulada.

Pero como dice el refrán popular, “no hay mal que por bien no venga”, y este suceso en la ermita donde vivía Sapena ha permitido que miles de personas conozcan la vida eremítica y el testimonio de esta mujer entregada completamente a Dios.

Ermita de la Virgen de la Consolación tras el paso del temporal Filomena

Así quedó la ermita de la Virgen de la Consolación donde es ermitaña Sonia tras el paso del temporal Filomena

"Durante la madrugada oí: 'Pum, pum!' Y cuando llegué lo que pasaba es que no había nieve porque no había tejado", explica sonriente Sonia Sapena a TV3. Y señala que "ahora puedo reír, pero en ese momento dije: ‘¿Esto es verdad?’ Esto es una bomba. ¿Cómo será el día de mañana? No lo sé. Él dirá".

Sonia vive sin agua corriente ni potable. Y se ayuda únicamente con un pequeño hilo de luz que le dan unas baterías conectadas a una placa solar. Pero esta vida tan dura le compensa por el amor que siente de Dios. “Cuando uno está enamorado hace lo que sea, ¿no? Es verdad que tienes unas condiciones físicas y psicológicas duras. Sin Dios, esto no tiene sentido”, explica a la televisión pública catalana.

Esta eremita curiosamente pasó años sin pisar una iglesia. Ahora su vida es la Iglesia. Sonia creció en colegios católicos y vinculada a los scouts realizando numerosas obras sociales. Pero no pasaba de ahí.

Sin embargo, su vida dio un giro durante una convivencia con niños de un orfanato a la que le invitaron las religiosas de las Madres Desamparados y San José de la Montaña: “En la cara de una niña vi a Jesús y empezaron a surgirme las oraciones que me enseñaron de pequeña”.

Sonia Sapena, ermitaña en el Priorat

Sonia Sapena es ermitaña en el Priorat, zona que históricamente ha albergado una viva vida eremítica

Esta experiencia la llevó a un discernimiento vocacional y a sus 19 años ingresó como novicia con estas religiosas. Y recordaba aquella experiencia: “no se puede explicar. Se debe experimentar. Yo vi que en los ojos de una niña estaba Dios que me llamaba".

Años después y ya como religiosa Sonia sintió “una llamada dentro de la llamada". Ella lo explica así: “Dios me llamaba a una vida más intensa de oración, a abandonarme más a Él”. Finalmente, su congregación le dio permiso para realizar una experiencia eremítica en la Archidiócesis de Tarragona, donde hay una vida eremítica viva y está regulada.

Por otro lado, esta religiosa habla más en profundidad de una vocación tan específica con la que suele darse cierta confusión. Esta mujer recuerda que “el eremita no se retira porque se aísla del mundo social –en ese caso nos volveríamos locos- sino porque el Espíritu le lleva al desierto para en ese lugar ofrecerse por todos, por toda la Iglesia”.

"Ya tenemos mucho lugares de ocio para la sociedad, para hacer otras actividades. Es verdad que la vida contemplativa, la vida que llevamos... es normal que la gente de hoy no lo entienda. Pero en verdad no buscamos el entendimiento, porque hay veces que ni una no entiende", reconoce Sonia.

Su misión por la Iglesia universal

El día a día de Sonia está marcado por las horas del oficio divino, el estudio, la lectio divina y tres horas diarias de Adoración al Santísimo. Para explicar su misión se apoya en el Cristo que tiene en su capilla: “Parece que Jesús no hace nada y sin embargo está dando la vida. El contemplativo sirve a la Iglesia con la oración”.

La vida eremítica te da la posibilidad de ser Iglesia en una dimensión de comunión, estás para todos y a la vez te sientes de ellos”, señala, añadiendo además que “en este mundo que parece ausentarse de Dios, Dios está llamando a gente a retirarse por Él, para que de ahí salga la fuerza de la misión”.

Además, en su vida el “ora et labora” es también fundamental pues realiza velas, figuras y belenes con cera y pequeñas restauraciones con los que conseguir el sustento para vivir.

Hablando de su vida cotidiana, Sonia reconoce que la soledad en la que vive también entraña algún riesgo. Por eso tiene un teléfono móvil, únicamente para su seguridad, porque alguna vez ha tenido que llamar a los Mossos o la Guardia Civil porque corría peligro.

Sonia Sapena, en la basílica del Sagrado Corazón de Valencia

Sonia Sapena, recientemente en la basílica del Sagrado Corazón de Valencia

El teléfono también le sirve para comunicarse con las otras mujeres eremitas que viven por la zona. De vez en cuando, hablan y se ayudan entre ellas. "Tengo la suerte que ellas son más mayores, y tienen una experiencia amplísima. Yo estoy aprendiendo. Y comunicarme con ellas que ya han pasado por aquí a mí me aporta mucho.", Explica agradecida.

"La vida contemplativa es muy fuerte en la vida femenina. Hay una dimensión contemplativa de la mujer que puede aportar mucho a la iglesia”, agrega.

Y por último, Sonia se deja guiar por la providencia para el futuro: "Si Dios lo quiere, seguiré aquí. Y si Dios no lo permite, pues estaré en otro lugar, no lo sé”.

El Arzobispado de Tarragona ya ha iniciado una campaña para recoger donativos para reconstruir la ermita de Sonia. Puede ayudar AQUÍ.

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