Religión en Libertad

Una entrevista de Julio Borges Junyent

Grégor Puppinck: la lucha por los «nuevos derechos» implica una «redefinición» del ser humano

El análisis de un gran defensor de la familia y la vida frente al globalismo.

Grégor Puppinck, durante su intervención en la VI Cumbre Transatlántica de la Political Network for Values, que se celebró el 1 y 2 de diciembre de 2024 en el Senado español.

Grégor Puppinck, durante su intervención en la VI Cumbre Transatlántica de la Political Network for Values, que se celebró el 1 y 2 de diciembre de 2024 en el Senado español.

Julio Borges Junyent
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Continuando nuestras entrevistas con grandes exponentes del pensamiento contemporáneo, tengo el honor de presentarles hoy nuestra conversación con el gran intelectual y filosofo del derecho Grégor Puppinck.

Grégor Puppinck es uno de los juristas más influyentes en el campo de los derechos humanos y una de las voces más firmes en la defensa de la dignidad humana, el derecho natural y la libertad religiosa en el ámbito internacional. Doctor en Derecho y especialista en filosofía del derecho, Puppinck dirige desde 2008 el Centro Europeo para el Derecho y la Justicia (ECLJ), con sede en Estrasburgo. El ECLJ es una organización que actúa ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y otros organismos internacionales para la defensa de la vida, la familia y la libertad de conciencia.

A lo largo de su trayectoria ha participado en numerosos casos emblemáticos, especialmente en el terreno del aborto, la eutanasia, la objeción de conciencia y la protección de la identidad cristiana de Europa. Es asesor de diversas instituciones de derechos humanos, así como académicas y jurídicas. De 2003 a 2008 fue profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Haute-Alsace.

Entre sus obras más destacadas en español publicadas por Ediciones Encuentro, podemos conseguir Objeción de conciencia y los derechos humanos (2024) y Mi deseo es la ley (2020), ambas en Ediciones Encuentro. En el año 2015 publicó La familia, los derechos del hombre y la vida eterna (2015), recibiendo el Premio Humanisme Chrétien en 2016. Fue nombrado Cavaliere della Repubblica por el gobierno italiano en agradecimiento por sus servicios en el caso Lautsi contra Italia, el cual versó sobre una demanda para retirar los crucifijos en escuelas públicas italianas. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos finalmente falló a favor de Italia, diciendo que el crucifijo no viola la libertad religiosa.

Puppinck es un ser humano sencillo y abierto, pero es un intelectual profundo y claro. Su pensamiento se distingue por el calado intelectual de sus argumentos y explicaciones, pero al mismo tiempo por la luminosidad argumentativa. Con serenidad y firmeza, Gregor Puppinck se ha convertido en un referente ineludible para quienes luchan por rearmar espiritualmente y jurídicamente a Occidente en defensa de sus raíces cristianas. Puppinck es un pensador comprometido con una visión integral del ser humano y su dignidad verdadera.

ReL

-Profesor, gracias por esta entrevista. Debo comenzar expresando mi admiración por su libro "Mi deseo es la ley" y por ello quisiera hacer mi primera pregunta sobre los diferentes fundamentos de la dignidad humana. En su libro usted analiza dos concepciones que fueron debatidas con fuerza en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948: una defendida por Jacques Maritain que sustenta a la persona como ser creado con una dignidad intrínseca, y una segunda visión de dignidad humana, defendida por Julian Huxley, que progresa como consecuencia de la evolución del animal humano en el tiempo. ¿Cómo han influido estas diferentes perspectivas en la comprensión actual de los derechos humanos en el mundo de hoy?

-Expliquemos primero el contexto. Diría que, antes de escribir Mi deseo es la ley, había estado estudiando lo que podríamos llamar “el deseo de controlar la vida”, un movimiento histórico y filosófico basado en el materialismo. Este movimiento comenzó en el siglo XVIII, pero cobró una fuerza significativa hacia finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX.

»Fue mientras analizaba la ideología eugenésica -la que promueve la eutanasia, la eugenesia, el control de la natalidad, etc.- que me encontré con la figura de Julian Huxley. Inicialmente, estudié a su abuelo, Thomas Henry Huxley, quien en Londres, comenzó el enfoque filosófico hacia el darwinismo. A partir de ahí, tracé el desarrollo de esta corriente de pensamiento, llegando finalmente a Julian Huxley.

»Julian Huxley es uno de los pensadores más explícitos de este enfoque sobre la humanidad. Su interpretación explica la humanidad a través de una tradición materialista, así como con unas bases darwinistas. Esta tradición enfatiza la fuerza de la voluntad y, en última instancia, equipara la dignidad humana con la inteligencia y la fuerza de voluntad.

Grégor Puppinck, 'Mi deseo es la ley'.

Grégor Puppinck, 'Mi deseo es la ley'.Encuentro

»Julian Huxley trabajó sobre los fundamentos de los derechos humanos al mismo tiempo que Jacques Maritain, después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, si miramos hacia atrás, ya podemos rastrear la oposición entre estas dos perspectivas en las décadas de 1920 y 1930: el enfoque materialista frente al enfoque personalista de los derechos humanos. Oponer a Maritain con Huxley tiene sentido porque ambos fueron muy activos durante y justo después de la Segunda Guerra Mundial, en la conformación de los fundamentos filosóficos de los derechos humanos. Representan dos enfoques opuestos para entender qué significa ser humano, qué significa la dignidad humana, las razones para respetar a los individuos y cuáles son sus derechos.

-Entendiendo estos dos enfoques tan contrastantes, ¿qué implicación tienen para la realidad de carne y hueso de los seres humanos desde lo legal y lo social?

-Mirando a Huxley y Maritain, diría que personifican la oposición clásica entre quienes favorecen la voluntad humana y quienes favorecen la armonía humana. Aquellos que aceptan al ser humano tal como somos -cuerpo y alma- y aquellos que adoptan un enfoque más progresista de la humanidad, lo cual implica una fuerte voluntad de autonomía y cambio.

»Entonces, es esta distinción entre lo que yo llamo la dignité incarnée y la dignité désincarnée [la dignidad encarnada y la dignidad desencarnada]. Creo que esto es muy útil para entender cómo los derechos humanos hoy en día están atrapados en una lucha entre dos enfoques diferentes sobre el entendimiento del ser humano.

»Lo más difícil en el campo de los derechos humanos no es saber cuáles son esos derechos, sino comprender qué significa realmente ser humano. Ese es el verdadero desafío. Así que, si defines a la persona humana, entenderás cuáles son sus derechos.

»Dependiendo de la concepción del ser humano, podrías tener derechos opuestos. Hoy en día, muchas personas están luchando por la definición de los derechos, pero en última instancia, lo que realmente se está impulsando es una redefinición -o definición-implícita de lo que significa ser humano.

-¿Podría explicar esto a través de casos específicos o concretos en los que esta contradicción sobre lo que significa un “ser humano” se hace patente? ¿Cómo influyen las diferentes concepciones del ser humano en la aplicación de los derechos humanos, incluso dentro de instituciones como la Unión Europea o las Naciones Unidas?

-Sí, tenemos muchos ejemplos de derechos o debates sobre derechos que ilustran estos dos enfoques contradictorios.

»Por ejemplo, a nivel de principio legal, de premisa, existe un principio jurídico llamado indisponibilité du corps humain [indisponibilidad del cuerpo humano], que significa que no puedes disponer de tu propio cuerpo. Es un principio de no disponibilidad: no puedes venderlo, no puedes extraer partes de él, no puedes vender tu brazo, por ejemplo. Este es un principio tradicional en el derecho, que afirma que, aunque tu cuerpo te pertenece en el sentido de que tú eres tu cuerpo, sin embargo, no puedes venderlo ni tratarlo como una propiedad.

»Por otro lado, ahora vemos el principio opuesto, le droit à disposer de son corps [el derecho a disponer del propio cuerpo]. Estos dos enfoques están en directa oposición: uno afirma el principio de no disponibilidad, mientras que el otro sostiene el derecho a disponer libremente del propio cuerpo.

»Y son exactamente opuestos. Uno se presenta como un derecho subjetivo (usar tu cuerpo), mientras que el otro es un principio destinado a defender el bien común (no poder disponer de tu cuerpo). Se trata entonces de una confrontación entre el bien común y un derecho individual privado.

»El principio de indisponibilité busca proteger la armonía y la unidad entre el cuerpo, la persona y el alma.

»El otro principio, le droit à disposer de son corps, afirma el derecho a disponer del propio cuerpo, estableciendo esencialmente la superioridad de la voluntad sobre el cuerpo. Esto puede aplicarse a muchos ámbitos. 

»Por ejemplo, actualmente existe una fuerte presión para afirmar que la prostitución es un derecho humano. El argumento a favor sostiene que la posibilidad de prostituirse forma parte de la libertad de disponer del propio cuerpo, un derecho basado en la autonomía personal. Sin embargo, quienes se oponen a la legalización de la prostitución argumentan que esto va en contra del principio de indisponibilité, ya que el cuerpo no puede venderse.

-Es muy elocuente el poder palpar cómo los principios filosóficos no son etéreos, sino que tienen consecuencias de carne y hueso. ¿Qué otros ejemplos puede darnos?

-El mismo razonamiento se aplica a la gestación subrogada y la eutanasia. Los defensores de la eutanasia argumentan: "Tengo poder sobre mi cuerpo; puedo terminar con mi vida si lo deseo". Por otro lado, quienes se oponen sostienen que el principio de indisponibilité impide hacer daño o matar el propio cuerpo. Esto se puede aplicar para el aborto, la eutanasia, la gestación subrogada, la prostitución...

»Esos son los principales ejemplos, pero también se puede aplicar a la prohibición de vender partes del propio cuerpo. Sin embargo, eso no es realmente un nuevo derecho.

»Diría que estos son algunos ejemplos de esta oposición, pero también podemos aplicarla a cuestiones como el transexualismo. El derecho a cambiar de sexo es, en esencia, una afirmación del derecho a disponer del propio cuerpo. Se trata de la misma oposición en juego: la idea de que uno elige lo que es.

-Pensando en la esfera pública, ¿no cree que la tendencia a coartar en la conversación pública debates sobre los valores prepolíticos -como la dignidad humana, la justicia o la fe- perjudica a la democracia? Hoy todo parece reducirse al deseo individual y a lo privado, dejando fuera del espacio público las grandes preguntas sobre el ser humano. ¿Cuál es su visión?

-En mi opinión, tenemos dificultades significativas para definir la relación adecuada entre el individuo y la sociedad. No sabemos cómo establecer o encontrar el equilibrio correcto. Claramente, en los países occidentales, particularmente en Europa, hemos ido demasiado lejos en afirmar la superioridad del individuo sobre la sociedad. Esto se debe a que queremos preservar y proteger al individuo de la sociedad y del gobierno.

Grégor Puppinck, 'Objeción de conciencia y derechos humanos'.

Grégor Puppinck, 'Objeción de conciencia y derechos humanos'.Encuentro

»Valoramos la libertad y la capacidad de los individuos para tomar decisiones sobre sus propias vidas. Pero hemos fracasado en identificar bienes comunes sustantivos que promover. En nuestro sistema de derechos humanos, los bienes comunes no se ven como inherentemente buenos. Por el contrario, se consideran limitaciones a las libertades individuales. 

»El sistema de derechos humanos, que es central para la democracia, es intrínsecamente incapaz de reconocer los bienes comunes como valiosos en sí mismos. Los bienes comunes solo se consideran limitaciones, como la decencia o la moralidad en relación con la libertad de expresión.

»Por ejemplo, el bien común de la moralidad o la decencia interviene en el cálculo del respeto de los derechos humanos solo como una justificación para las limitaciones a la libertad de expresión. Permítame ser un poco más claro. En la redacción de las disposiciones de los derechos humanos, el primer párrafo afirma la libertad de expresión; sin embargo, el segundo párrafo establece que la libertad de expresión puede ser limitada por razones de seguridad nacional, salud pública y moralidad. Estos bienes comunes -seguridad nacional, salud pública y moralidad- solo se ven como limitaciones a la libertad de expresión. Se consideran a priori no como algo inherentemente bueno, sino como algo negativo que, por supuesto, el estado debe justificar al imponer limitaciones.

»Así que este es un aspecto: los bienes comunes se ven a priori como limitaciones en lugar de como bienes en sí mismos. No sabemos cómo promover y defender los bienes comunes por sus propios méritos. En segundo lugar, no sabemos cómo incluir, considerar o reconocer el valor de los bienes comunes inmateriales. En el marco de los derechos humanos, ¿cómo podemos preservar, promover o defender algo como, por ejemplo, la identidad nacional?

»No hay espacio para considerar un bien común como el derecho de una nación a seguir existiendo, porque estamos completamente inmersos en un enfoque individualista. Incluso entre los bienes comunes, los derechos humanos solo reconocen los materiales, como la salud o la seguridad. Los bienes comunes inmateriales, sin embargo, no son reconocidos dentro del marco de los derechos humanos y, por lo tanto, no se consideran razones legítimas para oponerse a la voluntad individual.

»Por eso nunca se podrá, por ejemplo, oponerse o pedir limitaciones a la inmigración con el fin de proteger la identidad nacional. Porque, por un lado, tenemos al individuo, y por otro, no tienes una razón legítima para imponer restricciones.

»Otro problema con los derechos humanos es que están basados en una visión de la libertad que está indefinida y siempre considerada a priori como un bien. Existen varios desafíos dentro del marco de los derechos humanos que rara vez consideramos y que tienen consecuencias reales para nuestras democracias.

-Profundizando en el ámbito político, es notable el debate sobre la crisis de la democracia en la conversación pública. ¿En qué aspectos cree usted que se puede palpar la crisis de la democracia en la actualidad?

-En mi opinión, habiendo trabajado extensamente dentro de organizaciones internacionales -como en Estrasburgo, Ginebra y las Naciones Unidas- veo varias fallas en relación con la democracia.

»En muchos sentidos, el conflicto es el motor de la democracia. Y aunque este es un problema que no puede resolverse completamente, sí tiene consecuencias.

»Lo que veo -y que está directamente relacionado con lo que hemos discutido- es que ha habido, y sigue habiendo, un fuerte deseo por parte de los poderes supranacionales de apropiarse del poder real, dejando a los políticos electos únicamente con decisiones menores.

»Después de la Segunda Guerra Mundial, se establecieron diversas organizaciones internacionales, como el Consejo de Europa, la Declaración Universal de Derechos Humanos y las Naciones Unidas. El desarrollo de estas instituciones ha llevado a una transferencia de poder hacia órganos supranacionales. Inicialmente intergubernamentales, estas instituciones están siendo cada vez más influenciadas por intereses de empresas privadas.

»La crisis de la democracia radica en el hecho de que los funcionarios electos no tienen suficiente poder, o la población no los percibe con el poder suficiente para actuar realmente en favor del interés público. Esto se debe a que tendemos a ver a los políticos ordinarios como individuos cuya legitimidad proviene únicamente de los números, de los votos que reciben, de la base popular, de las masas. Los políticos son considerados legítimos en función del apoyo popular.

»De allí que, en el ideal político actual, los políticos suelen ser vistos como menos legítimos que los expertos. Como resultado, existe una tendencia a creer que la humanidad debe ser protegida de los políticos electos mediante un sistema de gobernanza supranacional basado exclusivamente en la razón.

»El ideal de gobernanza en materia de derechos humanos, por ejemplo, es el de una gobernanza racional. Se argumenta que necesitamos expertos -individuos independientes y no electos- que no dependan de los votos de electores desinformados o sin educación; que necesitamos una especie de élite clerical de expertos ilustrados que tengan la última palabra en las decisiones importantes.

»En este modelo de gobernanza, encontramos -se refleja- la oposición entre el espíritu y el cuerpo, entre la materia y la razón. Un miembro de asamblea, elegido por votantes de zonas rurales, es visto como alguien cuya legitimidad proviene únicamente del apoyo popular. Sin embargo, esto no garantiza que sea una persona inteligente o justa.

»Así que ahora tenemos estos dos niveles de gobernanza. Hemos tendido a creer -aunque espero esto esté cambiando- que necesitamos una gobernanza supranacional -ya sea a nivel europeo, internacional o interamericano- que sea más racional, más libre, más pura, más justa y más espiritual.

-En otras palabras, se trata de una democracia no gobernante, sino de una democracia gobernada por la tecnocracia.

-En efecto. En efecto. Es la tecnocracia. Sí, podemos decir eso. Y esto también es, hasta cierto punto, la oposición entre la tecnocracia, que se supone que es más pura, más independiente de las consideraciones materiales, y los funcionarios electos, que dependen de los números y de consideraciones más básicas.

-Continuando con el debate público de estos temas: ¿ve usted esta batalla cultural como algo que realmente contribuye al debate público para llegar a un enfoque más saludable sobre la verdad y los valores? ¿O la ve más como un síntoma de una sociedad fragmentada, cada vez más incapaz de llegar a acuerdos sobre valores sociales básicos?

-Sí, creo que la batalla cultural es bienvenida. La necesitamos. En Europa, a veces hemos sufrido limitaciones en la libertad de expresión. Así que quizás incluso quisiéramos más batalla cultural, para poder hablar más y estar más comprometidos en la lucha.

»Entonces, sí, necesitamos más, mucha más batalla cultural, para poder difundir ideas. Porque la población está ansiosa por obtener respuestas. Quieren información, quieren argumentos, quieren escuchar verdaderos debates: debates sinceros, con oposición real.

»Creo que ahora estamos en un momento en el que hemos dejado de intentar ser neutrales. La gente, creo, está siendo más clara y directa. Esto es, por supuesto, lo vemos en distintas partes del mundo. Podemos ver que son muy duros y directos en la batalla cultural. Así que sí, creo que no deberíamos tener miedo de la batalla cultural. Es buena y necesaria. Porque, como dije, la gente quiere argumentos, quiere respuestas.

-En el devenir de esa batalla cultural, ¿cree que los derechos humanos están evolucionando para convertirse en algo mucho más importante y crucial para la dignidad humana, o estamos en un proceso donde los derechos humanos se han convertido en un instrumento utilizado para el poder político y las narrativas políticas? ¿Cuál es su opinión sobre el futuro de los derechos humanos?

-Creo que los países occidentales han ido demasiado lejos. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el discurso woke han llevado las cosas demasiado lejos, y al hacerlo, han deconstruido los propios derechos humanos. Por ejemplo, hoy en día, el Tribunal de Estrasburgo ha deconstruido por completo el concepto de la familia.

»Los derechos humanos fueron establecidos después de la Segunda Guerra Mundial, entre otras cosas, para defender a la familia contra el estado. Pero ahora, no hay una definición clara de lo que constituye una familia. Inicialmente, el Tribunal de Estrasburgo definió a la familia como una pareja casada con hijos. Luego permitió la separación de la familia con respecto al matrimonio, por lo que una familia podría ser una pareja con hijos sin estar casados. Más tarde, amplió aún más la definición para incluir a parejas que deseaban tener hijos, incluso si no los tenían. Eventualmente, dijo que la pareja ni siquiera tenía que desear tener hijos. Después, afirmó que la pareja ni siquiera tenía que ser un hombre y una mujer, sino un hombre y una mujer transgénero. Luego, dijo que el matrimonio ya no era necesario, solo que debían vivir juntos. Y finalmente, el Tribunal dijo que ni siquiera tenían que vivir juntos, ni ser un hombre y una mujer, para ser considerados una familia. Podían ser del mismo sexo, no tener hijos, o incluso no ser capaces de tenerlos.

»¿Entonces, qué es exactamente una familia ahora? El papel del Tribunal originalmente era proteger a la familia del estado, pero a través de este enfoque individualista, ha deconstruido completamente lo que se suponía debía proteger. La fuerza del individualismo ha llevado a esta deconstrucción. Hemos ido demasiado lejos.

»Esto no significa que todo el sistema de derechos humanos deba ser abandonado, pero definitivamente hemos llevado los límites demasiado lejos. Ahora, creo que la gente está pasando por alto los derechos humanos. Si bien aún puede haber cierto consenso a nivel internacional, particularmente dentro de la ONU o en otros lugares, el sistema ha perdido gran parte de su fuerza, coherencia y autoridad. Así que creo que estamos al final de un período. No sé qué vendrá después, pero la gente ya no cree en ello tanto como antes.

-Finalmente, me gustaría escuchar su opinión sobre cómo ayudar a los jóvenes (estudiantes en universidades, por ejemplo) a convertirse en agentes de cambio y participantes activos en esta batalla cultural que usted ha mencionado. Por ejemplo, ¿cómo podemos promover la ley natural en las facultades de derecho, universidades, tribunales, parlamentos para revitalizar los derechos humanos y que estén verdaderamente encarnados, como plantea en sus libros?

-Lo primero que debemos priorizar es una educación profunda para los jóvenes. Necesitan desconectarse de internet por un tiempo para poder concentrarse realmente y entender la filosofía del derecho.

»Yo diría que la filosofía del derecho debería ser introducida temprano en el currículo, y no tan tarde como en el cuarto o quinto año de estudios. Los estudiantes necesitan entender por qué el derecho es importante para la sociedad para que comprendan su plena dimensión -sus aspectos éticos y políticos- y no solo su funcionamiento técnico.

»Lo segundo es animar a los jóvenes a ser personas, a ser valientes. Creo que es muy importante formar a los jóvenes para que sean valientes, desarrollando su actitud y carácter.

»En la profesión legal, al menos en Francia, siento que a menudo se nos ha formado para ser neutrales, para ser transparentes, para ser meros técnicos. Pero para la nueva generación, necesitamos personas que sean valientes y fuertes.

»Así que enfatizaría la formación en filosofía y carácter—y sobre todo, al final, creo que esto es, en última instancia, una cuestión de religión.

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