Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

Fierecillas domadas

Cándido Conde-Pumpido.
Cándido Conde-Pumpido era el fiscal general del Estado cuando el Consejo Fiscal que presidía informó sobre la ley del aborto sobre la que ahora se ha pronunciado como presidente del Tribunal Constitucional.

por Enrique García-Máiquez

Opinión

La sentencia del Tribunal Constitucional avala que el aborto -que está sin duda prohibido en el art. 15 de la Constitución, como deduce cualquiera que sepa leer- es un derecho. Ea. A este estado ha llegado el Estado de Derecho. La lógica jurídica se parece a un diálogo de La fierecilla domada entre Petruchio y la doblegada Catalina. La ley dice sumisamente que la noche es día, que un viejo viajero es una grácil damisela y que el sol es oscuro. ¡Y pobrecita de ella -Catalina o la ley- si sugiriese otra cosa! Han domado a la lógica y retorcido la realidad.

La sentencia no sorprende, pero debería asustar. Por dos razones sutiles, más allá del hecho de que el PP en este tema ya no engaña a nadie. No movió ni moverá una pestaña por defender a un feto.

Vamos a aquí con las razones más escondidas del miedo. Como en España ya abortaba quien quería con una facilidad sin trabas, ¿era necesario retorcer el espíritu de la Constitución para reconocer el aborto como derecho de entidad fundamental, casi constitutivo del nuevo Estado? Sí, pero no para facilitar el aborto. Esto es para configurar un nuevo orden. También Petruchio obligaba a Catalina a reconocer lo absurdo como una herramienta de sumisión. Como una doma.

La otra amenaza oculta es la inercia. Al principio, los mismos defensores de aborto decían que era un crimen, pero pedían que se aplicasen eximentes por piedad. Nadie quería esa desgracia: lo decían los mismos que ahora celebran que sea un derecho. Luego pidieron que fuese despenalizado, sin quitarle, recuerden, la condición de crimen. Luego lo sacaron del Código Penal. Más tarde fue un derecho vergonzante. Hoy es un derecho casi fundamental. La evolución pasma. ¿Va a terminar ahora? Imposible: la fuerza de la inercia es brutal y el siguiente paso será hacerlo obligatorio. No para el feto, pues ya lo es. Ninguno pide ser eliminado. Ellos se aferran a la vida desesperadamente.

Pero será obligatorio para los médicos y sanitarios. El reconocimiento de la objeción de conciencia pende de un hilo. Y la inercia seguirá empujando. Se lo loará en las escuelas. E irá a más. ¿Es posible que se fuerce a abortar a alguien? Cuidado, que ya se está hablando de eugenesia y de que la seguridad social no se haga cargo de los niños traídos al mundo a sabiendas de sus minusvalías. La pendiente está ante nuestros ojos. A nuestros pies.

Urge revertir la tendencia. Seamos fierecillas indomables.

Publicado en Diario de Cádiz.

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