Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

Católicos y política: de Joe Biden a Salvador Illa, salvando las diferencias

Salvador Illa.
Según los ranking internacionales, la gestión de la pandemia por Salvador Illa como ministro de Sanidad figura entre las peores del mundo. Dejó el cargo en el momento más delicado de la tercera ola para presentarse como candidato a la presidencia de la Generalitat catalana.

por Josep Miró i Ardèvol

Opinión

El 2 de febrero escribía George Weigel en El desafío de la coherencia eucarística: “Se ha agudizado en Estados Unidos desde la toma de posesión de un hermano católico, Joseph R. Biden Jr., como presidente de los Estados Unidos. Menos de 48 horas después de que el Sr. Biden tomara el juramento presidencial del cargo, la Casa Blanca emitió una declaración celebrando el 48 aniversario de Roe vs Wade, la decisión de la Corte Suprema de 1973 que ordenó sumariamente la liberalización del aborto en Estados Unidos, una de las más radicales del mundo".

Y añadía: "Desde una perspectiva moral católica, Roe v. Wade fue la peor decisión de la Corte Suprema desde Dred Scott vs Sandford en 1857, y por la misma razón. Así como Dred Scott declaró a los negros fuera de la comunidad de protección legal, Roe declaró a seres indiscutiblemente humanos, los no nacidos, más allá de los límites de la protección de la ley. Tanto Dred Scott como Roe violaron así el principio de justicia social católica de la dignidad inalienable de toda vida humana; ambas decisiones se basaron en la afirmación -biológicamente falsa y moralmente insostenible- de que las vidas en cuestión no eran realmente humanas. Es imposible ser un católico coherente y afirmar la degradación de la dignidad humana que suscribe Roe vs Wade".

Los obispos latinoamericanos, en su Documento de Aparecida de 2007, insistieron en la "coherencia eucarística" en sus comunidades católicas. En este texto tuvo un papel decisivo quien hoy es el Papa Francisco, entonces arzobispo de Buenos Aires. Y según aquellos obispos, la coherencia eucarística de la Iglesia requería que la comunión no se distribuyese a aquellos católicos en la política y la práctica médica que estaban facilitando o participando en graves males morales como el aborto y la eutanasia.

Weigel precisaba: y los católicos incoherentes que reciben la santa comunión hacen que la Iglesia sea eucarísticamente incoherente y, por lo tanto, evangélicamente disminuida.

Joe Biden muestra su religiosidad católica sin problemas. El problema radica en que a su vez asume cuestiones que son incompatibles, como el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. No se trata de juzgar sus sentimientos religiosos, esto solo está al alcance de Dios, pero como personaje político, como persona que transforma la realidad, debemos opinar sobre sus actos y afirmar que son contrarios a lo que Dios ha formulado para sus criaturas, y que Jesucristo nos ha revelado.

Se puede opinar que, en contrapartida, está a favor de luchar contra el cambio climático y políticas más sociales, y esto está bien, pero no justifica romper deliberadamente con los límites establecidos por la fe, y pretender que esto no sea incoherente y dañino para ella. De hecho, estos actos son un escándalo.

Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras (Santiago 2,18). Y esa es la gran verdad. La fe sin obras está muerta, y el catolicismo comporta unas obras inexorables: la defensa de la vida humana, de toda vida, desde la concepción hasta la muerte, la afirmación del matrimonio como unión de varón y mujer abierta a la descendencia y a su educación. A Su imagen Dios creó al varón y la mujer (Genesis 1, 27), el derecho de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos. Comporta más, claro está; el cristianismo tiene una gran exigencia de vida. La mirada de Dios se muestra en las Bienaventuranzas, en el sermón de la Montaña, pero en el ámbito político aquellos casos concretos, junto con la dignidad de la vida y por tanto de las condiciones políticas, sociales y económicas que la rodean, son fundamentales.

El mal testimonio que da Biden con su incoherencia debe aplicarse todavía en mayor grado, porque la incoherencia es muy superior, en el caso del ex ministro de Sanidad Salvador Illa, hoy candidato a la presidencia de la Generalitat. En el partido socialista sucede algo semejante al otoño y las setas. Cuando se acercan elecciones surgen católicos que se manifiestan como tales, a pesar de que, a lo largo de su vida política, sus obras hayan manifestado más bien lo contrario, o en todo caso, hayan aparecido ocasionalmente para apoyar al partido frente a la Iglesia; nunca a la inversa.

Salvador Illa, así como los 150 militantes del PSC que han firmado como cristianos un escrito apoyándolo, pertenecen a este perfil. Qué lejos están del testimonio de la senadora socialista Mercedes Aroz, que dimitió y dejó el partido cuando se encontró en la tesitura de votar contra su fe.

Illa era el ministro de Sanidad cuando se inició la tramitación de la legalización de la eutanasia, apoya la terrible ley del aborto, comparte plenamente la perspectiva de género, el matrimonio homosexual, la ley Celaá y todo lo que quieran y que pueden encontrar aquí, y a diferencia de Biden, asume plenamente la manipulación que ha convertido a un estado laico, neutral ante el pluralismo religioso, en otro ateo, porque cancela a Dios en la vida pública, como sucede en España.

Todo esto daña el significado de la fe cristiana, porque deja de tenerlo, se reduce a una serie de actos externos piadosos, como el sacrificio al emperador de los romanos. Pero la piedad necesita de obras, también para los que se declaran progresistas.

La misión del cristiano es luchar para erradicar las estructuras de pecado; es decir, aquellas situaciones sociales o instituciones contrarias a la ley divina, expresión y efecto de los pecados personales (Compendio del Catecismo, 869). La lucha contra tales estructuras es política, y la cuestión es concretarla en sus aspectos prácticos, y en las condiciones objetivas de cada país. Juan Pablo II lo precisaba en estos términos: "Como he afirmado muchas veces, es un hecho incontrovertible que la interdependencia de los sistemas sociales, económicos y políticos crea en el mundo actual múltiples estructuras de pecado. Existe una tremenda fuerza de atracción del mal que lleva a considerar como «normales» e «inevitables» muchas actitudes. El mal aumenta y presiona, con efectos devastadores" (Audiencia general, 25 de agosto de 1999).

Hay que recordar cuál es el destino manifiesto de los cristianos: "Nuestro destino es el Reino de Dios, que Él mismo comenzó en este mundo, que ha de ser extendido hasta que Él mismo lo lleve también a su perfección" (Catecismo de la Iglesia Católica, 782, cit. Lumen Gentium 9).

Illa, como otros casos parecidos, no es la voz católica que resuena en el partido, sino la voz del partido que intenta apropiarse del hecho católico. La fe instrumentalizada por la ideología.

Muéstrame tus obras y éstas nos hablarán de tu fe.

Josep Miró i Ardèvol es el director de Forum Libertas. Ha sido conseller de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat de Cataluña (1984-1989), diputado en el Parlamento catalán y concejal del ayuntamiento de Barcelona.

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