El padre Santiago Martín explica el auge de los exorcismos y el poder del demonio sobre ciertas almas como una consecuencia de la «basura» y «porquería» que llevamos comiendo intelectualmente desde hace demasiado y tiempo, y que nos empuja a jugar con el mal. El remedio exige esfuerzo, pero es sencillo: Cristo, nuestro Salvador, dueño del jardín del bien.