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Tierra de nadie

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Los días 12, 13 y 14 de noviembre tuvo lugar en Barcelona un congreso internacional titulado "La aportación del Papa Francisco a la teología y a la pastoral de la Iglesia". El miércoles, día 13, tuvo lugar la intervención del cardenal Walter Kasper que hizo algunas afirmaciones muy interesantes acerca del papa Francisco.

Afirmó que el papa Francisco decepciona tanto a los que se encuentran en el bando de los conservadores como a los que se encuentran en la facción de los progresistas. Los primeros no quieren una Iglesia en salida, sino una Iglesia en casa y un refugio; los segundos quieren una Iglesia liberal, una nueva Iglesia. Sin embargo, el papa Francisco trabaja por una Iglesia renovada, en salida y fiel a Jesucristo desde la alegría del Evangelio para llegar a todos.

Subrayó el teólogo alemán en su exposición:

El cardenal Kasper recordó que “ya el escándalo evangélico radical de Jesús escandalizó” y que ningún Papa puede anunciar un mensaje diferente al de Jesús. Creo que debemos agradecer a Dios el signo profético que supone el papa Francisco en este momento histórico de la Iglesia. Quizás algunos consideren que Francisco debería decantarse por unos o por otros, conservadores versus progresistas; sin embargo, estoy convencido de que él sabe bien que la disyuntiva no es esa, ya que lo que realmente importa es ser fiel a Jesucristo.

El purpurado destacó que la primera Exhortación Apostólica programática de Francisco, la Evangelii gaudium, convirtió la alegría del Evangelio en el tema clave de su pontificado. “El mensaje de alegría es la respuesta a esta situación del mundo actual y de la Iglesia de nuestro tiempo”, y este documento magisterial “ha traído un nuevo aliento a la Iglesia y el mundo”.

El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, que ejerció de maestro de ceremonias en la apertura de este congreso, afirmó que “el papa Francisco inicia el segundo postconcilio en un más que notorio cambio de época en la relación Iglesia-Mundo”. Sentenció que Francisco “no ha tomado decisiones mediáticas, sino que se guía por una sensibilidad que debe atravesar todo el cuerpo eclesial desde tres ejes: misericordia, conversión pastoral y misionera, y diálogo con todos”.

A propósito de esto, escuché a un sacerdote decir que el papa Francisco debería cerrar la puerta de los progresistas, si es cierto que no es un liberal como dijo el cardenal Kasper en este congreso, y tomar partido en este dilema entre los dos lados opuestos si no quiere quedarse solo y en tierra de nadie. Si el Papa hiciera esto, considero que se olvidaría de centrar su mirada en Cristo, aquel que no estuvo dispuesto a ceder ni un ápice del Evangelio a cambio de mantener a su lado a todos los que fuera posible.

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, afirmó en una ocasión que el mayor peligro del cristianismo hoy no radica en ser minoritario, sino insignificante. “Las categorías que deberían importarnos no son las de progresista-conservador, sino la de verdadero-falso, bueno-malo, prudente-imprudente”.

El asunto no es quedarse solo o en tierra de nadie, sino la fidelidad a Jesucristo y la verdad del Evangelio. Si por esa fidelidad es imprescindible sufrir la soledad o el desierto del profeta, seguiremos adelante con la fuerza del Espíritu Santo y convencidos de que habrá merecido la pena dar la vida por aquel que nos amó primero y dio su vida por nosotros.

Termino con estas palabras del papa Francisco que podemos encontrar en los números 94 y 95 de la Evangelii gaudium, bajo el título “No a la mundanidad espiritual”:

Fuente: kairosblog.evangelizacion.es

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