Religión en Libertad

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Para evangelizar, es necesario estar evangelizado, es decir, que el evangelio y la Persona misma de Cristo hayan configurado completamente la persona.

Algo tan simple y sin embargo se nos olvida. A veces la fuerza la ponemos en los métodos, en los organigrama pastorales, en las reuniones... cuando no en pensar que con cambiar el libro de catequesis ya estamos evangelizando. ¡Un poco simplista! A veces los mismos evangelizadores se limitan a una tarea concreta y la viven así, a tiempo parcial, para un rato semanal, sin mayor convicción ni vida interior, limitándose a la Misa dominical (sin vida de oración, sin adoración eucarística, sin más nada); simplemente realizan una tarea pastoral, lo viven como si hicieran un favor y hubiera que estarles inmensamente agradecidos y se quedan en la superficie de la fe, de la realidad, del Misterio. La cuestión no es tanto de método o libro o programación cuanto del evangelizador, de la persona que se pone al servicio del Evangelio.

La palabra clave es conversión:

Aquí está la clave: convertirse a Cristo, salir de uno mismo y reconocer la necesidad de Cristo en la propia vida. Sin esta conversión, evangelizaremos como profesores que exponemos algo de un libro sin mayor interés ni pasión ni incidencia en la vida. Hay que trabajar en la propia evangelización, en la de aquellos que anuncian y transmiten y explican el Evangelio.

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