Religión en Libertad

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Las dos últimas semanas del tiempo Ordinario y la primera semana de Adviento repiten insistentemente, en las lecturas bíblicas, las oraciones, prefacio y preces de Laudes y Vísperas, "velad", "vigilad". Este es un concepto muy cristiano: vigilamos, velamos, porque estamos atentos a que Cristo venga, a que Cristo vuelva en su gloria, a que Cristo se manifieste día a día en la historia de nuestra vida.

Se vigila, se está velando despierto, se mira por la ventana con inquietud si se aguarda a que llegue alguien que nos importa, a quien queremos; si no es así, nos da igual sialguien viene o no, no nos provoca ningún deseo, permanecer apaciblemente sentados. La vigilancia, el velar por la noche aguardando, tiene que ver con el deseo y la esperanza: el deseo de Cristo, la esperanza en Él sabiendo que cumple sus promesas y que es Fiel.

La señal esencial del cristiano es buscar a Cristo, constantemente en su búsqueda, y para ello es necesario velar, vigilar. Un cristiano adormecido, despistado, con una sensibilidad embotada, difícilmente busca a Cristo y menos aún percibe los signos de Cristo porque no está velando. Rezar y velar dan consistencia al cristianismo. Sabemos -lo leeremos en Adviento- de tres venidas del Señor: en su Encarnación, al final de los tiempos y ahora, la venida intermedia, a nuestros corazones (Sacramentos, Palabra, signos), por eso, junto a la acción, al trabajo, al apostolado, hay que sumar siempre la interioridad, la vigilancia, el escudriñar los signos de esa venida del Señor. ¡Descubrir su Presencia!, porque el deseo del corazón es la Presencia de Cristo y la esperanza nos sostiene en la espera y en el deseo. Más aún, algunos definen la oración como "el arte de estar atento", para que el corazón despierto y con las lámparas encendidas aguarde a Cristo.

Nosotros, cristianos, con nuestras lámparas encendidas (fe, esperanza, caridad), damos un testimonio de luz al mundo. Velamos y esperamos porque Cristo es el único que colma el deseo del hombre. Los demás podrán interrogarse al vernos así, esperanzados, orantes, mientras velamos en la noche de la historia.

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