Viernes, 03 de mayo de 2024

Religión en Libertad

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De dónde vienen las ideas

por Los Tres Mosqueteros

Hay una cosa que suelo hacer que da resultados de lo más extraños. A veces, cuando sale algún tema de “cultura” y consigo sacar un dato del fondo de la memoria, me quedo pensando de dónde he podido aprender tal cosa. Y no siempre me resulta fácil. A veces me he sorprendido viendo que la fuente del dato era un tebeo de Mortadelo o de Superlópez que leí de pequeño.
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Aparte de lo anecdótico del asunto, hay un hecho que tiene interés. Esos datos que tengo en la cabeza los tengo por ciertos: si no fuese así no los diría en voz alta; pero al mismo tiempo no sé de quién los aprendí: ¿era la fuente fidedigna? ¿bienintencionada? ¿sensacionalista? Es difícil saberlo.


Si el asunto en cuestión es peregrino, si a Kafka le gustaba o no la música de Beethoven por poner un ejemplo, no tiene mucha importancia; pero... ¿qué pasa con mis ideas fundamentales?

Todos tenemos ideas y verdades en la cabeza. Pero de todas ellas hay unas cuantas que son fundamentales, la base de las demás, las que usamos todos los días para realizar juicios de valor, para valorar la certeza de otras ideas menores, para distinguir lo bueno de lo malo, para tomar decisiones en nuestra vida, … Estas ideas (por ejemplo, si todo es relativo o no; si es bueno aceptar consejos o eso es que coarten mi libertad, etc.)  las usamos para cosas cruciales de nuestra vida, pero ¿de dónde han venido? ¿Estoy tomando las decisiones más importantes de mi vida basándome en unos principios que ni siquiera sé como entraron en mi mente?

Además, resulta que hasta que desarrollamos la capacidad crítica del cerebro, pongamos hasta los diez años, no somos capaces de “protegernos” del exterior. Todo lo que llega al cerebro, lo hace para quedarse. Y cuando la capacidad crítica empieza a actuar, lo hace en base a las ideas que entraron previamente.

Por poner un ejemplo: dos personas reciben un mismo consejo, dicho de igual forma, por el mismo “consejero”. Una de ellas se crió con la idea de que cada uno debe tomar sus decisiones y no se deben aceptar “consejos de nadie”; a la otra le enseñaron que un consejo bien dado es algo de gran valor. A pesar de que ambos reciben la misma información, el mismo estímulo, probablemente ambos reaccionarán de forma diferente, y en base a algo que aceptaron cuando todavía no podían saber si lo que aprendían era correcto o no.

Esto es inevitable, pero ¿no es necesario plantearse, al menos una vez, de dónde han venido esas ideas centrales para ver si tengo que rechazar alguna de ellas? Al fin y al cabo, son con ellas con las que tomamos las decisiones más importantes de la vida.

D´Artagnan.
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