Lunes, 13 de mayo de 2024

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Democratización de la Iglesia

por José Gea Escolano

Sigo tratando sobre lo que dicen en la corriente "Somos Iglesia". Resumo brevemente algunas cosas y paso a enjuiciarlas.

Buscando la igualdad de todos los creyentes, tratan de superar el abismo entre clero y laicos. Entre otras cosas, piden la coparticipación y codecisión de los fieles en el nombramiento de obispos; acceso de las mujeres al ministerio sacerdotal; libre elección de la forma celibataria y no celibataria para el ministerio sacerdotal... Se trata de una renovación tal de la Iglesia, que más que una reforma, lo que se consigue es cambiar la identidad de la Iglesia, identidad que le dio el Señor; su intento desemboca dándole a la Iglesia como una nueva "Constitución". Veamos, si no, algunos de sus postulados y deseos claramente manifestados en escritos y documentos:

La Iglesia debe ser regida por unos llamados "Concilios" que hay que establecer a distintos niveles, locales, diocesanos, nacionales y general. Porque, según dicen, hay que reestructurar a la Iglesia desde la base.

Empezar por el Concilio Parroquial elegido por todos los miembros de la comunidad parroquial.

Cada diócesis elegirá un Concilio Diocesano. (No dicen si quienes han de elegir a los miembros del Concilio parroquial y diocesano han de ser todos los bautizados, o sólo los que van a misa o pertenecen a grupos apostólicos, o si también, los que están viviendo al margen de toda norma cristiana).

Normalmente, los Concilios diocesanos de una nación establecerán un Concilio Nacional.

Los Concilios Nacionales deberán elegir cada diez años a los miembros del Concilio General.

Los distintos Concilios tendrían, cada uno a su nivel, la última palabra y responsabilidad en materias de culto, educación, obras caritativas, administración, finanzas y otras actividades que se llevasen a cabo en nombre de los distintos concilios, desde el parroquial hasta el universal. La responsabilidad no es personal sino de grupo.

Los Párrocos, Obispos y el Papa serían elegidos por los respectivos Concilios "por un tiempo limitado específico". En cuanto al nivel de Iglesia universal, el Papa "será elegido para un solo mandato de diez años por delegados seleccionados por los concilios nacionales". "El Papa y un seglar elegido por el Concilio General serán Co- Presidentes del Concilio General".

Con ello se suprime la misión propia de la jerarquía intentando superar lo que llaman el abismo entre clero y laicos. Y así, partiendo de las comunidades locales, se debe estructurar la Iglesia de manera que, desde la base, se vayan eligiendo los miembros de los distintos Concilios, empezando por el parroquial y, pasando por los diocesanos y nacionales, llegar hasta la constitución del Concilio de la Iglesia universal.

No sé si Jesús reconocería como propia esta Iglesia que intentan establecer. Lo que en ella se ve es más bien una sociedad civil, democrática, estructurada desde abajo. Supongo que echaría en falta todo lo que Él enseñó como que Él es el centro de la Iglesia, la fuerza de la gracia que Él prometió, la acción del Espíritu; preguntaría, desde luego, qué se ha hecho de Pedro y de los Apóstoles a quienes prometió la asistencia del mismo Espíritu.

Me da la impresión de que muchos de los que promuevan este Movimiento son un poco soñadores; y dan por supuesto que con esa nueva "Constitución" de la Iglesia todos actuaríamos con la perfección propia de los santos. Por lo que dicen, parece que no piensan en grupos enfrentados y divididos por mil cuestiones y problemas.

A pesar de no participar de estos criterios, miro a estos hermanos con gran respeto; pero quiero recordarles aquel pasaje de los Hechos: "Te es duro dar coces contra el aguijón. Yo respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo el Señor: Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte en pie" (Hech. 9, 4-5). Actuar en contra la Iglesia (la nuestra, la única, que no hay otra) ¿no equivale a actuar contra Jesús? La verdadera reforma de la Iglesia ¿no irá por otro camino?

También yo les digo que es duro sentirse condenados a vivir siempre incómodos en la Iglesia, que es la misma en que se sintieron a gusto los santos. Fueron éstos los grandes reformadores de la Iglesia porque se exigieron a sí mismos más que a los demás. Nunca dijeron "yo no soy como ésos". Porque todos somos pecadores, todos; unos más y otros menos, pero todos. También la Jerarquía; también los de "Somos Iglesia". Y también los que hicieron daño a la Iglesia se presentaron como reformadores atacando a sus dirigentes.

Siguiendo con la cita de los Hechos: Días después le dijo a Ananías: "Éste me es un instrumento de elección que lleve mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel". Yo les diría también que pueden ser un instrumento de elección y hacer mucho bien a la Iglesia y al mundo, imitando a Pablo y viviendo como él, la comunión eclesial.

Quienes conocen la Historia de la Iglesia saben que esta corriente no va a hacer cambiar a quienes la dirigen porque, gracias a Dios y, prescindiendo de sus defectos, que todos tenemos, saben de su fidelidad al Señor en cuanto a la constitución de su Iglesia. Quienes van a ser los más perjudicados, como en las guerras, serán los que menos culpa tienen, la gente sencilla de buena voluntad. No está bien esta manera de actuar.

Que el Señor nos ayude a todos a trabajar por su Iglesia en comunión y aceptando nuestra propia cruz.

José Gea
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