“¿Cómo podemos los ancianos ayudar a los jóvenes a permanecer en la fe? ¿Cómo podemos ayudar a la Iglesia en este esfuerzo?” Esa fue la pregunta del cineasta Martin Scorse, de 75 años, nieto de inmigrantes italianos en Estados Unidos.

A él la fe y la Iglesia le ayudaron mucho en su infancia y adolescencia: en las calles había bandas armadas, grupos peligrosos, delincuencia... pero él estaba protegido en la parroquia, era monaguillo en la catedral de Nueva York, le ayudaban buenos sacerdotes y crecía en una familia católica, de actores. Era malo en deportes e iba mucho al cine. Recientemente, en la estremecedora película Silencio, ha mostrado cómo el poder tiránico y terriblemente cruel del Japón imperial del siglo XVI masacraba con torturas meticulosas a los cristianos en la más tenaz persecución de la historia. Y, aún así, Cristo y su cruz pervivieron ocultos pese a la persecución.

Hoy quiere, como anciano, transmitir a los jóvenes que se puede "vivir una vida justa". Pero le pregunta al Papa Francisco cómo hacerlo en una sociedad donde todo gira entorno a la "vanidad y la avaricia, donde el poder se exprime con violencia". "Miramos a nuestro alrededor, leemos los periódicos y parece que la vida esté marcada por el mal, incluso por el terror y la humillación", ha planteado Scorsese.

El cineasta Martin Scorsese saluda al Papa Francisco

El Papa le escuchaba rodeado de jóvenes y ancianos este martes 23 de octubre por la tarde, en el marco de la presentación del libro “La saggezza del tempo” (La sabiduría del tiempo), escrito por el P. Antonio Spadaro, director de la revista jesuita La Civiltà Cattolica. El libro recoge los testimonios de más de 80 ancianos que reflexionan sobre la vida y la fe.

El anciano ha de evangelizar con cercanía y empatía al dolor

Francisco respondió al cineasta. Dado que es innegable el mal en el mundo, y sus horrores, el anciano puede educar y evangelizar al joven "con cercanía" y "con empatía", respondió el Papa.

Francisco denunció el “huracán” de violencia que deben enfrentar actualmente los jóvenes y niños. “Un fenómeno que siempre ha existido, pero no así fuerte”, consideró. Llamó la atención sobre “el bullying” (acoso de abusones en el colegio) y el cálculo frío “para arruinar al otro”.

“Una de las formas de crueldad que me tocan (…) es la tortura. En este mundo la tortura es el pan de cada día, y parece normal, y nadie habla, y la tortura es la destrucción de la dignidad humana”, advirtió.

No parece casual que Francisco mencionara la tortura después de que Scorsese mostrara 5 escenas de cristianos torturados (quemados, hervidos, ahogados por la marea, echados al mar y en la fosa) en su película Silencio. Y mientras el mundo debate el asesinato del árabe Jamal Khashoggi y en Nicaragua y Venezuela se denuncian torturas contra los presos políticos.

El Papa pidió mostrar a los jóvenes que la crueldad “es el camino equivocado, que mata no solo a la persona, sino también a la humanidad”. “Hay una palabra que debemos decir: la sabiduría del llorar, el don del llorar delante de esta violencia, de esta crueldad, a esta destrucción de la dignidad humana. El llanto es humano y cristiano. Pidan la gracia de las lágrimas, porque el llanto abre el corazón, es fuente de inspiración”, expresó.

El Papa recordó que “Jesús en los momentos más sentidos de su vida ha llorado. En el momento en que ha visto el fallo de su pueblo, llora sobre Jerusalén. Llorar. No tengan miedo de llorar sobre estas cosas. Seamos humanos”.

Después, Francisco dijo que para poder transmitir los valores a los jóvenes es necesaria la empatía y la cercanía. “Compartir la experiencia con la empatía con los jóvenes. No se puede tener una conversación con los jóvenes sin empatía. ¿Dónde encuentro esta empatía? No condenar a los jóvenes, como los jóvenes no deben condenar a los ancianos (…). ‘Yo me voy porque soy viejo, pero tú permanecerás’. Y esta es la empatía de la transmisión de los valores”, señaló.

“Después, la cercanía. La cercanía hace los milagros”, aseguró el Papa, pues la no violencia y la ternura son gestos “que parecen pequeños, pero que son capaces de curar los conflictos más difíciles, más feos”. “Cercanía”, dijo el Papa a Scorsese, “como usted tal vez de pequeño (ha experimentado y) se ha acercado a esta gente con tanto sufrimiento, y tal vez desde ahí ha comenzado a tomar la sabiduría que hoy nos hacer ver en sus películas”.

“Cercanía con los que sufren, no tengan miedo. Cercanía con los problemas y cercanía entre jóvenes y ancianos”, reiteró el Papa, porque “así se transmiten los valores que hacen madurar”.

Cómo transmitir la fe a los hijos

Un matrimonio de Malta, Tony y Grace Naudi, de 71 y 65 años, preguntaron cómo pueden, como padres y abuelos, transmitir la fe a sus hijos y nietos y evitar que renuncien al camino de la fe.

El Papa contestó recordando que “la fe siempre se transmite en dialecto. El dialecto de la familia, el dialecto de la amistad, el dialecto de la cercanía”. Subrayó que “la fe se transmite siempre en casa. Precisamente son los abuelos quienes, en los momentos más difíciles de la historia, los que han transmitido la fe. Pensemos en las persecuciones de la fe del siglo pasado. Dictadores genocidas que todos sabemos… Y fueron los abuelos los que a escondidas enseñaban a los nietos a rezar y los llevaban a bautizar. Han tenido en esos momentos de persecución una gran responsabilidad”.

Además, hizo hincapié en que para transmitir la fe “no basta con leer el catecismo, porque la fe no solo es el contenido, es el modo de vivir, evaluar, de alegrarse, de entristecerse, de llorar…, hay toda una vida que está ahí”.

El Papa también rechazó el "proselitismo" y dijo que “no se trata de convencer, porque la fe y la Iglesia no crecen por medio del proselitismo, sino por atracción, es decir, por testimonio”. En este sentido, destacó la importancia del silencio, “pero un silencio que acompañe, no un silencio que acuse”.

Lamentó el “mal testimonio, la mayoría por parte de gente de la Iglesia como sacerdotes neuróticos o gente que dice ser católica pero lleva una mala vida”. Ese mal testimonio es el que aleja a la gente de la fe, aseguró el Pontífice.

Como consejo a los padres que ha visto cómo sus hijos se alejaban de la fe, les propuso actuar “con mucho amor, mucha ternura, mucho testimonio, paciencia y oración. Y nunca discutir”.

El acto completo con jóvenes y ancianos, 1 hora y media en italiano

Cómo animar a los jóvenes a confiar en la vida

Rosemary Lane, estadounidense de 30 años, preguntó al Santo Padre qué le diría a los jóvenes que quieren confiar en la vida, que desean construirse un futuro a la altura de sus sueños.

“Les diría que comiencen a soñar y que sueñen todo lo que puedan sin vergüenza”, empezó el Pontífice en su respuesta. Y después, “defender los sueños como se defiende a los hijos”. “Cuando tienes un sueño, lo custodias y lo defiendes para que el hábito de lo cotidiano no te lo quite”. También animó a “llevar los sueños de los ancianos. No limitarse a escucharlos, tomar nota y marcharse a divertirse. No. Hay que llevar con nosotros los sueños de nuestros ancianos. Son una responsabilidad que te cambia el corazón, te hace crecer, te hace madurar”.

El problema de los populismos y sembrar odio

Fiorella Bacherini, una mujer italiana de 83 años, planteó al Papa la problemática de los populismos, y cómo aquellos que quieren sembrar el odio utilizan el drama de los refugiados para lograr sus objetivos. El Papa afirmó que los jóvenes “tienen que saber cómo crece el populismo”, y animó a estudiar el ascenso al poder de dictadores como Hitler en la Alemania de los años 30. “Que sepan cómo comienzan los populismos”, insistió.

“No se puede vivir sembrando odio. Pensemos en la historia de las religiones, en la reforma protestante, cómo sembramos odio, por las dos partes. Y con el tiempo nos dimos cuenta de que ese no era el camino y ahora estamos sembrando gestos de amistad y no de odio”.

El Papa insistió: “Sembrar odio es fácil, y no hace falta mirar a la escena internacional, aquí mismo, en los barrios, en la vida cotidiana. Se siembra odio con los malos comentarios, con los cotilleos… Eso es matar. Es matar la fama al otro, matar la paz y la concordia en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo”.

El drama de las migraciones

Sobre el drama de la migración preguntó: “¿Qué se puede hacer cuando veo que el Mediterráneo es un cementerio? Yo le digo la verdad: sufro, rezo, hablo. No podemos aceptar este sufrimiento”.

Recordó que “ayudar al migrante es un mandato bíblico, porque ‘tú mismo fuiste migrante en Egipto’. Luego pensamos: Europa ha sido hecha de los migrantes. Y tomar conciencia de que en momentos malos del pasado otros países recibieron a los migrantes europeos”.

En este sentido recordó: “Yo soy hijo de emigrantes que se fueron a Argentina. En América hay muchos que tienen nombre italiano. Migrantes recibidos con el corazón y los brazos abiertos”. Por último, insistió en que a los inmigrantes no sólo hay que acogerlos, también hay que integrarlos.

Un libro con testimonios de personas mayores

El libro del jesuita Spadaro recoge 83 testimonios de personas ancianas y el comentario que el Papa Francisco hace a esos testimonio. Se incluye la experiencia de cuatro españoles: el padre Ángel, María Dolores de Guevara, el psiquiatra Miguel Boronat y el exfutbolista Chus Landáburu. En el prólogo del libro, el Pontífice lamenta que la sociedad actual ha "silenciado" a los más mayores desperdiciando "el tesoro de su sabiduría".

"Nuestros ancianos representan un depósito de sabiduría para nuestra sociedad", señala el pontífice, que insta a construir "una alianza" entre jóvenes y ancianos para que la experiencia de los abuelos ayude a las nuevas generaciones a construir un futuro mejor.

Francisco ha recordado este martes como gracias a su abuelo, que luchó en Italia durante la I Guerra Mundial, conoció los desastres que causó el conflicto bélico. "La II Guerra Mundial la conocí en Buenos Aires, gracias a los muchos inmigrantes que llegaron. Italianos, polacos, alemanes. Escuchándoles entendimos lo que era una guerra. Es importante que los jóvenes conozcan el resultado de las dos guerras del siglo pasado. Es un tesoro negativo, pero un tesoro que hay que transmitir para crear conciencia", ha concluido.