El arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica de Argentina, es una de las personas más cercanas al Papa Francisco y de su círculo de mayor confianza ayudándole incluso en la realización de sus discursos. Con motivo del ochenta cumpleaños del Pontífice, el prelado argentino hace balance en una entrevista publicada en Vatican Insider del actual pontificado y del conocido como "espíritu" de Francisco:


-Nunca le ha dado importancia a sus cumpleaños ni a otros eventos personales. Simplemente porque nunca le ha gustado concentrarse sobre sí mismo. Lo que es cierto es que los veía como una ocasión para agradecer y celebrar el don de la vida, pero nunca habría pensado festejar. Ahora, los ochenta años asumen una densidad especial, porque tiene la clara conciencia de lo que todavía le falta hacer en un camino de reforma eclesial, y sabe que el tiempo pasa. A pesar de ello, aplica su gran principio: “El tiempo es superior al espacio”, y trata de iniciar procesos que vayan más allá de su papado.


-El balance debería concentrarse justamente en los procesos que se han abierto: procesos que crean una corriente de diálogo entre la Iglesia y el mundo, que abren nuevas dinámicas misioneras, que van configurando un rostro de la Iglesia como madre acogedora, que, en definitiva, permiten que brille mejor el núcleo del Evangelio. En medio del caos del mundo actual, la voz de la Iglesia hoy tiene un lugar, y, a pesar del fuerte secularismo relativista o del escándalo de los abusos de menores, Francisco ha hecho posible que la Iglesia sea considerada como portadora de un mensaje significativo.


-La prioridad absoluta del anuncio de Jesucristo y la llamada a responder a su misericordia con un amor apasionado por el próximo que se encuentra en necesidad. En pocas palabras: volver a lo esencial.


El entonces cardenal Bergoglio con Víctor Manuel Fernández


-Frente a lo absoluto de Dios, frente a la enorme riqueza del Evangelio y frente a la complejidad de la vida humana actual, la tarea y el mensaje de la Iglesia inevitablemente presentan aspectos “confusos”. El Papa propone que justamente dentro de estos límites de la Iglesia misma nunca se descuide el corazón del Evangelio. Al mismo tiempo, que la Iglesia no pretenda ser, antes que nada, un canon que lanza doctrinas seguras sino el instrumento de Cristo para abrir el corazón de su pueblo a la gracia.


Las pueden reducir a consignas tanto los amigos del Papa, cuando no tratan de transmitir la auténtica profundidad de su mensaje, como sus adversarios “ultra-católicos”, cuando lo citan parcialmente, cuando usan algunas de sus frases fuera de contexto para ridiculizarlo, cuando se ocupan solo del capítulo VIII de “Amoris laetitia” y poco de lo demás, etc.
 

El inicio de los procesos que, según su personal convicción, son los que el Espíritu quiere provocar en su Iglesia. En cuanto tales, estos procesos seguirán más allá de los años del Pontificado de Francisco y, orientados por el Espíritu, serán irreversibles, porque habrán entrado al corazón del pueblo de Dios.