Francesca Chaouqui, una de los cinco imputados en el caso conocido como Vatileaks 2, negó ante el juez este miércoles haber filtrado documentos secretos vaticanos a la prensa.

También negó haber presionado o amenazado a monseñor Vallejo Balda, otro de los acusados, para que lo hiciera.

Igualmente ha negado haber mantenido una relación íntima con el sacerdote y pertenecer a los servicios secretos italianos, ambos hechos afirmados por monseñor Vallejo.

Se retomaba así el miércoles 6 de abril el proceso judicial sobre la filtración a la prensa de documentos reservados de asuntos económicos de la Santa Sede.

Los interrogatorios comenzaron el pasado 14 de marzo, y el primero en ser interrogado fue el sacerdote español y funcionario en el Vaticano Lucio Ángel Vallejo Balda, quien confesó ante el juez haber pasado documentos a los periodistas.

Dijo haberlo hecho por sentirse amenazado por personas que creía ligadas a Chaouqui y a un mundo criminal, temiendo incluso por su integridad física.

Al día siguiente fue interrogado Emiliano Fittipaldi, autor del libro Avaricia. Este periodista confirmó haber recibido documentos y claves de acceso por parte del sacerdote español, pero negó haber ejercido presión para recibirlo.

Después el juicio se suspendió durante 20 días por decisión del tribunal después de que la abogada de Francesca Chaouqui presentara un certificado médico que le prescribía reposo absoluto por su embarazo de riesgo.


Durante la sesión celebrada el miércoles (mañana y tarde), la imputada Chaouqui respondió a las preguntas del fiscal y de los abogados. Francesca ha tenido la ocasión de contar su versión de los hechos, que en muchos puntos contrasta con las declaraciones de monseñor Vallejo.

Al inicio de la sesión por la mañana quiso leer una declaración que ella misma había redactado, pero no le fue concedido leerlo ya que el juicio es, ha recordado el tribunal, para que los imputados respondan a las preguntas que se le realicen.

En varios momentos durante el día el juez tuvo que pedirle que se ciñera a las cuestiones que le planteaban.

Respondiendo a las preguntas del fiscal ha explicado cuáles eran sus competencias para participar en la Cosea, comisión creada por el Santo Padre para realizar la reforma económica del Vaticano. De este modo, ella se ha declarado perfectamente capaz para desempeñar ese trabajo.


En algunos momentos no ha respondido con precisión sobre algunos hechos, apelando a que no ha sido liberada del “secreto pontificio” al que se sometió al comenzar a trabajar en dicha comisión.

En concreto, la relaciones públicas ha hablado de un “evento gravísimo” que sucedió en mayo de 2014, cuando se disolvió la Cosea por haber finalizado su trabajo. Al respecto sí que ha especificado que el cardenal Santos Abril y Castelló fue encargado de hacer una investigación sobre este suceso que ella ha calificado como ”gravísimo”.


Respecto a su relación con monseñor Vallejo, ha hablado de una noche de Florencia, en la que el sacerdote le hizo confesiones personales sobre su esfera sexual.

A partir de ahí se creó un clima de complicidad, que explicaría, según ella, ciertas bromas que se realizaban entre ellos a través de los mensajes de whatsapp que salieron publicados en la prensa.

Más adelante su relación se fue enfriando, y en concreto Chaouqui ha mencionado a un astrólogo, Mauro Giacoponi, que conoció monseñor Vallejo y que provocó el distanciamiento entre ambos. Según ha asegurado, la última vez que se vieron fue el 22 mayo 2015.

Según la imputada su único error fue “no informar a los superiores de las rarezas de monseñor Vallejo”.

Por otro lado, ha admitido que vio cómo Vallejo facilitaba una contraseña al periodista Nuzzi para permitirle el acceso a su correo pero que no sabía a qué tipo de documento tendría acceso con esa clave.

El juicio se retoma el próximo lunes por la mañana. Aún quedan dos imputados por ser interrogados: Nicola Maio, secretario de monseñor Vallejo y el periodista Gianluigi Nuzzi, autor del libro Vía Crucis.