Marc Ouellet, canadiense de 66 años, políglota, antiguo arzobispo de Quebec, nombrado cardenal por Juan Pablo II en 2003 y desde 2010 prefecto de la Congregación para los Obispos, es uno de los prelados de mayor influencia en la curia de Benedicto XVI.

Y el Papa le ha distinguido este Sábado Santo con dos encargos de peso.

Uno, inmediato, a desempeñar el próximo viernes: será su enviado especial para la celebración de apertura de la peregrinación de la Santa Túnica en la catedral de Tréveris (Alemania). La reliquia que cumple su quinto centenario y debe contribuir a alimentar el catolicismo popular germano, en un contexto de rebelión de ciertos sectores de aquella Iglesia contra el Papa.

El segundo, el quincuagésimo Congreso Eucarístico Internacional, que tendrá lugar en Dublín (Irlanda) del 10 al 17 de junio. Será una ocasión de oro para el cardenal Ouellet de palpar de cerca la difícil situación de la Iglesia irlandesa a consecuencia de los escándalos de pederastia, que han producido incluso un conflicto diplomático con el gobierno del populista primer ministro Enda Kenny. Y también de preparar el terreno a un posible viaje del Papa a Irlanda, algo a lo que Benedicto XVI ya ha mostrado una disposición favorable.