El Papa Francisco celebró este lunes la Eucaristía en la Casa Santa Marta y como cada día dirigió su oración hacia un grupo o colectivo concreto. En este caso ha sido a los parados. “En estos días mucha gente ha perdido su trabajo; no fueron contratados de nuevo, trabajaban ilegalmente… Oremos por estos hermanos y hermanas nuestros que sufren esta falta de trabajo”, indicó Francisco.

Ya en su homilía, el Pontífice habló del Paráclito del que Jesús habla a sus discípulos. Y el Paráclito es el que “sostiene, el que acompaña para no caer, que te mantiene firme, que está cerca de ti para sostenerte”. Es el Espíritu Santo.

Según indicó el Papa, el Espíritu Santo “nos enseña el misterio de la fe, nos enseña a entrar en el misterio, a comprender un poco más el misterio, nos enseña la doctrina de Jesús y nos enseña a desarrollar nuestra fe sin cometer errores, porque la doctrina crece, pero siempre en la misma dirección: crece en comprensión. Y el Espíritu nos ayuda a crecer en la comprensión de la fe, a entenderla más y a ir más allá para entender lo que dice la fe. La fe no es algo estático; la doctrina no es algo estático: crece siempre, pero crece en la misma dirección".

Además, el Santo Padre señaló que “el Espíritu Santo evita que la doctrina se equivoque, y evita que permanezca parada allí sin crecer en nosotros. Nos enseñará las cosas que Jesús nos enseñó, desarrollará en nosotros la comprensión de lo que Jesús nos enseñó, hará crecer en nosotros la doctrina del Señor, hasta la madurez".

Por otro lado, el Papa indicó que el Espíritu Santo también ayuda a recordar, “es como la memoria, nos despierta, nos mantiene siempre despiertos en las cosas del Señor y también nos hace recordar nuestra vida, cuando nos encontramos con el Señor o cuando lo dejamos”.

Tal y como recoge Vatican News, el Papa recordó a una persona que rezó ante el Señor así: "Señor, soy el mismo que de niño, de joven, tuvo estos sueños. Entonces, fui por los caminos equivocados. Ahora me has llamado". Esto – dijo el Pontífice – es el recuerdo del Espíritu Santo en la vida de uno. Te lleva a la memoria de la salvación, a la memoria de lo que Jesús te enseñó, pero también a la memoria de tu propia vida. Esto – continuó el Papa – es una hermosa forma de rezar al Señor: "Yo soy el mismo. He caminado mucho, he cometido muchos errores, pero soy el mismo y tú me amas".  Es "la memoria del camino de la vida".