La Conferencia Episcopal es un instrumento útil para ayudar a cada obispo, pero nunca debe sustituirle o actuar como intermediaria entre ese prelado y el Obispo de Roma.

Así lo afirmó Benedicto XVI este lunes por la mañana, al recibir en audiencia a los obispos de la Región Centro Oeste de la Conferencia Nacional de Brasil, el último grupo de prelados de este país en realizar la visita ad Limina Apostolorum en estos últimos 14 meses.

La Conferencia Episcopal, explicó el Papa a los presentes, “nació como concreta aplicación del afecto colegial de los obispos en comunión jerárquica con el Sucesor de Pedro”.

Su misión es la de “ser un instrumento de comunión afectiva y efectiva entre todos los miembros, y de eficaz colaboración con el Pastor de cada Iglesia particular en la triple función de enseñar, santificar y gobernar las ovejas del proprio rebaño”.

Igualmente, “se presenta como una de las formas, encontradas bajo la guía del Espíritu Santo, que permite ejercer conjunta y armoniosamente algunas funciones pastorales para el bien de los fieles y de todos los ciudadanos de un determinado territorio”.

Pero, advirtió, aunque debe promover “la unión de esfuerzos y de intenciones de los obispos, convirtiéndose en un instrumento para que puedan compartir sus fatigas”, sin embargo, este organismo debe “evitar ponerse como una realidad paralela o sustituta del ministerio de cada uno de los obispos”, ni tampoco “constituyéndose en intermediario entre el obispo y la sede de Pedro”.

“Al mismo tiempo, es necesario recordar que los asesores y las estructuras de la Conferencia Episcopal existen para el servicio a los obispos, no para sustituirles”.

“Se trata, en definitiva, de buscar que la Conferencia Episcopal, con sus organismos, funcione cada vez más como órgano propulsor de la solicitud pastoral de los obispos, cuya preocupación primaria debe ser la salvación de las almas, que es, además, la misión fundamental de la Iglesia”, añadió.

Acción conjunta

La misión fundamental de toda Conferencia Episcopal es, pues, ayudar a los obispos a una mayor comunicación y comunión en tareas que les afectan por igual.

“En el fiel ejercicio de la función doctrinal que os corresponde, cuando o s reunís en vuestras Asambleas, queridos obispos, debéis sobre todo estudiar los medios más eficaces para hacer llegar oportunamente el magisterio universal al pueblo que os fue confiado”, dijo el Papa.

Esta función, explicó, debe ajustarse a los términos indicados por el papa Juan Pablo II, en el Motu Proprio Apostolos suos, a la hora de abordar “las nuevas cuestiones emergentes, para después poder orientar la conciencia de los hombres para encontrar la recta solución a los nuevos problemas suscitados por las transformaciones sociales y culturales”.

Según el Pontífice, algunos temas “recomiendan hoy una acción conjunta de los obispos”, en especial “la promoción y la tutela de la fe y de la moral, la traducción de los libros litúrgicos, la promoción y formación de las vocaciones de especial consagración , la elaboración de subsidios para la catequesis, el compromiso ecuménico, las relaciones con las autoridades civiles”.

Otros temas que abordar conjuntamente son, prosiguió, “la defensa de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, la santidad de la familia y del matrimonio entre hombre y mujer, el derecho de los padres a educar a sus hijos, la libertad religiosa, los demás derechos humanos, la paz y la justicia social”.

Recordando que este lunes en Brasil festejaba la proclamación de la República, el Pontífice dijo querer aprovechar la audiencia para “subrayar una vez más la importancia de la acción evangelizadora de la Iglesia en la construcción de la identidad brasileña”.

“La actual sociedad secularizada exige de los cristianos un renovado testimonio de vida para que el anuncio del Evangelio sea acogido como aquello que es: la Buena Noticia de la acción salvífica de Dios que viene al encuentro del hombre”, ha osservato.

En este sentido, recordó que “desde hace casi 60 años, la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil es un punto referencia de la sociedad brasileña, proponiéndose cada vez más y por encima de todo como un lugar donde se vive la caridad”.

Benedicto XVI concluyó su discurso a los obispos brasileños invitandoles a “a mirar el futuro con los ojos de Cristo, poniendo en Él vuestra esperanza”.