La hermana Emanuela Edwards es una monja británica de las Misioneras de la Divina Revelación, que ejercen como guías oficiales de la basílica de San Pedro y de los Museos Vaticanos. Ella es responsable de los grupos de habla inglesa y asegura que "muchos peregrinos que visitan estas obras de arte de la Iglesia, escuchan el Evangelio por primera vez”.

Esta religiosa debe su vocación a la Virgen de la Revelación, una advocación mariana que se cruzó en su vida y que le ha marcado para siempre. Finalmente acabó dejando una gran carrera profesional para ser religiosa trasladándose a Roma. En una entrevista con Gerardo Ferrara para CARF, fundación que ha becado a la hermana Emanuela en la Universidad de la Santa Cruz, habla de su vocación y de la gran oportunidad de evangelización de la Iglesia a través de su enorme patrimonio:

-Este oficio es una gran oportunidad para transmitir la fe y dar a conocer los evangelios, sobre todo siendo comunicadora y formada en la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Santa Cruz de Roma. 

- Desde muy joven siempre amé al Señor y tuve un profundo interés en la vida y las enseñanzas de la Iglesia Católica. Participé en las peregrinaciones juveniles diocesanas a Lourdes y fui miembro activo del grupo de jóvenes de la parroquia.

- Pero no pensó usted en seguida en la vida religiosa…

- Bueno, sí, lo pensé, siempre tuve una atracción hacia la obra de evangelización de la Iglesia, pero luego lo descarté…

-¿Y eso?

-Pues, porque ¡no quería ir a África!

-Es muy curioso, porque mucha gente, al ver la necesidad de la evangelización, siempre piensa en las misiones. San Felipe Neri, por ejemplo, quería irse a las Indias  pero un monje le dijo que sus Indias iban a ser Roma…

-¡Precisamente! Y yo, un poco por ese perjuicio, no escuché en seguida la llamada del Señor y me fui a estudiar Economía a la Universidad de Manchester. Después trabajé primero en el sector bancario y luego como consultora de un proveedor de servicios informáticos. El pensamiento de que Dios me llamaba siempre estaba presente.

Detrás de mí tenía una hermana que siempre me preguntaba si quería ser monja. Mi respuesta inicial, continuamente era: ¡De ninguna manera!

-Y mientras, su carrera proseguía…

-Sí, hasta que, en 1988, un amigo me contó la historia de la Virgen de la Revelación, quien se apareció en Roma en 1947 a un protestante, Bruno Cornacchiola, y le llamó de regreso a la verdadera fuente del Evangelio. Esta historia me conmovió profundamente y por eso participé y luego dirigí el primer grupo de oración en Inglaterra dedicado a la Virgen de la Revelación.

En el grupo rezábamos el Rosario juntos y en cada encuentro profundizábamos la fe a través de la enseñanza de la Iglesia en el Catecismo y las Sagradas Escrituras.

Al mismo tiempo, mi carrera seguía y hasta florecía: en el momento en que respondí a la llamada del Señor, fui nombrada Directora de Operaciones de la Junta de una empresa en crecimiento.

Emanuela Edwards se ha formado en Comunicación Institucional en la Universidad de la Santa Cruz gracias a una beca del CARF

-Y este hecho provocó que fuera más difícil elegir. ¿Qué le animó a tomar la decisión de su vocación? 

-Con el paso del tiempo noté que, aunque disfrutaba de mi trabajo, cuando enseñaba la fe, me sentía más realizada. Tuve una experiencia parecida a la de los discípulos del camino a Emaús que dijeron: “¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino?” (Lc 24, 32). Finalmente, en 2005, durante unas vacaciones en Roma, fui a la gruta de “Tre Fontane” (Tres Fuentes) donde apareció la Virgen de la Revelación.

Una vez allí le pregunté al Señor qué quería que hiciera con mi vida. En ese momento, vi a dos Hermanas de las Misioneras de la Divina Revelación y supe que estaba destinada a ser como ellas.

-Igual que San Felipe Neri: el monje que sintió que Dios le llamaba a quedarse en Roma para evangelizar la ciudad y era precisamente un monje de ¡aquella abadía!

-Sí, fue algo muy fuerte pero al principio dejé de lado ese pensamiento un poco “loco”… Pero luego la Divina Providencia comenzó a liderar el camino. La madre Rebecca visitó Inglaterra para hablar con el grupo y finalmente le hice la pregunta que había enterrado durante mucho tiempo… “¿Cómo sabes si el Señor realmente te está llamando?”. Ella respondió con palabras que resonaron en mi corazón: “El amor por Él sobrepasa todos los demás amores”.

-¡La respuesta que usted estaba esperando!

-Así es… Tanto que, después de un período de discernimiento y un tiempo intenso de oración y reflexión con frecuente adoración eucarística, estaba totalmente convencida de la llamada del Señor, así que dejé Inglaterra y me vine a Roma, donde entré en la comunidad de las Misioneras de la Divina Revelación.

-Me imagino que eso de evangelizar le convenció para estudiar Comunicación en la Universidad de la Santa Cruz…

-Mi superiora decidió que debía estudiar Comunicación en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz por dos razones: en primer lugar, por la calidad y el método de enseñanza en la universidad; en segundo lugar, porque sintió que la formación en esta disciplina era imprescindible para el desarrollo de nuestra Comunidad, pues a través de nuestra misión en la Iglesia participamos en la Nueva Evangelización, y utilizamos todos los medios modernos de comunicación social en nuestro trabajo.

-Justamente el objetivo de la Facultad…

-¡Por supuesto! Y descubrí que el tiempo que pasé estudiando en la Universidad de la Santa Cruz me permitía adquirir las habilidades profesionales que necesitaba para cumplir mi misión en la Iglesia. El curso permite el desarrollo de habilidades prácticas y proporciona el conocimiento teórico para desarrollar las habilidades de uno como comunicador en la Iglesia.

El énfasis en las comunicaciones de la Iglesia ha sido invaluable en el desarrollo de soluciones que se relacionan específicamente con nuestra misión en la Iglesia. Los profesores están muy bien preparados en su campo y siempre ofrecen presentaciones interesantes e interactivas sobre su tema.

-Usted y su congregación tienen una tarea muy especial: transmitir la fe cristiana a las generaciones de hoy utilizando la herencia cultural de la Iglesia Católica. ¿Qué importancia tienen la belleza, el arte y la comunicación para facilitar la evangelización?

-Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, es la comunicación de la fe a los jóvenes. La fe cristiana que poseemos y las raíces de nuestra herencia cristiana deben volverse interesantes y desafiantes y ser comunicadas a todos. ¡Debe hacerse de tal manera que pueda reforzar la fe de los que creen, mientras que al mismo tiempo se extienda a la periferia para hablar del amor de Dios por todos, incluso para aquellos que normalmente no estarían interesados!

-Y Roma es también un territorio de misión, mejor incluso que África

-¡Sin duda! Las famosas obras maestras artísticas o las iglesias que albergan las historias de los santos y mártires brindan oportunidades para que las personas experimenten la fe. En nuestro tiempo, la gente puede hacer una visita cultural y, a través de la belleza del arte o el testimonio de la fe, escuchar el mensaje del Evangelio por primera vez.

Por lo tanto, la Iglesia debe usar su patrimonio cultural para hablar de Dios porque visitar estos lugares y explicar su historia, representa una oportunidad para contar la fe cristiana de una manera cautivadora.

El Papa León I preguntó una vez: “¿Por qué debe esforzarse la mente cuando la vista instruye?”. Y claro, de una manera sencilla, poderosa y hermosa las grandes obras maestras artísticas cuentan las maravillosas historias de la fe que todos pueden entender. ¡Mi África es Roma!

-Un patrimonio que muchas veces no consideramos…

Desafortunadamente… Y si lo pensamos, el mandamiento de nuestro Señor de “bautizar a todas las naciones” (cfr. Mt 28, 19) significa que la comunicación y transmisión de la fe es la misión misma de la Iglesia. Durante mi tiempo en la Universidad de la Santa Cruz también aprendí que la comunicación del mensaje del Evangelio es el mensaje más emocionante, fascinante e importante que se le puede dar a cualquier comunicador para comunicar.

Por lo tanto, como comunicadores de la Iglesia, debemos ser creativos al utilizar nuestro patrimonio cristiano y nuestra belleza artística para difundir el mensaje más grande jamás transmitido de manera atractiva e interesante a esta generación que está saturada con el ruido del mundo moderno.

-Aprender a valorar algo que se ha recibido y transmitirlo a los demás: ¡un gran reto!

-Sí, muy grande… Pero gracias a Dios y a la formación que recibí en la Facultad de Comunicación de la Santa Cruz, me desenvuelvo más fácilmente entre mi trabajo como guía oficial de las giras “Arte y Fe” en los Museos Vaticanos y la Basílica de San Pedro y, además, internamente, en las tareas de comunicación de mi Congregación. El programa de formación de la Santa Cruz ha sido muy relevante y útil.

-Como mujer religiosa, ¿qué cree que es más importante para la evangelización de los jóvenes, especialmente en el mundo occidental y secularizado?

-El aspecto más importante para la evangelización es mantener firme y con entusiasmo la fe que deseamos transmitir. Con respecto a la comunicación, se trata solo en parte de las técnicas que empleamos. Hoy, nuestra juventud necesita el testimonio de aquellos que aman a Jesucristo y creen en la fe que profesan. El Señor necesita auténticos testigos del mensaje del Evangelio que sean valientes para hablar de la belleza de la verdad a un mundo relativista.

-Se habla mucho de un papel específico de la mujer en la Iglesia. ¿Cuál piensa que podría ser?

-Bueno, las mujeres que participamos en las comunicaciones podemos abordar este trabajo con una mirada maternal. La intuición natural de una mujer para tender la mano, formar y guiar a otros es particularmente útil en el campo de las comunicaciones sociales, donde se necesita dar un toque cariñoso a los mensajes que crean.

-Me gusta mucho esta definición de “intuición natural”, algo que en estos tiempos relativistas, como comentaba usted, no se valora mucho… Pero siempre, como hombre, he pensado en la inteligencia de las mujeres como algo más “refinado”, o capaz de  “escuchar” más, de intuir más…

-¡Precisamente! Y más: en cuanto mujeres y comunicadoras debemos buscar formas de llegar a todos y poder “escuchar” los signos de los tiempos para ayudar a los demás.