Juan Manuel de Prada

, que vuelve a paladear el éxito de crítica y de ventas con una novela tras la publicación de Me hallará la muerte (Destino), concedió este domingo a Alfonso Armada para ABC una de las entrevistas más extensas y profundas de su carrera literaria.


Definido por su entrevistador como "un artesano de la literatura que lleva a gala su condición de católico empeñado en dar testimonio contra viento y marea", Prada abordó multitud de perspectivas de su percepción del mundo en todos los ámbitos: literario sobre todo, pero también filosófico, religioso, político, económico...
 
"Yo soy un escritor bastante a la contra de los tiempos. Primero porque tengo una cosmovisión cristiana, lo cual ya te convierte en un escritor a la contra. Pero además es una cosmovisión cristiana, pero desgarrada o tortuosa, no una cosmovisión cristiana luminosa, o buenrollista, que es lo que hoy en día se lleva más", afirmó a modo de síntesis. En ese sentido se siente "muy identificado" con Miguel de Unamuno, aunque sin mitificar al pensador vasco: "Aunque llegamos a conclusiones distintas mi relación con la sobrenatural es muy unamuniana, de una tensión fuerte".

Hay en Prada "una rebelión constante, y una tensión muy fuerte y un deseo de creer para sentirme inmortal. Porque yo creo que esa es la vocación natural de todo ser humano. Si no, desde el momento en que dejamos de sentirnos inmortales esta vida se carga de angustia, porque entonces te preguntas por qué tengo necesidad de escribir, por qué tengo la necesidad de conmoverte con la belleza. Si no lo contemplas como una reverberación o como un eco de una belleza suprema que vas a contemplar en la otra vida de repente todo deja de tener sentido, parece como una broma macabra", explicó para dar el sentido último a su pulsión de escritor.

Que Dios intervenga en nuestra vida
Se le reprocha que "haga ostentación de sus sentimientos religiosos, que es algo que además le distingue", le plantea Armada. "Cuando uno se va tomando en serio ciertas cosas, como en mi caso puede ser la fe", responde, "es que aunque no quieras hay algo que te arrastra, algo superior a ti. Hay mucha gente que tiene posiciones ideológicas mucho más fuertes que la mía y no tienen estos problemas. Esto es odio religioso. Y yo por prudencia o por interés procuraría disimular más esto. Pero no puedes... Esto es también muy cristiano. Dejar que Dios intervenga en nuestra vida y no oponer resistencia, entre otras cosas porque he tratado de oponerla y ha habido otros momentos en mi vida, por miedo, por temor, por la hostilidad que descubres, en que me he dicho: vamos a tratar de ser más contemporizador o más camaleónico. Pero tampoco lo consigues".

"La realidad es que yo creo en las cosas", continúa: "Uno de los grandes problemas que tengo es precisamente por definirme como una persona católica. Muchos católicos, ante mi literatura, se retraen un poco. Sospecho que esperan encontrar en mi literatura... una cosa beata, almibarada, merengosa. Y se tropiezan con lo contrario. Es que yo soy un escritor profano. Reivindico el ser católico, pero el tener unas inquietudes profanas y por lo tanto en mis novelas tiene que estar presente el mal, realidades del mundo. Mi literatura es problemática".

Y evocando la profecía del anciano Simeón a la Virgen María, de que Jesucristo sería "signo de contradicción", Prada añade: "Y yo creo que de alguna manera, hoy en día, en nuestro mundo, ser cristiano es esto: ser signo de contradicción. Ahí no hay representación, más allá, repito, de que inevitablemente al asumir una responsabilidad uno muchas veces se convierte sin pretenderlo en la fachada de unas posiciones".

Pero ¡atención!, porque esas posiciones pueden no ser las que parecen: "En España, no nos engañemos, del mismo modo que en los años sesenta y setenta lo católico fue utilizado por la izquierda, hoy en día lo católico también es utilizado por la derecha y esto hace que mucha gente que es más de derechas que católica se sienta defraudada contigo, o viceversa".


Como han subrayado todas las interpretaciones sobre Me hallará la muerte, en esta novela el mal está muy presente: el mal mediante el cual se puede lograr un bien, un dilema moral tan viejo como la Humanidad: "El mal puede llegar a ser algo rutinario y no algo necesariamente aflictivo ni comprometedor para quien lo comete. Pero el problema del mal es que te va curtiendo, vas criando callo, vas perdiendo sensibilidad y el mal se va apoderando de ti sin que te des cuenta. El mal siempre te pasa factura".

Un poco más adelante en la conversación, Prada vuelve a mostrar su planteamiento teocéntrico de la existencia: "No creo que el hombre sea el centro de todas las cosas, creo que Dios es el centro de todas las cosas, y el hombre, como criatura, está puesta aquí para ejercer un dominio responsable del mundo de forma delegada, digámoslo así".


En su análisis de nuestro mundo, reitera su crítica a la idolatría del dinero: "Siempre se dice que Cristo estaba en contra del dinero. Eso no es completamente cierto. De hecho, Cristo tenía un montón de amigos ricos, desde Nicodemo a José de Arimatea, gracias al cual pudo ser enterrado decorosamente. Él tiene amigos ricos, recurre a ellos... Contra lo que él se alza es contra el dinero convertido en religión, de ahí la frase «no podéis servir a dos señores, no podéis servir a Dios y al dinero».... Y eso es lo que hemos hecho con el dinero: el dinero ha dejado de ser un signo que significa el valor de las cosas, y que se remitía en sí mismo al valor que las cosas tienen, y lo hemos convertido en algo espiritual, en algo que está desprendido de la riqueza natural, que ha dejado de representar el valor de las cosas y que representa un valor fantasmagórico, y así nos pusimos a crear dinero fantasmagórico".

En cuanto al capitalismo, hace una distinción: "Que agentes libres puedan cambiar sus productos, o que puedan vender sus productos mientras otros agentes libres también los compran, es estupendo. Y podemos estar todos de acuerdo. Yo escribo un libro, se lo vendo a una editorial, la editorial lo vende a los señores que lo quieran comprar. Las relaciones humanas siempre se han tejido así. Pero es que el capitalismo es también una antropología, no es una manera de organizar las relaciones humanas... Estamos bajo un régimen capitalista que es exactamente igual de materialista que el comunismo, y que mediante la deificación del dinero, y de un dinero desencarnado de la riqueza natural de las naciones, se ha convertido en ídolo. Para alcanzar ese ídolo ha destruido nuestros vínculos sociales, ha introducido la inmoralidad como regla de conducta establecida, consentida, admitida"...


Por eso se irrita cuando ese elemento es eliminado de la relación de males contemporáneos: "Nunca se ha analizado cómo este orden económico ha contribuido a la destrucción de la familia, siempre se habla del relativismo, del hedonismo, ¡qué cojones, el capitalismo, señores! El capitalismo que nos ha obligado a jornadas laborales enloquecidas, que por avaricia hemos antepuesto sobre el cuidado de nuestras familias otras cuestiones. El capitalismo ha destruido los cimientos de nuestra vida y no nos hemos dado cuenta".


En otro momento de la entrevista, Prada recuerda la doctrina clásica de la ley natural: "Creo en la ley natural. Precisamente porque creo en Dios creo que Dios ha querido, puesto que la fe no puede ser obligatoria, es un don que uno recibe, otros no, pero el Dios en el que creo cuenta con ello, porque nos ha dado libertad. Creo que el hombre tiene una noción natural del bien y del mal. En realidad esta es la definición aristotélica de hombre: el hombre es el único animal con capacidad para hacer un juicio ético objetivo, con capacidad para discernir entre el bien y el mal. Eso es lo ha distinguido al hombre durante toda la historia. Yo creo que sí, el hombre está iluminado por este conocimiento natural ético. Absolutamente, sí. Un hombre que no crea puede ser bueno. Sí lo creo".
 
¿Cuál es entonces el problema de nuestra época? Que "la negación de Dios ya nada tiene que ver con la incapacidad para encontrar a Dios o con la falta de fe. La negación de Dios hoy es ya una guerra. La única forma que el hombre tiene de negar a Dios en realidad es, de la misma manera que tiene de borrar la noción de Dios, es instaurando el mal. Ese es el paso que ha dado nuestro mundo yo me atrevería a decir en los dos últimos siglos. Yo creo que hombres buenos, con capacidad de discernimiento ético a lo largo de la historia ha habido siempre, y no creían. Lo que hay hoy es esa rebelión contra Dios que nos lleva a entronizar una antiley divina. No solamente es que nosotros no lleguemos a los Diez Mandamientos a través de la fe, siempre ha existido la certeza moral, lo que los mandamientos te imponían, más allá de la adoración a Dios. Si no creías, lo demás lo podía compartir cualquier persona. Pero hoy en día no. Hoy en día la negación de Dios va acompañada de la negación de esta capacidad de discernimiento sobre el bien y el mal".

Y no es maniqueísmo: "Al contrario... En cualquier persona honesta hay una búsqueda de Dios inevitable, porque la búsqueda de Dios es la búsqueda de un sentido a la vida... Creo que la búsqueda de Dios en cualquier persona se da. No puedo imaginar que una persona, salvo que esté absolutamente fanatizada, que no se plantee esta pregunta. Lo que pasa es la presencia de este fenómeno nuevo de estar contra Dios".


Por último, Juan Manuel de Prada afirma que no teme morir: "No, no me da miedo. Evidentemente deseo aprovechar esta andadura terrenal, pero le confesaré que de todos los dogmas de la fe que profeso el que me parece más arrebatador y maravilloso es la resurrección de la carne. Tengo una inmensa curiosidad por saber como será esa vida en la que creo con la fe de un caballo".

Pinche aquí para leer en su integridad la entrevista en ABC, donde Juan Manuel de Prada aborda numerosos aspectos de su visión de la vida y la literatura.