Hildegarda von Bingen (10891179), monja benedictina del siglo XII, nunca había sido oficialmente canonizada, pero lo fue de facto este jueves. Tras recibir en audiencia al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa firmó la extensión de su culto litúrgico a la Iglesia universal, "inscribiéndola en el catálogo de los santos", declaración formal equivalente a una canonización.

La devoción a esta abadesa alemana, célebre por sus visiones y profecías y por sus conocimientos artísticos y científicos (desde la composición musical a la medicina natural), es extraordinariamente popular en Alemania, y Benedicto XVI se la profesa de manera muy especial. De hecho, ha declarado su intención de proclamarla a lo largo de este año doctora de la Iglesia. En dos catequesis generales de los miércoles el Papa Ratzinger ha utilizado sus enseñanzas para instruir a los fieles.

De familia noble, Santa Hildegarda fue la menor de diez hermanos y comenzó a tener visiones desde muy joven. Entró en el convento de Disibodenberg, donde la abadesa Jutta le dio una educación muy esmerada. Compuso hasta 78 obras musicales, entre ellas una ópera, y escribió nueve libros que abarcan la investigación botánica y la curación de enfermedades, además de escritos de corte espiritual y místico.

Fundó dos monasterios y no tuvo empacho en censurar la actitud de Federico Barbarroja durante el conflicto de las investiduras entre el Papa y el Emperador: "Te comportas como un niño", le dijo.

De la importancia que concede la Santa Sede a Santa Hildegarda da cuenta el lugar preeminente que L´Osservatore Romano de este viernes concede a la canonización con un artículo en primera plana de la periodista e historiadora, conversa del feminismo, Lucetta Scaraffia.

Junto al decreto de Santa Hildegarda, el Papa firmó diversos otros de reconocimiento de virtudes, milagros y martirios, entre ellos el de veinte religiosos españoles asesinados "en odio a la fe" durante la Guerra Civil: dos dominicos martirizados en Bilbao, 17 miembros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia y un laico, Sebastián Llorens. Asimismo, declaró las virtudes heroicas del sacerdote gallego Baltasar Pardal Vidal, fundador del instituto secular de las Hijas de la Natividad de María y fallecido en 1963.