Acabado el Scivias, Hildegarda dictó entre 1151 y 1158, en los intervalos de sus ocupaciones ordinarias varias obras muy diversas, llamadas "menores", dos de las cuales son de asunto médico y dietético y al parecer las dictó como un todo único llamado "Libro de la sutileza de la diversa naturaleza de las cosas creadas" (Liber subtilitatum diversarum naturarum creaturarum). 

Cuarenta años después de su muerte, esta obra ya estaba separada en dos: “Libro de Medicina Sencilla”, (Liber simplicis medicinae) también conocido como "Física" (Physica) y “Libro de Medicina Compleja” (Liber compositae medicinae) más conocido comoCausae et Curae, (Causas y Remedios). 

El libro de medicina simple, la Física, describe en nueve secciones o libros la utilidad para el hombre de las cosas creadas más comunes: las plantas, los elementos, los árboles, las piedras, los peces, los pájaros, los animales terrestres, los reptiles y los metales. No es un libro médico, pues no relaciona enfermedades ni sistematiza remedios, sino más bien una exposición de las propiedades y la utilidad directa de las criaturas más corrientes. 

La otra mitad, el libro de medicina compuesta, Causae et Curae, más breve, es un tratado originalísimo de medicina y fisiología que comienza con la Creación, el hombre y su dependencia del cosmos, y que contiene tres secciones puramente médicas que describen el funcionamiento del cuerpo, regulado por secrecciones internas cuyo desequilibrio provoca las diferentes enfermedades y sus remedios. 

Cada obra tiene distinto destinatario: una es de divulgación y otra para profesionales, pero entre las dos no agotan lo que ha dado en llamarse "Medicina de Santa Hildegarda", pues las obras mayores de Santa Hildegarda (Scivias, Divinorum Operum y Vitae Meritorum) contienen menciones a veces relativamente extensas, de procesos fisiológicos que completan la doctrina de sus libros de medicina. 

En sus obras teológicas, Hildegarda compara muchas veces los proceso del alma a los del cuerpo, o los procesos del cuerpo a los fenómenos cósmicos, geológicos, astronómicos y meteorológicos, desde puntos de vista muy originales y con frecuencia sugestivos.

Durante mucho tiempo la "Medicina de Santa Hildegarda" se citó como una curiosidad de la Historia de la Medicina, pero en realidad no la conocía nadie y así, por ejemplo, un prestigioso historiador de la Medicina habla de ¡San Gil de Garde! Con semejante ignorancia no es extraño que el innegable saber médico y fisiólogico de Hildegarda, se haya atribuído -aunque sin prueba alguna- a la "sabiduría popular germánica", a "un compendio del conocimiento médico medieval", y que se haya dicho de Hildegarda que era una "investigadora científica". Cuando los hechos contradicen los prejuicios, se inventa algo y no pasa nada. 

Pero no es verdad. El saber médico de la Edad Media era de origen judío y musulmán, ámbitos que habían recogido y transmitían los conocimientos médicos de la Antigüedad grecolatina. Nada de ello hay en Hildegarda. Y en cuanto a la sabiduría popular germánica, es mucho suponer, incluso para el Herrenvolk, que los antiguos germanos supieran que las ballenas rascan el fondo del mar con la boca abierta. Si no se acepta el origen divino del saber de Hildegarda, lo honrado es calificarlo de inexplicable, pero es anticientífico atribuirla características que no tiene, basándose en conjeturas o prejuicios. 

Distinto es si lo que nos ha llegado contiene lo que dictó Santa Hildegarda, pues a la vista del desorden de los índices de la edición de 1533 y de la repetición de algunos capítulos, cabe pensar que se haya modificado en copias sucesivas. Sin embargo, el manuscrito que sirvió mpara la edición de París es sensiblemente igual al más antiguo, de modo que salvo los errores de copista, la obra es la que dictó Santa Hildegarda.

Para Santa Hildegarda la curación depende de recuperar la amistad con Dios, pues solo Él puede dar la vida plena, la salvación y la salud. Al exponer remedios, la Física dice "sanará", "mejorará" o "se curará si Dios quiere" porque a veces la curación de un enfermo podría perjudicar la salvación de su alma. 

El creyente no está libre de enfermedades, pero la evidencia muestra que tiene menos tendencia a contraer algunas y que su recuperación puede ser más rápida. El dolor es menos traumático para quien goza de buena salud espiritual que para el que sufre sin ella. Al preguntarse ¿qué quiere decirme Dios con esta enfermedad? el creyente reflexiona sobre su vida y afronta con menos angustia la enfermedad, porque sabe que Dios la quiere o la permite y que todo sucede para nuestro bien. 

Toda esta sabiduría había quedado ignorada hasta que empezó a aplicarla en Austria, Suiza y Alemania el Dr. Hertzka. 

La Física de Santa Hildegarda fue traducida al español del tomo 197 de la Patrología Latina de Migne en latín por Rafael Renedo Hijarrubia. Fue publicada en 2009 por la Editorial Akrón (se puede pedir a info@csed.es). Puede verse una amplia muestra de la obra en www.hildegardiana.es

Éste artículo ha sido escrito por Rafael Renedo y José María Sánchez de Toca