La Iglesia de Nuestra Señora de Sión se encuentra en Port Howe, una pequeña población de Cat Island, la Isla del Gato, una isla de las Bahamas que apenas cuenta con 2.000 habitantes. Las Obras Misionales han dedicado este año 15.000 dólares a esta iglesia a cargo de los mismos fieles, porque no tienen sacerdote. Un diácono permanente es el responsable de la comunidad católica de esta isla, y un sacerdote va periódicamente desde Nassau, la capital de las Bahamas, a unos 200 kilómetros de distancia.
 
Alargada como un palo de golf, esta isla cuenta con la mayor elevación de todas las Bahamas, una colina de 60 metros de altura conocida como Mount Alvernia. En esta elevación hay un pequeño monasterio ahora abandonado. Se llama The Hermitage, la ermita. Aquí fue donde, con permiso de la Santa Sede, se retiró John Cyril Hawes. Inglés y anglicano de nacimiento, arquitecto de profesión, sus inquietudes religiosas le llevaron a convertirse al catolicismo y a ser ordenado sacerdote en 1915. Fue misionero en Australia, y allí, en Geraldton, construyó la catedral dedicada, una vez más, a San Francisco Javier, que ha sido calificada como “un poema en piedra”, informa OMPress.
 
Llegado a las Bahamas se dedicó a construir iglesias, muchas de las cuales ya forman parte de la historia arquitectónica de las islas. Su retiro en Mount Alvernia duró poco porque en seguida se le requirió para diversas obras y por la calidad de sus escritos espirituales. Lo curioso es que la casa actual del obispo de Nassau se llama “The Hermitage”.
 
Este año las Obras Misionales Pontificias han dedicado 75.500 dólares a diversos proyectos en la archidiócesis de Nassau, la única diócesis de las Bahamas. Es el 20% de todos los gastos de esta Iglesia, la mitad de los cuales van destinados a la asistencia a las familias a través de las parroquias y a un fondo para los desastres naturales, que suelen azotar con muchísima frecuencia a estas islas.
 
Aunque muy cercanas a Cuba y a Florida el primer sacerdote católico llegó en 1845, y sólo fue de paso. Sólo a finales del siglo XIX y principios del XX, la archidiócesis de Nueva York, USA, comenzó a enviar misioneros para atender a los católicos de las islas.
 
Por supuesto, todo el proyecto misionero se puso bajo el patronazgo de San Francisco Javier. De hecho, en 1906 el número de católicos era de 360. Hoy, cerca de 50.000, uno de cada seis habitantes de las Bahamas es católico, y la implicación de la Iglesia en las actividades sociales es, como en muchos otros países, superior a lo que sería por su número.
 
Lo primero que hicieron las Hijas de la Caridad que llegaron de Mount St. Vincent, su casa de Nueva York, a finales del siglo XIX, fue abrir un colegio gratuito para los niños de color, porque en las Bahamas el 80% de los habitantes lo es. La principal minoría, los blancos.