El Papa Francisco ha proseguido este miércoles con sus catequesis sobre la oración y en esta ocasión se ha centrado en la bendición de nuevo en una audiencia sin fieles celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico.

De este modo, Francisco recalcó que la bendición “es una dimensión esencial de la oración”.

“Nosotros podemos tan sólo bendecir a este Dios que nos bendice. Debemos bendecir a toda la gente, bendecir a Dios, bendecir a los hermanos, bendecir el mundo. Esta es la raíz de la mansedumbre cristiana: la capacidad de sentirse bendecidos y de bendecir”, explicó Francisco durante su catequesis.

Por ello, el Papa señaló que si todo el mundo lo hiciera así “seguramente no existirían las guerras”. En su opinión, “este mundo tiene necesidad de bendición, y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan sólo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir”.

Francisco quiso por ello centrar algunas de sus palabras en aquellas personas “acostumbradas a maldecir” y si alguno tiene esa “costumbre de maldecir” pedir al Señor “la gracia de cambiar ese hábito, porque nosotros tenemos un corazón bendecido, y de un corazón bendecido no puede salir la maldición. Que el Señor nos enseñe a nunca maldecir, sino a bendecir”.

Recordando el relato de la creación que aparece en el Génesis, Francisco recordó que “Dios continuamente bendice la vida. Siempre. Bendice a los animales, bendice al hombre y a la mujer, finalmente bendice el sábado, día de reposo y del disfrute de toda la creación”.

“Es Dios que bendice”, subrayó el Papa y añadió que “Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios”.

De este modo, el Santo Padre indicó que “Dios no se ha equivocado con la creación y tampoco con la creación del hombre. La esperanza del mundo reside completamente en la bendición de Dios: Él sigue queriéndonos, Él el primero, como dice el poeta Péguy, sigue esperando nuestro bien”.

Sin embargo, quiso recalcar que “la gran bendición de Dios es Jesucristo. El gran don de Dios, su Hijo. Es una bendición para toda la humanidad, que nos ha salvado a todos. Él es la Palabra eterna con la que el Padre nos ha bendecido ‘siendo nosotros todavía pecadores’ dice San Pablo: Palabra hecha carne y ofrecida por nosotros en la cruz”.

“No hay pecado que pueda cancelar completamente la imagen del Cristo presente en cada uno de nosotros. Ningún pecado puede borrar aquella imagen que Dios nos ha dado aquella imagen de Cristo. Puede desfigurarla, pero no puede quitarla de la misericordia de Dios. Un pecador puede permanecer en sus errores durante mucho tiempo, pero Dios es paciente hasta el último instante, esperando que al final ese corazón se abra y cambie”, subrayó, tal y como recoge Aciprensa.

El Papa citó también el Catecismo de la Iglesia Católica que describe que “la oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición”.

“La oración es alegría y reconocimiento” porque “Dios no ha esperado que nos convirtiéramos para comenzar a amarnos, sino que nos ha amado primero, cuando todavía estábamos en el pecado”.