Tras la misa celebrada ante más de 150.000 católicos en Rangún, el Papa Francisco tuvo un encuentro con el Consejo Supremo “Sangha”, líderes budistas de Myanmar, y principal religión del país. En él, el Santo Padre les ha pedido superar el “prejuicio” y el “odio” para sanar las heridas y así poder llevar esperanza a las personas.

Francisco pronunció su discurso después de que los monjes budistas realizasen algunas oraciones. Según recoge Aciprensa, el Papa ha destacado que este encuentro “es también una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso por la paz, el respeto de la dignidad humana y la justicia para todos los hombres y mujeres”.

De este modo, agregaba que “el gran desafío de nuestros días es el de ayudar a las personas a que se abran a la trascendencia” y a “que sean capaces de mirar en su interior y de conocerse a sí mismas de manera que puedan reconocer la interconexión recíproca con los demás”.


“Si debemos estar unidos, como es nuestro propósito, es necesario superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio”, expresó. Y Por ello, afirmó que las personas necesitan que los líderes religiosos den este testimonio común” y den palabras “de esperanza”.



A su vez les exhortó a cerrar las heridas “causadas por los conflictos, la pobreza y la opresión que persisten” ya que “crean nuevas divisiones”. “Sabemos que existe un camino que nos permite avanzar, que lleva a la curación, a la mutua comprensión y al respeto. Un camino basado en la compasión y en el amor”, añadió.

El Santo Padre también reconoció que los birmanos han sido formados “en los valores de la paciencia, de la tolerancia y del respeto por la vida, así como en una espiritualidad atenta y profundamente respetuosa de nuestro medio ambiente”.


“Estos valores son esenciales para un desarrollo integral de la sociedad, a partir de la familia, que es la unidad más pequeña pero más esencial, para luego extenderse a la red de relaciones que nos ponen en estrecha conexión”. En una auténtica cultura del encuentro, estos valores fortalecen a nuestras comunidades y las ayudan para que puedan iluminar al conjunto de la sociedad con esa luz tan necesaria.

Por tanto, abogó por “curar las heridas de los conflictos que a lo largo de los años han dividido a personas de distintas culturas, etnias y convicciones religiosas”.

“Ciertamente, para que estos esfuerzos produzcan frutos duraderos, se necesitará una mayor cooperación entre los líderes religiosos. A este respecto, deseo que sepáis que la Iglesia Católica es un interlocutor disponible”, manifestó.