"Me da mucho que pensar un grupo de obispos que después del Vaticano I se fueron, un grupo de laicos, otros grupos, para continuar la ‘verdadera doctrina’ que no era la del Vaticano I. ‘Nosotros somos los verdaderos católicos’, decían… Hoy ordenan a mujeres”.

Así habló este sábado por la mañana el Papa Francisco al recibir a funcionarios y patrocinadores de la Oficina Nacional de Catequesis de los obispos italianos, que cumple 60 años. El Papa, por supuesto, no alababa a los que ordenan mujeres ni a los que se van de la Iglesia, sino que señalaba la paradoja de que aquellos rigoristas que creían ser muy conservadores, al separarse del tronco de la Iglesia, pronto caen en extrañas derivas doctrinales.

Efectivamente, así sucedió con los hoy llamados veterocatólicos o iglesias de la "Unión de Utrecht" o de "viejos católicos", que aparecieron en el s.XIX como ex-católicos que protestaban contra la enseñanza de la infalibilidad pontificia, organizando sus propias comunidades y hoy permiten la anticoncepción, la píldora del día después, las sacerdotisas, las prácticas homosexuales, niegan la Asunción y la Inmaculada Concepción, han abandonado la Confesión sacramental, etc...

Tres enseñanzas para la catequesis: primero, el kerygma

El Papa habló a los asistentes para "compartir tres puntos que espero puedan ayudarlos", sobre su trabajo en catequesis.

El primer punto, dijo es "catequesis y kerygma".

"La catequesis es el eco de la Palabra de Dios", dijo Francisco. El corazón del misterio de la salvación es el kerygma, y el kerygma es una persona: Jesucristo. La catequesis, por tanto, debe "propiciar un encuentro personal con Él" y, por tanto, no puede hacerse sin relaciones personales.

No existe una verdadera catequesis sin el testimonio de hombres y mujeres de carne y hueso. ¿Quién de nosotros no recuerda al menos a uno de sus catequistas? Yo lo recuerdo. Recuerdo a la religiosa que me preparó para mi primera comunión y que me hizo tanto bien".

"¿Quién es el catequista? Es el que guarda y alimenta la memoria de Dios; la guarda en sí mismo – es un recordador de la historia de la salvación – y sabe despertar esta memoria en los demás. Es un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para ser visto, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor, de su fidelidad”

Antes de enseñar las obligaciones, enseñar el amor

El Papa pidió que el anuncio de hoy debe mostrar en primer lugar el amor de Dios, antes que las obligaciones morales y religiosas. Debe tener en cuenta la libertad de la persona y ser testigo de alegría y vitalidad, expresar "cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena".

Defendió educar desde el "dialecto de la cercanía", el que entienden las personas.

“Me conmueve tanto ese pasaje de los Macabeos, sobre los Siete Hermanos. Dos o tres veces dijeron que su madre los apoyaba hablándoles en dialecto. Es importante: la verdadera fe debe transmitirse en dialecto. Los catequistas deben aprender a transmitirlo en dialecto, es decir, ese lenguaje que sale del corazón, que nace, que es el más familiar, el más cercano a todos. Si no hay dialecto, la fe no se transmite totalmente ni bien”

El Concilio Vaticano II, catecismo para nuevos tiempos

Francisco después citó a su predecesor Pablo VI, quien dijo que el Concilio Vaticano II "será el gran catecismo de los nuevos tiempos". Pidió Francisco una catequesis inspirada en el Concilio, "siempre atenta a la renovación".

Después improvisó una reflexión sobre el Concilio Vaticano II, y los concilios en general.

“El Concilio es el Magisterio de la Iglesia. O estás con la Iglesia y por lo tanto sigues el Concilio, y si no sigues el Concilio o lo interpretas a tu manera, a tu voluntad, no estás con la Iglesia. Debemos ser exigentes y estrictos en este punto. No, el Concilio no debería ser negociado para tener más que estos... No, el Concilio es así. Y este problema que estamos viviendo, de selectividad del Concilio, se ha repetido a lo largo de la historia con otros Concilios", dijo.

A continuación comentó el caso de los cismáticos rigoristas del siglo XIX que con el tiempo perdieron todo rigor y ortodoxia.

"A mí me hace pensar tanto en un grupo de obispos que después del Vaticano I se fueron, un grupo de laicos, grupos allí, para continuar la "verdadera doctrina" que no era la del Vaticano I. "Nosotros somos los verdaderos católicos"... Hoy ordenan mujeres. La actitud más estricta de custodiar la fe sin el Magisterio de la Iglesia, te lleva a la ruina. Por favor, nada de concesiones a los que intentan presentar una catequesis que no está de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia”

Hablar el lenguaje de los hombres de hoy

A continuación, el Papa retomó su discurso escrito y dijo: “No debemos tener miedo de hablar el lenguaje de las mujeres y de los hombres de hoy. Sí, hablar la lengua fuera de la Iglesia: de esto, no debemos tener miedo. No debemos tener miedo de hablar el lenguaje de la gente. No debemos tener miedo de escuchar sus preguntas, independientemente de las que sean, sus preguntas no resueltas, de escuchar sus fragilidades y sus incertidumbres: de esto no tenemos miedo. No debemos tener miedo de desarrollar nuevos instrumentos”

En un mundo de soledad, ¡más comunidad!

Su tercera gran recomendación fue redescubrir y trabajar la comunidad, y más en estos tiempos de soledad y aislamiento.

“El virus ha socavado el tejido vivo de nuestros territorios, sobre todo los existenciales, alimentando temores, sospechas, desconfianza e incertidumbre. Ha socavado las prácticas y los hábitos establecidos y, por tanto, nos hace repensar nuestro ser comunitario. También nos ha hecho comprender que sólo juntos podemos avanzar, cuidando unos de otros. Hay que redescubrir el sentido de comunidad”, añadió.