Con San Juan de Dios (1495-1550) ha habido un poco de confusión en cuanto a su origen. Parece que se le ha considerado portugués, cuando en realidad era bolo, o sea, toledano. La cosa es que el día de San Juan de Dios, creador de la Orden de los Hermanos Hospitalarios, es el 8 de marzo: y no es casualidad, es sencillamente providencial la coincidencia.

Antes de entrar en materia, recordemos que los progres del Frente Popular mataron a muchos hermanos hospitalarios que hoy son como mínimo beatos, arrancándoles de las manos a los enfermos mentales que cuidaban. Por ejemplo, en Ciempozuelos (Madrid). Y los herederos ideológicos de aquellos progres suelen emplearse a fondo todos los 8-M en propagar invectivas que incluyen posturas en el fondo contrarias a las mujeres y por supuesto contrarias a la fe católica: aquellas dirigidas a atacar a la mujer como virgen, esposa y madre. Esto es, lo contrario de lo que hizo San Juan de Dios.

Sí, porque se sabe que en Granada el santo se empleó a fondo en recoger de la calle a niñas abandonadas o sencillamente sin padres que solían caer en manos de desaprensivos que las introducían en la prostitución, como desgraciadamente sigue ocurriendo. Lo contó de maravilla el año pasado Antonio Ubago en un artículo titulado San Juan de Dios y las mujeres.

San Juan de Dios llegó a Granada en 1538 con 42 años, soltero y laico, y así se mantuvo hasta su muerte en 1550. En esos tiempos las mujeres se enfrentaban a problemas muy serios, como ahora, pero mucho peor. El santo se encargó de ayudar a dar de comer a madres solteras, de proteger a niñas y adolescentes para evitar que cayeran en la exclusión social, a las viudas convertidas en pobres vergonzantes que al fallecer sus maridos no tenían con qué comer. San Juan de Dios se preocupó de que las mujeres pudieran vivir dignamente como vírgenes, esposas y madres, y también como viudas.

Se cuenta con bastante grado de detalle cómo el santo todos los viernes acudía a los lugares propios de lo que hoy llamamos trata de blancas, concretamente a la Puerta de Bibataubín (destruida por el Gran Capitán en los años previos a la Toma de Granada), para hablar con las prostitutas y ofrecerles salir de esa vida. Según su biógrafo Francisco de Castro (1584), "para arrancarlas de las uñas del demonio" buscándoles trabajo y otras veces marido, y siendo por ello insultado y maltratado por los chulos de turno.

Un monumento en Granada recuerda esta labor: una de las figuras que rodean al santo representa a una mujer sufriente, una prostituta. "Las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos" (Mt 21, 31)...

Monumento a San Juan de Dios, obra del escultor Miguel Moreno Romera, en los Jardines del Triunfo de Granada. Foto: Roberto Chamoso / Wikipedia.

Viendo estas acciones, algunas mujeres, conmovidas, ayudaron al santo. Concretamente una de ellas, de la calle de Tundidores, cuenta Castro que le regalaba ropa al santo para que cubriera la desnudez de aquéllas, lo mismo que hizo la Duquesa de Sesa: mujeres ayudando a mujeres con ayuda de hombres, todos inspirados por el amor de Cristo, como María de Mendoza, viuda del Comendador Francisco Cobos, en Valladolid, o doña Francisca de Cáceres, que le construyó un hospital al santo, pero sobre todo doña Ana Osorio, mujer del Caballero Venticuatro don García de Pisa, que acogió en su casa a San Juan de Dios hasta su muerte.

Fue en Granada donde, viendo lo que hacía, comenzó a llamársele San Juan de Dios. Que durante el próximo 8-M no perdamos de vista esto ni el trato de Cristo con las mujeres manipuladas por los hombres: promovamos la verdadera justicia, la que practicó San Juan de Dios.