Servidor de todos es el título del libro que monseñor Iceta, hasta hace poco obispo de Bilbao, y ya nuevo arzobispo de Burgos, acaba de publicar, editado por Palabra, y que ha escrito mano a mano, con José Francisco Serrano. Es, sí, otro libro-entrevista, pero no uno más. Verán por qué: tiene como subtítulo "una conversación" y en verdad, es una larga, inteligente, muy oportuna y hasta imprescindible conversación. Ya iba siendo hora. Yo diría que es una conversación con "autoridad". Me explico: "autoridad" viene, aunque la gente no lo sepa, o haga como que lo olvida, de "autor", es decir, el que hace, el que crea algo, y ya iba siendo hora de dejar de lado lamentaciones y quejas, y de hacer algo, de crear, de proponer, de aportar soluciones, en vez de ser todos tan quejicas y quedarse llorando la leche derramada de cada problema, porque "este país está dejado de la mano de Dios"... y bla, bla, bla...

Es evidente que el éxito, o mejor dicho, el fruto de un libro-entrevista depende de las preguntas que haga -y hasta de cómo las haga- el entrevistador, tanto o más que de las respuestas que dé el entrevistado. Y, en esto, estas 220 páginas son ejemplares. Vamos, de manual, y del mejor periodismo. Y, luego, claro, está el tuétano, el meollo, y aquí, con Mario Iceta raya a una altura no fácilmente superable, hoy por hoy, aquí y ahora. Es muy reconfortante ver que, por fin, un obispo de ahora llama a las cosas por su nombre, quizá porque empieza por reconocer paladinamente que "vivimos en una sociedad adocenada" (que es lo que ocurre cuando no se reacciona al mal y se grita más por un gol que por una injusticia y una canallada como las leyes contra la vida, la educación y los derechos humanos, digo yo) y que urge "voces que nos hagan salir de la modorra". Esta voz de Iceta-Serrano es una, y muy meritoria, sin lugar a dudas.

Baste como botón de muestra alguna respuesta más:

"Las personas son siempre antes que las estructuras"; "es necesario volver a la verdad sobre el ser humano"; "no es fácil establecer un diálogo con las ideologías"; "hay que distinguir ideologías de idearios"; "la Iglesia no debe comunicar como comunican las ideologías"; "el Cristianismo no se percibe como factor social y cultural de referencia"; "todo árbol que, como Europa, descuida sus raíces acaba secándose"; "urge un doble grado universitario que abarque lo humano y lo técnico, las Humanidades y lo científico"; "hay que atreverse a diferenciarse de la uniformidad de pensamiento". Vale, ¿no?

Este obispo, que primero fue médico, o sea, cocinero antes que fraile, y que tenía trece años cuando lo de la Transición, que, según él, se hizo "con altitud de miras"; que cree y proclama que Dios no ha creado el mal y que  mueve más el amor que el temor; que asegura que una estructura deficitaria con personas excelentes puede funcionar bien y en cambio una estructura fabulosa (le preguntan sobre la Curia) con personas mediocres sabemos que no funciona... dice que la Iglesia en Europa tiene que crecer con sencillez y humildad, y que, a la Iglesia, en la actualidad, "le cuesta generar cultura". Bueno, pues eso...

No se pierdan este libro, oigan, y si se lo pierden, pues ustedes se lo pierden.