A lo largo de estos años, el señor Rodríguez Zapatero nos ha hablado miles de veces de su progresismo y de las fuerzas progresistas que están detrás de él. Recordando el famoso refrán: «Dime de qué presumes y te diré de que careces», me he puesto a investigar ese supuesto progresismo a fin de ver a qué conclusiones llegaba. Según el Diccionario de la Real Academia, progresar es avanzar, mejorar, lo que en el campo de la política se traduce en el perfeccionar las libertades públicas, cuya enumeración encontramos en la Constitución y en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU del 10 de Diciembre de 1948. En la Declaración de Derechos Humanos encontramos como tales derechos el derecho a la vida (art. 3), a tener una familia y a que ésta sea protegida por la sociedad y el Estado (art. 16), a la libertad de pensamiento, conciencia y religión y en consecuencia a la objeción de conciencia (art. 18), a educar a los hijos (art. 26), a los derechos sociales. En pocas palabras es progresista quien hace avanzar los derechos humanos, retrógrado, quien los hace retroceder. Y ahora veamos qué está haciendo el Sr. Zapatero. El derecho a la vida se extiende desde que hay vida humana, o, al menos, no puede probarse que no la hay, porque eso significaría ponerse en riesgo de matar, es decir, asesinar seres humanos. Según muchos de nuestros científicos, cada vez más, la vida empieza en la concepción y por tanto desde ese momento debe ser protegida. Todos somos conscientes del espantoso ridículo que doña Bibiana Aido ha hecho con su declaración que un feto de trece semanas es un ser vivo, pero no un ser humano. Estos días he preguntado a mujeres en las primeras semanas de gestación, si cuando van al médico le dicen: «Doctor, ¿cómo va mi ser vivo?» Pues parece que no, sino que la pregunta es: «¿cómo va mi bebé?» Pero a nuestro Presidente del Gobierno, para quien parece que ser progre equivale a ser el más extremista, aunque sea en la dirección equivocada, quiere cambiarnos ahora le ley del aborto a fin de evitar a las clínicas abortivas sustos legales y garantizarles la impunidad, mientras nos dice que el aborto es un derecho de la mujer. O sea que matar a un ser humano, es un derecho. No me extraña que no les guste la distribución masiva que va a hacerse de bebés Aído, a fin que los españoles tengan en sus manos la reproducción de un feto de doce semanas y media y puedan opinar por sí mismos si se trata o no de un ser humano. Pero no es el único campo en el que el señor Zapatero está a favor de la muerte y en contra de la vida. Durante años su gobierno y los medios de comunicación afines nos han estado dando la paliza sobre la maravilla de las maravillas científica: la investigación con células madres embrionales, investigación que tropieza con el pequeño problema ético que supone la matanza de los embriones investigados. Pero en fin, todo sea por la ciencia. Lástima que hace pocos días oí una charla al catedrático de Genética don Nicolás Jouve en la que afirmó que en todo el mundo se estaba frenando la investigación con células madres embrionales porque presentan tres inconvenientes: 1) es una investigación carísima; 2) presenta serios problemas éticos por el motivo señalado y 3) no se ha conseguido ningún efecto beneficioso. En cambio la investigación con células madres adultas: 1) es mucho más barata; 2) no presenta problemas morales y 3) se están consiguiendo notables resultados médicos. En cuanto al caso de los bebés medicamento nos dijo que cada uno de estos bebés supone la muerte de cincuenta embriones, y que hoy hay otra técnica más efectiva y totalmente lícita, gracias al cordón umbilical. No nos olvidemos tampoco de las desafortunadas frases de elogio del Sr. Zapatero a terroristas de ETA o su homenaje a un conocido genocida de nuestra guerra civil. Sobre la eutanasia, aunque la presencia del médico Montes junto a los altos cargos del PSOE en la campaña electoral, no era muy tranquilizante, esperemos que se olviden de ella. Desde aquí ya anuncio que lucharé por mi vida, porque los precedentes de Bélgica y Holanda nos indican que muchos pacientes son simplemente asesinados. Sobre la familia, ya puede decir la Declaración de Derechos Humanos que debe ser protegida por la sociedad y el Estado. Para Zapatero esa protección significa que el matrimonio entre un hombre y una mujer es sólo una de las formas de familia, seguramente poco o nada deseable, porque con el divorcio express se trata que tenga el matrimonio la menor estabilidad posible, no habiendo ningún país del mundo occidental donde sea tan fácil como en el nuestro; el sí al matrimonio homosexual, admitido en cinco estados del mundo, el derecho del Estado a adoctrinar a los hijos con la famosa Educación para la Ciudadanía y donde se pueden enseñar tonterías como la famosa ideología de género, y con una libertad sexual de la que estamos empezando a ver las primeras consecuencias. Sobre la libertad de conciencia, aunque el aborto sea, según el Concilio Vaticano II, un crimen abominable, no se va a respetar por parte de los proabortistas la objeción de conciencia, cosa por otra parte lógica, porque si el matar a un ser humano desprotegido e inocente es un derecho, eso es lo que ha dicho Zapatero, el que se haga caso omiso de la conciencia del otro y le haga hacer, si es católico, un pecado mortal, no tiene mayor importancia. Simplemente, otro derecho humano no respetado. Sobre la cuestión social, ¿qué voy a decir? Cuando la campaña electoral, sabían perfectamente que estábamos ya en crisis económica, pero como lo que les interesaba era ganar las elecciones, nos mintieron. Tengo en la retina las fotos de los mítines de Zapatero en su campaña electoral con carteles detrás que decían: A por el pleno empleo. Más de cuatro millones de parados certifican la mentira de esa afirmación. Y ahora, la pregunta de antes: ¿creen Vds. que Zapatero respeta los derechos humanos y es por tanto un progresista, o por el contrario los incumple y en consecuencia es un retrógrado? Mi respuesta es la que da título a este artículo. Y es que cuando el hombre se aleja deliberadamente de Dios «el hombre no sabe donde ir mi tampoco logra entender quién es» (Caritas in Veritate nº 78), por lo que acaba apoyando o haciendo toda clase de disparates.