El Papa Francisco, como sus antecesores, siempre ha mostrado un cariño inmenso y una cercanía física con los hijos de Dios que sufren, especialmente ante la enfermedad. Yo mismo he sido testigo, muchas veces en el pasado, de la especial atención de Pablo VI, Juan Pablo II o Benedicto XVI hacia los enfermos. El Papa Francisco es, en las audiencias generales, especialmente sensible ante estas criaturas. Lo hace porque en nuestra sociedad, en la actualidad, hay un rechazo hacia las personas no «perfectas». Provocan rechazo. En su momento, fue muy llamativo que hubiese querido empezar su visita a Asis pasando una hora con los enfermos de una clínica. Esto está en la más auténtica tradicion cristiana. Con el gesto de esta mañana, en la Plaza de San Pedro, ha querido mostrar su cercanía hacia los hermanos que más sufren y darles una caricia que surge de la misericordia de Cristo, que viene de parte de Dios.

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