A través de esta carta quiero hacer constar la experiencia que tuvimos hace más de un mes en el colegio del Sagrado Corazón regentado por las Esclavas de Cristo Rey en Madrid. Fue un acto en el que se presentaron las Obras Completas del Venerable Don Pedro Legaria, sacerdote fundador de las Esclavas de Cristo Rey. El acto consistió en una celebración de la eucaristía presidida por el actual arzobispo de Zaragoza, monseñor Vicente Jiménez Zamora, y concelebrada por el obispo auxiliar de Pamplona, el obispo de Vitoria y por mí. Hubo muchos alumnos y padres de los mismos que asistieron a la Eucaristía junto con la madre general y religiosas de la congregación. Posteriormente en el salón de actos del colegio se presentó el libro que contiene todos los escritos del Venerable y que está en proceso de beatificación. Fue un momento muy emotivo y de modo especial cuando el arzobispo de Zaragoza contó su experiencia, como monaguillo, de Don Pedro Legaria: los días, en tiempo de verano, que le acompañaba en la misa que celebraba en la basílica de Nuestra Señora de los Milagros de Ágreda (Soria).

El Venerable Pedro Legaria (1878-1956).

Pedro del Sagrado Corazón –como él firmaba– nació en Tudela el 2 de junio de 1878. A los seis años quedó huérfano y su madre tuvo que llevarle al Hospitalillo de Niños, donde pronto descubrió la llamada de Dios ingresando a los diez años en el seminario. En el año 1902 fue ordenado sacerdote y el obispo le destinó, como profesor, al seminario de Tudela. Pero su deseo era ser párroco y primero lo fue en Paracuellos de la Ribera (Aragón) y posteriormente se le envía a Murchante (Navarra), donde permaneció 36 años. Allí se destacó por una gran actividad pastoral: confesiones desde la seis de la mañana, varias misas al día con quinientas comuniones diarias, dirección espiritual con más de cien vocaciones religiosas a otras congregaciones, más todas las hermanas que acompañó hacia la congregación de las Esclavas de Cristo Rey, fundadas por él.

Fue un gran impulsor de los Ejercicios Espirituales y solía decir: “Había observado que los mejores feligreses eran los que habían hecho los Ejercicios Espirituales. ¿No se podía extender más este medio? ¿No sería factible una congregación con este fin, para que toda clase de personas pudieran hacerlos y pensar en el negocio del alma?” Y Don Pedro comenzó esta congregación con las tres primeras hermanas en el año 1928. El día 3 de mayo del año 1941, fue aprobada por el obispo Marcelino Olaechea como congregación de derecho diocesano. Los últimos años la enfermedad le fue consumiendo y relegando a una silla de ruedas. Recibió los votos como jesuita y pasó a las manos del Padre el 30 de septiembre de 1956. El 20 de diciembre del año 2001, el Papa San Juan Pablo II le declaró como Venerable. La estela de luz que ha dejado en la Iglesia se hace patente en las casas de Ejercicios Espirituales y colegios que dirige la congregación de las Esclavas de Cristo Rey. El bien pastoral y espiritual que ejercitan, con su acogida, es algo impresionante

Quiero exponer este testimonio, cuyas notas he recogido de las presentaciones que han ido realizando las Hermanas Esclavas de Cristo Rey, para mostrar su experiencia de vida. Tuvo como lema fundamental el consumirse y agotarse por la Gloria de Dios y la salvación de las almas y que todos los hombres conozcan el amor del Corazón de Jesús. Como nos dice el Papa Francisco en la exhortación Gaudete et Exsultate: estamos en unos momentos históricos donde los testimonios de santidad han de exponerse para que nos ayuden a ser fieles discípulos de Cristo y a mostrar a la sociedad la grandeza de creer, esperar y amar como nos invita Jesucristo. Además, en el mes de octubre de 2019 celebraremos el Mes Misionero, que tendrá como fin promover en todos los cristianos la vocación misionera y de que somos misioneros anunciando la Palabra de Dios y testificando su Amor por doquier.

Publicado en Iglesia Navarra.