En España tenemos a la hermana Teresa Forcades y en Estados Unidos, a la monja dominica Donna Quinn. Forcades, fue llamada al orden por el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal Franc Rodé, en busca de una rectificación de sus confusas opiniones sobre el aborto, así como una expresa adhesión al Magisterio de la Iglesia. El cardenal Rodé tal vez tenga ante sí un nuevo «caso Forcades», pero en versión yanqui.

El pasado 8 de diciembre, la hermana Quinn envió una nota de agradecimiento a todos aquellos que habían presionado a los senadores americanos para que votaran en contra de una enmienda que restringía la subvención federal al aborto, según el Chicago Tribune. Aún más, señaló como propicio, que la derrota de dicha enmienda coincidiera con la solemnidad de la Inmaculada Concepción, señalando a la Virgen como «una de las primeras mujeres en el Nuevo Testamento en expresar elección».
 
En respuesta a Quinn, Joseph Scheidler, de la Liga Pro Vida ha asegurado que «ver cualquier tipo de conexión entre la Virgen y el aborto no es sólo una herejía, sino un insulto mayor a la actitud de la Iglesia hacia la Santísima Virgen como la madre de nuestro Salvador». «La Virgen es la cima de la vida. Nos trajo al Salvador de la vida y de las almas», añadió.
 
La hermana Quinn es conocida por ser una defensora de la legalización del aborto y otras banderas del pensamiento feminista. Cofundó la organización feminista Mujeres Católicas de Chicago y es coordinadora de la Coalición Nacional de Monjas, contraria a la posición de la Iglesia católica sobre el aborto, la homosexualidad, la anticoncepción, y el sacerdocio masculino.
Recientemente, ha sido reprendida por la comunidad dominica por ejercer como asesora pro abortista. Sin embargo, ella se matuvo desafiante tras la amonestación, alegando que su actuación preservaba a las mujeres de ser «asaltadas psicológicamente» por voluntarios provida.

En defensa de su oposición a la doctrina católica, la hermana Quinn citó un artículo de la escritora Jeannine Gramick en la revista «Conscience», publicada por la organización pro-aborto «Católicas por el derecho a decidir», numerosas veces denunciada por la Iglesia.
 
«El disenso fiel y respetuoso es vital para la vida de la Iglesia», escribía. «Ello permite a la comunidad eclesial pensar, deliberar, debatir y crecer en la relación entre unos y otros con Dios. No podemos permitir que nuestros disidentes sean silenciados. Son un regalo para nuestra Iglesia».
 
La propia Jeannine Gramick se negó a obedecer una orden de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que censuraba sus posturas sobre la homosexualidad, de hecho, su rebeldía ha sido mostrada en un documental premiado en diversos certámenes.
 
Sin embargo, esa exaltación del disenso es fundamentalmente errónea, según apunta Schiedler: «Ella (Quinn) es una ejemplo de quien ha reemplazado a Dios con su propio dios». si la hermana Quinn permanece en la Iglesia católica es, a juicio de Schiedler, porque le reporta «más publicidad».