Según cuenta Antoninus Pius en Germinans Germinabit, después de las declaraciones de sor Teresa Forcades en TV3 defendiendo el aborto y la píldora del día después, «muchos fuimos los que pedimos que alguien tenía que llamar al orden a esta religiosa díscola con el Magisterio de la Iglesia. Yo mismo indiqué en uno de mis artículos que ni su madre abadesa (que está encantada de la vida con ella) ni el obispo de Sant Feliu Don Agustín Cortés (los obispos no se meten en cuestiones de la vida religiosa) iban a mover un dedo en el asunto». Pero la gravedad del caso ha llegado muy arriba, concretamente hasta la Sagrada Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
 
Esta es la ventaja de los tiempos modernos y de la era de Internet, que las cosas se saben rápido y con pruebas tan evidentes como los vídeos. «Páginas como la nuestra y otras próximas a nosotros no tienen ningún reparo en denunciar a quien se burla desde dentro de la Doctrina de la Iglesia y de hacer llegar hasta donde haga falta tales denuncias», asegura Pius.
 
Pues bien, la Madre Abadesa de Montserrat, ha recibido carta del cardenal Franc Rodé en la que pide que sor Forcades manifieste públicamente su adhesión a los principios doctrinales de la Iglesia. La religiosa y activista anti-farmacéutica lo ha hecho, pero desde un lugar poco fiel a la ortodoxia como es la revista de su amigo Jordi Llisterri, es decir FOC NOU. De hecho Forcades y Llisterri comparten sus blogs en la nueva página web «Catalunya Religió».
 
«Como en otras ocasiones las argumentaciones de sor Forcades son de una complicación mental antológica. Pero es allí donde ella se siente cómoda, en lo que en catalán llamamos "embolica que fa foro" (liar tanto el asunto que al final no sabes de que estás hablando)», prosigue Pius.
 
En su declaración la religiosa benedictina afirma que la Función magisterial de la Iglesia, «tiene que ser respetada por todos los bautizados católicos y de manera particular por todos los teólogos católicos, pero este respeto no excluye la manifestación pública de hipótesis razonables que puedan hacer avanzar el magisterio eclesial». Es decir que, según ella, «respeta» el Magisterio de la Iglesia, pero se cree en su derecho de manifestar otras hipótesis que no se ajusten a ese Magisterio.
 
Ahondando en esta misma teoría añade: «Ningún católico -sea o no teólogo- no tiene que tener miedo de expresar de forma pública dudas razonables en relación a un punto doctrinal, con la paz y la libertad de los hijos de Dios, como aquel que se siente y encuentra en familia, sin temer ser denunciado o descalificado».
 
Como ya dijo en la entrevista el conflicto en el que se encuentra esta religiosa es la contraposición entre el derecho a la vida y el derecho de la autodeterminación de la madre (derecho a decidir como dicen las activistas abortistas). Porque según ella «el derecho a la autodeterminación es un derecho fundamental que protege la dignidad de la persona humana y que prohíbe bajo cualquier circunstancia y de forma absoluta que esta persona pueda ser utilizada como objeto, como un medio para conseguir un bien, aunque este bien sea salvar la vida de una persona o incluso de la humanidad entera. El derecho a la autodeterminación es tan substancial y tan absoluto como el derecho a la vida».
 
En su intento de llamar la atención y de decir cosas que nadie dice llega a afirmar que «El derecho al aborto no existe» argumentando que «lo que existe es una colisión, un conflicto, de dos derechos fundamentales: el derecho de autodeterminación de la madre por un lado y el derecho a la vida del hijo por otro».
 
Pero donde llega la «empanada mental », segú Pius de la benedictina es cuando lanza un compleja teoría según la cual la doctrina de la Iglesia debería obligar a los católicos a hacer donación de un riñón para aquellos que lo necesitan: «Si Dios les ha dado un riñón compatible que ellos no necesitan (se puede vivir con un sólo riñón) y que puede salvar la vida de un inocente, ¿en que principio se puede basar la moral católica con tal de considerar lícito su rechazo a salvar una vida? Si existe un principio moral que legitime este rechazo ¿por que no es aplicable este principio en el caso de una mujer embarazada, especialmente si la vida de la madre corre peligro o si el embarazo ha sido fruto de una violación? Mi conciencia me hace plantear esta duda con confianza y con honestidad».
 
«O yo soy muy tonto, o las teorías estrafalarias de Sor Forcades me confunden, o yo no veo por ninguna parte retractación alguna por parte de esta religiosa. Eso sí, acaba afirmando que «su fe le hace dejar constancia de su obediencia al Magisterio eclesial». Supongo que es algo parecido a aquello que hacían los aberzales cuando juraban sus cargos "por imperativo legal"», concluye Pius.