El sacerdote Juan Andrés Vela nació en Salamanca (España) y lleva 64 años de misionero en Japón. "Estaba en el aeropuerto de Frankfurt esperando para llegar a Madrid y veías a todos los españoles hablando en grupos y ves que ya tienes una cultura diferente", reconoce en La Gaceta de Salamanca.

El misionero pasa unos días en España para visitar a la familia y participar en un encuentro con motivo de la fiesta de San Francisco Javier, patrono universal de los misioneros. "He olvidado dar misa en español. Me sale en japonés o en inglés", advierte.

El padre Ando

A los 22 años partió hacia San Francisco (EE.UU.) donde perfeccionó el inglés, antes de viajar a  Yokohama (Japón). Allí terminó Teología mientras estudiaba japonés y empezó a dar clases de Sociología en la Universidad. Su integración fue tal que en Japón es conocido como el padre Ando Isamu.

"A los cincuenta años decidí que tenía que dejar las tareas en la Universidad para crear un centro social que luchara contra la pobreza en Tokio", explica. Su principal misión es ayudar en las zonas más desfavorecidas que se esconden detrás de las grandes ciudades. El jesuita también ha creado una academia donde se enseña japonés a los inmigrantes. Algo fundamental en un país donde las leyes migratorias son muy restrictivas.

"El edificio en el que me encontraba se movió durante un minuto como si fuera un acordeón de cemento y el techo se iba quebrando. Yo ya pensaba en el fin, no solo en el mío, sino en el del mundo", comenta sobre el terremoto de Japón en el año 2011.

La integración del sacerdote fue tal que en Japón es conocido como el padre Ando Isamu.

Aquel seísmo fue el más grande vivido en Japón hasta la fecha y uno de los cuatro más potentes del mundo, con más de 15.000 fallecidos, 6.000 heridos y 3.000 desaparecidos. En esos momentos, el misionero pudo comprobar el carácter de los japoneses de mirar hacia adelante a pesar de las dificultades, tal y como hicieron con las bombas nucleares que pusieron fin a la II Guerra Mundial o el accidente nuclear de Fukushima.

El misionero también realiza proyectos fuera de Japón. Como ocurre en el vecino Vietnam, donde ha puesto en marcha 10 proyectos en parroquias rurales del país en las que también participan grupos del Gobierno que otorgan la autorización para dirigirlos.