Se lo ha ganado a pulso: en septiembre, el joven Naoufal El Khayat, de 21 años, profanó dos iglesias (en los pueblos navarros de Fontellas y Ribaforada, donde vivía), quemó tres Vírgenes, decapitó y derribó una imagen de San Bartolomé y destrozó una cruz de piedra en menos de siete días. 

Este viernes 7 de octubre Naoufal ha sido expulsado de vuelta a Marruecos y tiene prohibido entrar en España o en cualquier otro país del espacio Schengen durante 10 años. Este espacio incluye la mayoría de la Unión Europea, además de Noruega y Suiza, aunque excluye al reino Unido. Un avión del Ministerio de Interior dedicado a repatriaciones de marroquíes se lo llevó el viernes a primera hora de la tarde.

La expulsión se ha tramitado a instancias del jefe superior de Policía en Navarra.


Las causas judiciales que El Khayat tiene pendientes en Navarra (por daños contra el patrimonio histórico y delitos de odio contra símbolos religiosos) quedan en suspenso, pero si Naoufal volviese a España o cualquier país del espacio Schengen y si fuese identificado por las autoridades ingresaría automáticamente en prisión y las causas judiciales se reactivarían y se le juzgaría. 

El informe confeccionado por la Brigada Provincial de Información de Navarra, fechado el 16 de septiembre, lo considera “un fiel seguidor de una de las vertientes más radicales del Islam sunnita, conocida como salafismo yihadista (salafismo combatiente)”. Esta doctrina es la que “siguen las principales organizaciones terroristas de carácter sunnita de la actualidad, y se diferencia del salafismo común en su legitimación expresa de la violencia; es decir, que no solo persiguen la imposición de un sistema político y social basado en el Corán, la Sharia y la Sunna, sino que sostiene además que ese modelo de sociedad totalmente islamizada debe alcanzarse mediante el recurso de la yihad o lucha armada”, se apunta en el documento policial.


Cuando después de un primer ataque en Fontellas fue detenido e interrogado en los juzgados de Tudela, el juez dictaminó para él una orden de alejamiento de cualquier ceremonia o templo católico, pero, como constató después el juez en su informe, El Khayat declaró que no sólo no se arrepintía sino que mantenía que gracias a estos actos se ganaría el cielo musulmán. Entonces atacó la parroquia de Ribaforada, el pueblo navarro donde vivía con su familia. 

Sus parientes han asegurado a la prensa local que el joven se radicalizó después de sus últimas vacaciones de verano en Marruecos, de donde volvió cambiado.