No habían pasado ni veinticuatro horas desde su victoria sobre John McCain en 2008, cuando Barack Obama tomó su primera decisión como presidente: designar un jefe de gabinete, auténtico "presidente del Gobierno" en  la sombra en cualquier régimen, pero más aún en una república presidencialista. El elegido fue Rahm Emanuel, cuya dimisión dos años después fue la mayor crisis política interna que ha vivido Obama. Cuando fue designado, Emanuel tenía en sus once años de carrera política como senador (en el estado de Illinois, primero, y en Washington después) un ranking del 100% de votaciones a favor del aborto.

Eso ya indicaba por dónde discurriría la flamante presidencia, pero nadie podía llamarse a engaño. Obama se había mostrado en reiteradas ocasiones partidario del aborto en sus formas más crueles, como el aborto por nacimiento parcial, y en las cuatro ocasiones en las que pudo hacerlo votó a favor de prohibir al personal sanitario atender a los fetos que sobreviven al aborto (en Estados Unidos 44.000 supervivientes con ese origen).

El día 11 de ese mismo mes, ofreció a otro proabortista, Tom Daschle, ser su secretario de Salud, y lo habría sido de no descubrirse un escándalo de ocultación fiscal que impidió su nombramiento. A partir de ahí, buena parte de las personas elegidas para su Administración fueron de la Emily´s List, un poderoso lobby proabortista que sólo apoya a políticos que defienden las subvenciones públicas para abortos y que se oponen a los intentos de prohibir el aborto por nacimiento parcial, uno de los caballos de batalla del ex presidente George W. Bush.

El rosario de cargos que fueron ocupados por abortistas se extiende a todo el equipo de gobierno de primer y segundo nivel de Obama, pero en particular a los que conciernen directamente a las áreas de vida, familia, mujer y servicios sociales. Algunos muy significativos, como la elección de Thomas Perrelli, el abogado del marido de Terri Schiavo (´desconectada´ y muerta por hambre en 2005) como tercer fiscal del Departamento de Justicia. Todo un guiño a otro sector de la cultura de la muerte, el que atañe a la eutanasia o asimilados.

Y desde noviembre de 2008 hasta octubre de 2012, en que se ha pronunciado a favor del aborto en más de una ocasión durante la campaña, suman hasta 241 iniciativas de distinto tipo a favor de la cultura de la muerte.

Algunas son directamente proabortistas, como levantar la prohibición de Bush de financiar abortos en el exterior o de investigar con embriones, o respaldar a la organización abortista Planned Parenthood, o celebrar explícitamente la sentencia Roe vs Wade que en 1973 legalizó el aborto en Estados Unidos, una decisión del Tribunal Supremo que, según dijo, "defiende el derecho de la mujer a la salud reproductiva": "Me comprometo a defender ese derecho constitucional", añadió.

U obligar, con su reforma sanitaria, a que las instituciones públicas paguen abortos o, según el célebre "mandato" de su secretaria de Salud, la abortista Kathleen Sebelius, que los empleadores deban ofrecer a sus trabajadores seguros que incluyan anticoncepción o fármacos abortivos aunque vayan contra sus principios (una iniciativa letal para escuelas y hospitales de la Iglesia católica, que está luchando contra ella como atentatoria contra la libertad religiosa).

El elenco de estas medidas de Obama llega hasta 241 en cuatro años de mandato (según el listado [en inglés] de LifeNews.com), lo cual equivale prácticamente a una decisión directa o indirectamente proabortista cada semana. De ahí la extrema movilización de los grupos provida en Estados Unidos ante unas elecciones que se revelan cruciales por -entre otros- ese motivo.