Elizabeth Goldstein es judía reformada, es decir, "progresista" o "liberal". Y rabina. Y lesbiana militante, que vive con su pareja (otra rabina lesbiana) y dos parejas de gemelos adoptados, de 5 y 2 años (es decir, cuatro niños que crecerán sin experimentar la paternidad o la masculinidad en su infancia).
 
Ese es el modelo elegido para enseñar Biblia en la Gonzaga University, la influyente y cara universidad jesuita de Spokane, en el estado de Washington (no confundir con Washington DC, donde está la capital), donde aún mandan sus hijos algunas élites pensando que les envían a una universidad católica...
 
La profesora Goldstein llegó el curso pasado: por primera vez en diez años, Gonzaga ofrecía un curso de Biblia: el año pasado se llamó "Antiguo Testamento", pero esa nombre denota una visión demasiado católica, así que ahora la asignatura se llama "Biblia Hebrea"... lo que deja fuera, por ejemplo, los libros deuterocanónicos que acepta el catolicismo, escritos por judíos antes del siglo I, pero no incluidos en el canon que los fariseos establecieron en el Concilio de Jamnia hacia el año 70 d.C.
 
Goldstein explica que "tomo mucho de diversos campos, antroplogía, sociología y otros, para ayudar a los estudiantes a contactar" con la asignatura. También enseña algo de Hebreo Clásico.
 
Goldstein es norteamericana, pero estudió un año en Jerusalén para tener una base suficiente de hebreo. Allí conoció a su pareja, Tamar Malino. Las dos se apuntaron luego a la escuela de rabinato del Jewish Theological Seminary de Nueva York, que es más bien conservador. En 1992 esta institución teológica judía decidió que no concedería el grado de rabino (ni rabina) a homosexuales o lesbianas sexualmente activas.
Goldstein y Malino lo querían todo: el sexo gay y la autoridad de ser rabinas, así que acabaron dejando ese centro y concluyendo sus estudios en instituciones judías liberales (es decir, progresistas y relativistas) como las sinagogas Sha´ar Zahav y Beth Sholom. También fue capellana en un hospital.
 
"Nos dimos cuenta que la justicia social era más importante que obedecer la letra de la ley", justifica Goldstein toda su teología y opciones morales y sexuales, que chocan contra la enseñanza bíblica. Ella considera que su homosexualidad y su llamado a ser rabina son "dones de Dios". Y alaba a su actual empleadora, la jesuita Gonzaga University: "el hecho de que Gonzaga apoye la justicia social como un o de sus valores más importantes, como hace el movimiento reformista [del judaísmo liberal] me hace encajar de forma natural", declara en la revista de la universidad.
 
En cuanto a la oposición del judaísmo conservador (no el fundamentalista) a los rabinos homosexuales, ya hace años en un reportaje en el Jewish Weekly dejaba clara su postura: es cuestión de insistir y presionar a los líderes. Según Goldstein, los líderes judíos conservadores acabaron aceptando rabinas mujeres porque se les presionó, y buscaron versículos bíblicos para justificar ese paso. De igual forma, dice, "si hubiese suficiente presión para ordenar gays y lesbianas, encontrarían fuentes bíblicas para ello".
 
Presionar a los líderes para justificar cualquier cosa con la Biblia: esa es la enseñanza de la profesora de Biblia rabina y lesbiana de una universidad que en su web presume de "nuestra tradición jesuita, católica y humanista".