En Estados Unidos es habitual que las universidades ofrezcan beneficios económicos, médicos y en seguros, no solo a sus empleados sino a sus cónyuges. Ahora, la Marquette University, que presume en toda su publicidad de ser "católica y jesuita", anuncia su voluntad de ofrecer estos beneficios domésticos no ya a los cónyuges, sino a las parejas homosexuales, siempre que se hayan registrado como "unión civil" según la ley estatal de Wisconsin.

Las cosas han cambiado desde que el arzobispo John Martin Henni puso en marcha esta universidad en 1881, o desde que J. R. R. Tolkien vendió los manuscritos de "El Señor de los Anillos" a la biblioteca de esta universidad confiando en su carácter católico. Si el profesor Tolkien viviese, probablemente lamentaría gravemente su decisión.

El presidente, el jesuita Robert A. Wild, declaró que durante años ha pensado en el tema: pero se ha decidido ahora, en 2011, cuando está a punto de dejar el cargo después de ocuparlo 15 años. Tirar la piedra y salir corriendo.

"Si somos verdaderamente pastorales en nuestra aplicación del principio jesuita de "cura personalis", me pregunté si podíamos negar los beneficios de salud a una pareja que legalmente ha registrado su compromiso mutuo", afirmó el padre Wild.

Sin embargo, parece claro que la universidad no reconocerá, por ejemplo, a las tres o cuatro esposas que legalmente se hayan casado con un trabajador de la universidad de Mali o Senegal, pese a ser un compromiso mutuo y legal.

Los beneficios son para parejas que sean legalmente registradas y del mismo sexo. La "cura personalis" es para las parejas homosexuales, pero no para los tríos, o los que no quieren registrarse, o los polígamos... por ahora, porque la "cura personalis" puede justificarlo todo.
Los beneficios incluyen servicios médicos, dentales, oftalmológicos... pero, sobre todo, el reconocimiento de que es equivalente la unión gay al matrimonio... exactamente lo contrario de lo que enseña la doctrina católica.

La universidad jesuita afirma que busca "una comunidad académica más diversa e inclusiva dedicada a la promoción de la justicia".

La web de la universidad está llena de declaraciones de catolicidad: "la fe y la espiritualidad afectan a la forma en que enseñamos, aprendemos, vivimos en el campus". "Como institución católica y jesuita aportamos un ambiente que fomenta el crecimiento espiritual a gente de todas las fes", etc...

En una reciente conversación con ReL, Max Bonilla, el vicepresidente académica de la Universidad Franciscana de Steubenville (considerada la universidad más católica del mundo), denunciaba que algunos centros educativos de EEUU presumían de la etiqueta de "católicos" para diferenciarse de otros centros privados o prestigiosos de su región y atraer alumnos... pero que no aceptaban la doctrina de la Iglesia. Era una técnica de marketing (engañoso) para hacer negocio.

Bonilla proponía que los trabajadores y el profesorado que quisieran trabajar en un centro "católico de verdad" realizase un juramento de fidelidad y una profesión de fe pública. ¿Acaso no se hace para adquirir la ciudadanía, o en las juras de bandera?, planteaba.