La integración del hombre en el paisaje adquiere un valor especial cuando el paisaje es aquel que vieron los ojos de Jesucristo. Un paisaje que probablemente ha experimentado más variaciones en el último siglo que en los diecinueve siglos anteriores.

Como recoge el sitio web de la Fundación Tierra Santa, el departamento de Enseñanza Visual de la Universidad del Estado de Oregón (Estados Unidos) ha difundido unas impresionantes estampas de Tierra Santa en torno al año 1915, en las postrimerías del dominio otomano sobre los lugares santos.

Si hace unos meses nos mostraron Jerusalén en aquella época, ahora lo hacen con una serie de colinas, montes y montañas de honda significación vetero y neotestamentaria, del Monte Líbano al Monte Tabor pasando por la Colina del Calvario o la Montaña de las Bienaventuranzas.

Son 44 imágenes en sepia que nos traen todo el sabor de un tiempo lejano, mucho más parecido al que vivió Nuestro Señor antes de las transformaciones que la modernidad llevó a Israel y Palestina.

He aquí algunas de las más significativas:


Monte Gerizim, donde Abraham construyó un altar para sacrificar en él a su hijo Isaac.


Visión desde un campo florido del Monte Tabor, donde tuvo lugar la Transfiguración del Señor.


Monte de los Olivos y Huerto de Getsemaní.


Jerusalén desde la Colina del Calvario.


El Monte Calvario, visto desde el sur.


Los dos jinetes se encuentran en las ruinas de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde predicó Jesucristo. Al fondo, aproximadamente en la mitad de la foto, se ve una planicie: es el Monte de las Bienaventuranzas.


El Monte de las Tentaciones, donde el diablo pretendió que Nuestro Señor le adorase.


En el Monte Carmelo: al fondo, el puerto de Haifa y el Mediterráneo.

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