Fiódor Dostoyevski dijo que la belleza salvará al mundo. Precisamente, en un momento histórico en el que el feísmo y lo vulgar prevalece, la búsqueda de esta belleza es un camino hacia Dios, pero también una forma de evangelizar al mundo secularizado.

Sobre la belleza y lo bello reflexiona el filósofo Javier Barraca, profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos, que ha publicado el libro Dios y lo bello (Editorial San Pablo) donde muestra cómo esto puede "ayudarnos a redescubrir los más hondos valores, como los ligados a la experiencia religiosa cristiana", algo que según él "resulta verdaderamente crucial".

-¿Podría resumir la idea fundamental que da origen a su libro?

- Sí. Esta breve obra busca manifestar, ante todo, que cualquier ser humano es un viajero en busca de verdad y de belleza. Expone cómo toda persona traza su propia senda, a lo largo de su propia existencia, en pos de la belleza y de la verdad.

- Hay otros libros que tratan el tema de las relaciones entre la belleza y la transcendencia. ¿Qué es lo que caracteriza al suyo?

- Seguramente, el eje de mi libro se halla en una honda convicción expresada por el entonces cardenal Ratzinger, cuando afirmó que “la Belleza es Bondad”, con una radicalidad admirable. Luego, ya como Benedicto XVI, en su viaje a España, para la consagración de la Sagrada Familia de Gaudí, en Barcelona, manifestó lo que supone el arranque de mi libro, el que: “hay una profunda conexión entre la verdad y la belleza”.

- ¿Cómo ha estructurado su libro?

- Las líneas que configuran mi investigación se estructuran en forma de una presentación, varios capítulos y una recapitulación final. Entre los títulos de sus capítulos se hallan: la belleza y el misterio, la estética y la contemplación, la estética y el amor, y la unidad entre la verdad y la belleza.

- ¿Cuáles son los autores a los que presta usted más atención?

- Aunque lo cierto es que los autores a mencionar, por su fecundidad en esto a lo largo de la Historia de la cultura universal, podrían ser prácticamente innumerables, en este caso, yo me he apoyado, sobre todo, en autores clásicos, como Platón, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Kant, Hegel, etc.

- ¿Y de los contemporáneos, que han reflexionado a este respecto, quiénes cita con más frecuencia?

- A Alfonso López Quintás (por razones obvias, pues fue quien dirigió mi primera tesis doctoral, consagrada a la Estética) y a Balthasar. Junto a ellos, se invoca la reflexión de los tres últimos pontífices romanos en torno a la belleza: san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual papa Francisco.

- ¿Puede proporcionarnos algunas de las claves de su contenido?

- Fundamentalmente, se trata de una reflexión personal, que entronca, eso sí, con la larga tradición de la llamada “via pulchritudinis”. Esto es, con la fértil vereda que ofrece la belleza para el ascenso hacia lo sublime y transcendente, hasta el Ser Supremo o Dios mismo. Pero lo que creo más original estriba en que enfoca este asunto como un caminar personal, vinculado a nuestra honda necesidad de encontrar un sentido para nuestra existencia.

- ¿Por qué el título Dios y lo bello y no, por ejemplo, Dios y la belleza?

Buena pregunta. Pues, entre otras razones, porque, a mi juicio, Dios es la Belleza misma. En cambio, lo bello, las realidades en cuanto bellas, sólo participan en algún grado de la Belleza suma, y, al hacerlo, nos ofrecen un camino espléndido hacia la unidad con lo más alto. Este asunto concreto constituye algo neurálgico de mi texto.

- Pero, ¿no hay otras vías para llegar desde lo creado a lo divino, al Creador incluso?

- Claro, y todas merecen verse exploradas. Sin embargo, a mi modesto entender, tal como expresó Balthasar, la pujanza de la belleza y de lo estético, en este tiempo nuestro, para ayudarnos a redescubrir los más hondos valores, como los ligados a la experiencia religiosa y cristiana, resulta, hoy, verdaderamente crucial.

- ¿Alguna otra enseñanza que quepa extraer de la lectura de su libro?

- Más que enseñanzas teóricas precisas, dado que se trata de una meditación profundamente personal, yo diría que mi libro colabora a manifestar lo fecundo de este singular itinerario humano en pos de la Belleza. También, creo que puede animar a recorrer la hermosa vía que traza lo estético hacia el sentido y lo profundo, de una forma original, a cada uno de sus lectores.

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