Thomas Plante, profesor de psiquiatría en la Universidad de Stanford y en la Universidad de Santa Clara, ha escrito en su blog Do the Right Thing, incorporado en Psychology Today una selección de "los 10 principales mitos sobre el abuso clerical en la Iglesia Católica", lamentando que los mitos no ayudan a proteger a los niños ni informar a la sociedad. Plante acude a los estudios y datos sociológicos de Estados Unidos para dar una visión más ajustada de los hechos.

Mito 1: “el abuso sexual es más común entre los sacerdotes católicos que entre otros hombres”

Los estudios del John Jay College of Criminal Justice de 2004 y 2011 calculan que un 4% del clero católico en la segunda mitad del siglo XX habría sido objeto de acusaciones creíbles.

Pero una cifra similar se da entre el clero no católico, como muestran las denuncias que recogen compañías aseguradoras (estudio Zech, 2011). [Se puede constatar también en las iglesias no católicas de Australia, muy estudiadas; véase aquí en español]. 

 En ese mismo medio siglo, entre los profesores de escuela pública en EEUU un 6% habrían sido creíblemente acusados (estudio Shakeshaft, 2004a, 2004b, del Departamento de Educación de EEUU).

¿Cuántos varones experimentan pedofilia, atracción sexual por niños prepúberes? Según el DSM5 de 2013 (el “gran manual” de la Asociación Americana de Psiquiatría) sería entre un 3 y 5 por ciento de varones.

 ¿Y si incluimos los que sienten atracción por adolescentes, de 13 años o más? Serían muchos más. El sexo con personas de 13 a 17 años es delito en muchos países y jurisdicciones... pero no es un desorden psiquiátrico según el DSM5.

“En otras palabras, no hay evidencias de que los curas católicos abusen sexualmente de niños o adolescentes en mayor porcentaje que otros grupos de varones, sea en comunidades religiosas o no; de hecho, lo harían en realidad en menor grado que la población general de varones o de profesores de escuela”, puntualiza Plante.

Mito 2: “El abuso es todavía común entre el clero católico”

“La insistente atención de la prensa da la sensación de que el abuso contra menores sigue siendo común en la Iglesia Católica, cuando en realidad la inmensa mayoría de casos de abuso clerical ocurrió antes de mediados de los 80 (John Jay College, 2004, 2011). Tras las reformas que la Iglesia articuló en la Carta de Dallas (de la Conferencia Episcopal de EEUU, 2002a, 2002b), el número de casos nuevos en EEUU es de una docena al año; en los últimos 5 años es de un caso nuevo al año”. (Casos nuevos son los que se producen ese año; otra cosa es que salgan a la luz denuncias sobre hechos de hace tiempo).

Plante no lo detalla, pero para entender las cifras hay que recordar que la Iglesia Católica en EEUU cuenta hoy con 62.000 clérigos varones (36.500 sacerdotes, 3.500 seminaristas, 18.300 diáconos permanentes y 4.000 religiosos varones no sacerdotes).

“De hecho, pocos se dan cuenta de que el conocido informe del Gran Jurado de Pensilvania sobre abusos clericales en ese estado en los últimos 70 años, sólo encontró 2 casos del siglo XXI, y ambos ya conocidos y atendidos” (Oficina del fiscal general de Pensilvania, 2018; Steinfels, 2019). [Lea aquí 16 cosas extrañas del Informe Pensilvania]

Mito 3: “La mayoría de abusadores han causado cientos de niños víctimas”

Hay algunos abusadores que causaron muchas víctimas, y son los que más aparecen en prensa. La investigación famosa del Boston Globe de 2002 encontró 138 víctimas con relatos creíbles acusando al sacerdote John Geoghan. Otros casos famosos con muchas víctimas son los de James Porter en Massachusetts y Gilbert Gauthe en Luisiana.

Pero son anomalías, casos especiales. “En realidad, el número medio de víctimas por acusado es aproximadamente 1”, señala Plante.

De hecho, más del 25% de los abusos totales que se conocen se concentran en 129 clérigos concretos. “Esto sugiere que un número muy pequeño de abusadores en serie causaron la mayor parte de la crisis de abusos” (John Jay College, 2004, 2011).

El abuso más frecuente, y con mucho, son los tocamientos, no la violación ni penetración. Los clérigos que violan víctimas prepúberes son escasos. Las historias de abuso más frecuentes son la de un clérigo que manosea a una víctima, por lo general a un chico adolescente”, señala Plante, que por supuesto considera que todo abuso “es horrible y debe ser atendido”.

Mito 4: “Si las cifras de abusos recientes son menores, ¿no será porque les cuesta muchos años dar el paso de salir a la luz?”

Plante considera que en el pasado a las víctimas les costaba mucho denunciar y contar sus historias, no sólo respecto a clérigos abusadores, sino también cuando los abusadores eran parientes, entrenadores, profesores...  En la segunda mitad del s.XX la gente no solía creer las historias de niños o adolescentes y menos si acusaban a alguien importante y respetado. Además, la gente pensaba que sólo las chicas, no los muchachos, eran objeto de ataques sexuales. Tampoco los profesionales de la ley o la sanidad habían recibido formación sobre estos temas, y no lo harían hasta mediados de los 80. Sólo en esa década se multiplicarían las leyes que obligaban a denunciar estos casos. Finalmente, las víctimas sufrían a menudo más victimización al salir a la luz (se les acusaba de mentir o de provocar de alguna manera; véase: Finkelhor, Hotaling, Lewis y Smith 1990; Shakeshaft 2004a, 2004b).

Hoy, al menos en EEUU, es mucho más fácil para las víctimas recientes informar y denunciar. El ambiente ha cambiado, a las víctimas se las escucha y de hecho hay compensaciones económicas en muchos casos, además de leyes que obligan a informar de cualquier acusación “fundamentada” o “creíble”. “La investigación sugiere que no deberíamos esperar una gran oleada de denuncias en las décadas futuras por abusos de años recientes”, dice Plante, remitiéndose al informe de 2011 de del John Jay College.

Mito 5: “Hombres homosexuales causan abuso sexual sobre los niños”

Plante cree que no hay relación entre homosexualidad masculina y abusos contra menores. Pero hay autores y estudios que no están de acuerdo con él.

Plante admite que el 80% de las víctimas menores de edad en la Iglesia de EEUU son varones (usa los datos del John Jay College). Y reconoce que  muchos señalan que entre el clero católico de EEUU hay un porcentaje de homosexuales superior al de la media de la población masculina.

La tesis de Plante es que los curas abusaban más de niños que de niñas porque tenían más acceso y confianza con ellos (cita John Jay College 2011 y Terry & Ackerman 2008). “Los sacerdotes históricamente tenían acceso fácil y regular a chicos más que a chicas: monaguillos, escuelas de chicos, equipos deportivos...”

Y añade: “La orientación sexual no es un factor de riesgo para causar víctimas entre los niños. Los hombres homosexuales, por definición, están interesados en otros hombres, no en niños pequeños”.

Pero aquí Plante no tiene en cuenta diversos aspectos. Por ejemplo: un hombre homosexual quizá no esté interesado en niños de 10 años, pero sí en efebos, en adolescentes de 14, 15, 16 o 17 años. Más aún, cuanto más le cuesta a un hombre ya envejecido y feo atraer a parejas sexuales adultas atractivas, más le puede interesar recurrir a adolescentes vulnerables y accesibles.

En 2017, en el Huffington Post, el homosexual Chad Felix Greene, después de explicar que fue seducido por un homosexual adulto cuando él era adolescente, e iniciado así en la vida gay, planteó su tesis: "los hombres gay parecen tener la opinión generacional de que el sexo con adolescentes es un rito de iniciación y una necesidad, en la medida en la que los adolescentes gays no tienen otra opción para explorar quiénes son".  Chad ofrece algunas estadísticas: dice que un 32% de los jóvenes gays o lesbianas han sido obligados a tener sexo contra su voluntad y “lo más probable es que hayan sido forzados a ello por un adulto”.

En España, el 80% de abusos contra menores en la sociedad en general –escuelas, clubes deportivos, hogares- se cometen contra chicas, sólo un 20% contra chicos. Sin embargo, en la Iglesia a nivel mundial es al revés, como en febrero de 2019 declaraba a El País el arzobispo maltés Charles Scicluna que desde 2001 recopila datos globales: “Hay un dato constante desde 2001 por lo que respecta a los abusos sexuales a menores cometidos por el clero católico: el 80% de las víctimas son de sexo masculino y por encima de los 14 años. Es un dato, la interpretación es otra cosa". 

Plante afirma que “culpar a los varones homosexuales del problema de abusos en la Iglesia católica no se apoya en datos clínicos o de investigación”. Pero no presta atención, por ejemplo, a las investigaciones recientes del padre Paul Sullins, Receding Waves (de 2019) y “Is Catholic clergy sex abuse related to homosexual priests?” (de 2018), difundidas por el Ruth Institute (se pueden leer aquí en inglés en PDF).

Entre otros datos, Sullins señala que aunque hoy los curas quizá tienen más acceso a niñas que en los años 70, el número de abusos contra niñas en la Iglesia de EEUU no crece especialmente. Sí ha descendido el abuso contra chicos, y lo atribuye a que en EEUU hay hoy mucho menos clero homosexual, que está hoy mucho más envejecido y con menos acceso a menores. Los chicos eran un 80% de las víctimas en la segunda mitad del siglo XX, pero sólo un 60% del año 2000 al 2016 (¡entre las víctimas del 2016, sólo una de cada tres era un varón!). Hay menos víctimas masculinas, porque hay menos clérigos homosexuales, señala.

Datos del estudio de Sullins que no atiende Plante; el número de ataques a chicas se mantiene más o menos estable, aunque hoy los sacerdotes se tratan más con chicas en parroquias, movimientos, etc... pero bajan los ataques a chicos

El estudio de Sullins contabiliza cuántos sacerdotes nuevos son homosexuales y cuantos se mantendrían como tales con los años... al descender el número de sacerdotes homosexuales, baja el número de chavales atacados, mientras que el de chicas se mantiene estable

Mito 6: “El celibato obligatorio hace que los clérigos católicos abusen de los niños”

Plante responde a este mito como profesor de psiquiatría que “el celibato puede causar retos a la expresión sexual adulta que lleven a un sacerdote a violar sus votos religiosos con otros adultos, pero no incrementa el riesgo de abuso sexual de menores” (cita a Manuel, 2012). “No convierte a alguien en un pedófilo, no hace que los niños se conviertan en su objeto de deseo sexual”.

Plante no cita otro argumento ya bien conocido: los clérigos protestantes, mormones, adventistas, judíos o los líderes de los Testigos de Jehová,  clérigos que pueden y suelen estar casados, tienen tasas de abuso de menores similares o superiores a las del clero católico. El celibato no tiene relación.  [De nuevo, se ve con claridad en las cifras del caso australiano]. 

Mito 7: “La falta de sacerdocio femenino en la Iglesia Católica causa los abusos”

Un dato indudable es que estadísticamente hay muchos más varones abusadores de menores que mujeres abusadoras. “Pero el clero femenino no necesariamente impediría que los varones abusen de los niños, no eliminaría el riesgo”, afirma Plante.

No da más datos, pero de nuevo, sin duda una comparación con iglesias protestantes que tienen pastoras, obispesas y sacerdotisas, como los episcopalianos y los luteranos liberales, mostraría que también allí hay pastores abusadores.

Mito 8: “Todas las víctimas dicen la verdad en todo lo que declaran”

“La mayoría son sinceras, pero no cada declaración sobre abusos sexuales clericales es cierta. Algunas son sinceras al declarar, pero sus informaciones, en sí, no son ciertas. Hay víctimas que han declarado y tenían importantes psicopatologías, como la esquizofrenia, y otros desórdenes que incluyen alucinaciones. Otras pueden haber sido susceptibles a la sugestión de terapeutas, abogados, la prensa y otros respecto a recuerdos reprimidos”, comenta Plante mencionando los estudios de Ahrens, 1995; Lotus, 2002 y Price & MacDonald de 2003.

Por ejemplo, señala, algunas acusaciones contra el cardenal Bernardin en Chicago y el cardenal Mahoney en Los Ángeles, se descubrió que eran falsas. Y también hay, admite, acusaciones que son directamente falsas por parte de quienes buscan compensación económica o llamar la atención (Valladares, 2012).

“Se necesita investigación cuidadosa para cada acusación, incluyendo las que pasaron hace muchas décadas, en las que una evidencia que lo confirme puede ser difícil o imposible de hallar”, añade.

Mito 9: “Los clérigos abusadores entraron en el clero para poder abusar de niños”

Según Plante, que ya escribió sobre este tema en 1999 y 2011, “simplemente no hay evidencia de que estos hombres decidieran entrar al seminario para hacerse sacerdotes con el propósito expreso de abusar sexualmente de niños”.

Mito 10: “La Iglesia no ha hecho nada para proteger a los niños y mantener a los clérigos culpables fuera del servicio eclesial”

Plante señala que la Iglesia en EEUU ha ido tomando más y más medidas al respecto, especialmente a partir de la Carta de Dallas de 2002, una serie de guías y protocolos que la jerarquía estableció para todo el país. Incluyen:

- informar a las fuerzas del orden locales de todas las acusaciones que reciban, no importa su antigüedad
- mantener comités locales de expertos laicos con abogados y psicólogos que revisen cada caso de abusos
- participar en auditorías anuales a cargo de entidades independientes no religiosas, que constaten que se cumplen estas normas
- quitar del servicio y contacto con el público a los clérigos creíblemente acusados
- contratar a un coordinador de ayuda a las víctimas, que las apoye y defienda en sus necesidades
- entrenar a clérigos, laicos, empleados y hasta a los niños en los requisitos para ofrecer un entorno seguro y protegido a los menores
- mantener un comité nacional con expertos en protección de menores

“El hecho de que las acusaciones creíbles se hayan reducido a un caso nuevo por año en Estados Unidos, cuando hace unas décadas eran 700 veces más, muestra que estas prácticas funcionan con eficacia”, dice el autor citando los informes de los obispos de 2018 y de Steinfels, 2019.

Como conclusión, Plante afirma que han mejorado tanto las prácticas como la información de calidad para proteger a los menores y detectar a los agresores.

Es un tema cargado de emociones y heridas, que durante 20 años ha estado con regularidad insistente en las portadas de los periódicos y noticiarios televisivos norteamericanos. “Es importante disipar los mitos sobre el problema y separar los hechos de la ficción para asegurar que los niños se mantienen a salvo, dentro y fuera de la comunidad católica, y que los que quieren dañar a los niños son identificados y se les impide el acceso a ellos. Lo contrario sería escandaloso”, concluye.

Referencias citadas por Plante:

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