Con datos de 2.500 censos y registros de población de casi todo el mundo, un nuevo estudio de la casa Pew y de Demographic-Research (aquí en PDF en inglés)  calcula que en el año 2050 la población mundial será más religiosa que hoy.

Si en 2010 un 16% de la población se declaraba sin religión o “no afiliada” (la mayoría de ellos habitantes de la China comunista) en 2050 sólo un 13% se declarará sin religión.

De hecho, incluso si hubiera una oleada de “conversiones” y popularidad de lo religioso que mejorase en un 50% los ritmos actuales de conversiones desde la increencia, serían un 12,2% los “sin religión”.


En realidad, el gran factor que determina si el planeta se llena o no de personas religiosas es la demografía, es decir, la natalidad. Como media, a nivel planetario, las mujeres que declaran tener religión son 6 años más jóvenes que las que no la tienen.

También son más fértiles: las religiosas tienen 2,6 hijos de media; las no afiliadas en una fe tienen 1,6.

Esta estadística clasifica como “no religiosos” o “no afiliados” a 1.100 millones de personas (700 millones de ellas son chinos) que se declaran ateos, agnósticos o afirman que no se identifican con ninguna religión, aunque muchas puedan mantener ritos y creencias que podríamos considerar religiosas (creer en un Ser superior, orar por los antepasados, etc…).

Son mayoría en sólo 6 países: la gigantesca y nada libre China, las postcomunistas Chequia y Estonia, las asiáticas Hong Kong y Japón y la dictadura atea de Corea del Norte (que incentiva sólo el culto al líder nacional).

Ser una persona “sin religión”, estadísticamente, significa que ser una persona más bien mayor que fue sometida a educación comunista. Los “sin religión” tienen una edad media de 34 años; los religiosos tienen una edad media de 28 años.

La natalidad es mayor entre los religiosos y eso hará que los no religiosos sean cada vez menos.


Las previsiones –que en este estudio se limitan a aplicar las tendencias vistas en los últimos años- son que 97 millones de personas que ya han nacido y hoy forman parte de los religiosos pasen a ser no religiosos. Pero también habrá 36 millones de personas que hoy son “no religiosas” que para 2050 se habrán hecho religiosas.

Aunque los irreligiosos crezcan así algo en “conversiones” (o "desconversiones") resultará poco relevante porque los religiosos crecerán mucho más por demografía.

En realidad, la gran jugada, y el gran enigma, se da en China y toda la zona del Pacífico Asiático. En China viven 6 de cada 10 humanos que se declaran no religiosos. Incluso si China se mantiene tan políticamente hostil a las religiones como es hoy y si aceptamos sus censos de población religiosa (que rebajan probablemente la realidad) la región pasará de 858 millones de irreligiosos en 2010 a 838 millones en 2050.

Pero el informe admite (aunque no puede cuantificar) que hay estudios (como el de Fenggang Yang de 2015) que detectan una gran cantidad de población china que está dejando de declararse “sin religión” y se declara budista, taoísta o se convierte al cristianismo. La cifra que se da de religiosidad para el Pacífico Asíatico podría quedarse muy corta.

 
El estudio calcula sus cifras a partir de los datos actuales, pero una decisión política podría cambiarlo todo.

Por ejemplo, las autoridades chinas podrían decidir que el país necesita una ética fuerte contra la corrupción y el materialismo, y que debe venir del taoísmo, el budismo, el confucionismo o, en un “giro constantiniano”, del cristianismo. Podrían fomentar la religión y cambiarlo todo radicalmente, como ya sucedió con Constantino en el Imperio Romano.


Por el contrario, el número de personas irreligiosas va a crecer en regiones muy concretas, perjudicando sobre todo al cristianismo. En África subsahariana, los no religiosos pasarán de 26 a 50 millones, y en América Latina pasarán de 45 a 65 millones. Pese a eso, las iglesias podrían estar llenísimas, simplemente por la abundante natalidad.

El Islam será la religión que más se beneficiará de estas tendencias demográficas. El estudio no cree que vaya a haber un crecimiento de la irreligiosidad en los países musulmanes, mientras que sí va a crecer en los países de tradición cristiana. Para 2050, por lo tanto, los musulmanes podrían ser casi tantos como los cristianos en el mundo.

En 2050 habría 2.760 millones de musulmanes en el mundo (eran 1.600 millones en 2010), mientras que el número de cristianos sería de 2.920 millones (2.170 millones en 2010). Los cristianos serían entonces el 31.4% de la población mundial mientras que los musulmanes constituirían el 29.7%.


Habrá quien considere que el crecimiento económico implica menos religiosidad en una nación, y señale que así ha sido en Europa. Pero los sociólogos apuntan que en la India, un país con décadas de democracia y crecimiento económico y tecnológico, no se ha reducido la religiosidad de la población, y tampoco las mejoras económicas reducen la religiosidad en países musulmanes.

El caso de China, que es decisivo, no resulta fácil de medir por la falta de datos fiables.

En cualquier caso, muchos millones de personas hoy “sin religión” adquirirán una en los próximos 35 años, sobre todo en Asia Pacífico. El cristianismo, diminuto en esa región (con la única excepción de las católica Filipinas) tendrá que competir en ese nicho con el Islam (mayoritario en la pobladísima Indonesia), el budismo y las tradiciones taoístas, sintoístas y budistas.