Entre las cientos de glorias que tiene nuestra Archidiócesis de Toledo una de ellas es que las tres primeras fundaciones de las Marías de los Sagrarios estuvieron a cargo de sacerdotes que después alcanzaron la palma del martirio en 1936. Su fundador fue san Manuel González [sobre estas líneas una imagen de noviembre de 1915 en la revista gaditana España y América]. En 2015 tuve ocasión de publicar SAGRARIO, CUSTODIA y PALMA. La historia de Las Marías de los Sagrarios en la Archidiócesis de Toledo.

Las parroquias toledanas de Arisgotas (El Castellano, 12 de noviembre de 1910) y Ventas con Peña Aguilera (El Castellano, 18 de agosto de 1912), fueron las pioneras en establecer en dichas localidades a las Marías, de la mano del siervo de Dios Benito López de las Hazas. El sacerdote más anciano de la Archidiócesis que alcanzó la palma del martirio en 1936.

En 1912 el siervo de Dios Pascual Martín de Mora fundó las Marías en la ciudad Imperial.

En 1913, también López de las Hazas, las funda en Orgaz. Del grupo de las primeras Marías de la parroquia de Orgaz cinco murieron mártires en la persecución religiosa: Balbina Ruiz-Tapiador y Guadalupe, presidenta de este centro; su madre, Francisca Guadalupe, primera María del Sagrario de Manzaneque; María Juana Ruiz-Tapiador, Concepción Ruiz-Tapiador y Francisca Roldán.

Finalmente, en 1915, se fundó el centro de Marías de Talavera de la Reina que es el único en la archidiócesis que conserva su Libro de Actas desde sus inicios. Por él sabemos esta preciosa información de la fundación de la Obra de las Tres Marías y Sagrarios Abandonados: Dice textualmente:

“El 4 de noviembre de 1915 se celebra Junta general en la sacristía de Santa Leocadia (hoy templo de San Francisco) para fundar la Congregación de la Obra de las Tres Marías y Sagrarios Abandonados, presidiendo este acto el muy digno Sr. Arcipreste de esta Ciudad, don Saturnino Ortega, director de esta Obra”.

6 DE ENERO: FIESTA ANUAL DESDE HACE 107 AÑOS

A vuelta de página y, con fecha de 17 de diciembre de 1915, puede leerse que la inauguración de la Obra se celebrará en la iglesia de Santa María la Mayor, el 6 de enero de 1916.

Una noticia de El Castellano del 7 de julio de 1916, nos confirma la fidelidad con la que las Marías talaveranas han CONSERVADO HASTA EL DÍA DE HOY la fecha del 6 de enero, solemnidad de la Epifanía, para seguir teniendo ese día como celebración anual de la apertura del centro talaverano. [Bajo estas líneas, el beato Saturnino Ortega junto al Sagrario].

JUEVES  EUCARÍSTICOS. Su propagación en el Arzobispado.

Talavera de la Reina. – En las obras de Dios no se ha de medir el mérito por el fruto que produzcan en las almas, sino por la rectitud de intención con que se emprendan, y por la suma de sacrificios que para llevarlas a cabo se interpongan.

En este caso, entendemos que no es pequeño el que corresponde al clero de Talavera, especialmente a los párrocos, de Santa María, Sr. Montealegre (beato Saturnino Ortega Montealegre), y de Santiago, Sr. Plaza; pues para establecer los Jueves Eucarísticos han tenido que luchar con elementos poco favorables a la obra.

Por fortuna, merced al celo interpuesto por dichos señores, hace algún tiempo va fomentándose allí la frecuencia de sacramentos, y bien puede asegurarse que no bajan hoy de 200 personas las que se acercan a comulgar diariamente: haciéndolo otras, no pocas, semanalmente.

Hay también allí establecida la hermosa obra de las Marías, y éstas, como en todas partes, se aprestan a fomentar esta obra de los Jueves, como obsequio a Jesús Sacramentado.

Parroquia de Santa María. – En esta parroquia se establecieron los Jueves, por vía de ensayo, el 6 de enero del año actual (1916) y recibieron su aprobación oficial, en mayo próximo pasado. Tiene cinco coros de señoras y dos de niñas, y con el fin de reanimar esta devoción en los distintos barrios, cada jueves, tienen la comunión y la Hora Santa en una iglesia. Hay también retiro mensual juntamente con las Marías.

Años después, podemos corroborar el tema de la conmemoración del 6 de enero, con lo narrado por el cronista de El Castellano, del 8 de enero de 1925 y 1927.

Allí podemos leer: