El otro día estuve oyendo a unos jóvenes hablar. Jóvenes buenos y cristianos. Nada que objetar, pero se me ocurrieron varias reflexiones sobre la fe que les hemos transmitido los que peinamos canas o nos las teñimos para estar más guapos, y me hizo recordar también las cosas que me dijeron en el colegio sobre la fe y como lo vivo ahora desde mi experiencia muchos años después.

Pongo por delante que estoy muy agradecida a todos los que me transmitieron la fe, y que en estos errores me incluyo a mi misma como persona no tan joven y por lo tanto tambien transmisora de la fe a la juventud. Que no se me ofendan con lo de que los juzgo, no los juzgo, ni a ellos ni a los jóvenes, simplemente comparo, saco conclusiones… en definitiva pienso, porque como dijo Chesterton “al entrar en la iglesia se nos pide que nos quitemos el sombrero, no la cabeza” y parece que en esta época de corrección política toda reflexión es juzgar y cualquier pensamiento critico debe ser erradicado. 

Como siempre no quiero despedirme sin esperanza. Hay jóvenes cristianos, hay jóvenes dispuesto a dar testimonio de Cristo, hay futuro en la Iglesia, pero ayudémosles a profundizar en su fe para que el demonio no robe esta semilla.