Dando como da origen a toda una era, el nacimiento de Jesús debería de haber ocurrido el primer año de la misma. La pregunta es: ¿nace efectivamente Jesús en el año uno de su era? Para la obtención del año que da comienzo a la era cristiana, son fundamentales dos datos que aporta, como no, el evangelista Lucas, referidos los dos al bautismo de Jesús. Según San Lucas, tal bautismo tiene lugar el año 15 del imperio de Tiberio César, y también según él, Jesús tenía “unos treinta años” (Lc. 3, 23) cuando ello ocurre. Como el año 15 del imperio de Tiberio sería el 782 de Roma, si a ello se restan los veintinueve cumplidos de Jesús, da el 753 de la fundación de Roma, convertido en año cero de nuestra era. Tales cálculos se deben a Dionisio el Exiguo, monje rumano del s. VI, el cual sin embargo, hace honor a la exigüedad de su apellido atribuyendo a Jesús treinta años donde Lucas sólo dice “unos treinta”, lo que conduce a un fatal error que condicionará la datación de la Historia para siempre.

 

            Y es que la combinación de los datos que aportan los evangelios, y los que conocemos por otras fuentes históricas, desautorizan los exiguos cálculos del Exiguo. A este respecto, valga decir que los evangelios -Mateo y Lucas, que ni Marcos ni Juan aportan nada en lo relativo al tema-, proporcionan tres datos determinantes, que no debemos dejar de considerar; un cuarto dato del que por más que se quiera, no se puede extraer ninguna información; y un quinto que, directamente, induce a la confusión. A todos ellos nos vamos a referir.

 

            El primer dato a considerar es que Jesús nace en tiempos de Herodes el Grande. Lo cual sabemos por Lucas, -“hubo en los días de Herodes...” (Lc. 1, 5)- y por Mateo, quien nos informa que Jesús nació “en tiempos del Rey Herodes” (Mt. 2, 1). Rey este Herodes, que por el historiador judío Flavio Josefo, sabemos que murió en el año 4 a.C. Por saber, hasta sabemos que su muerte vino precedida de un eclipse lunar que los astrónomos fechan el 12 de marzo de ese mismo año. A tenor de este dato, Jesús no pudo nacer, pues, después del año 4 antes de su propia era.

 

            El segundo dato a considerar lo aporta igualmente Lucas, quien nos dice que José hubo de dirigirse a Belén para censarse en cumplimiento “del edicto del César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo” (Lc. 2, 1), censo que por una inscripción en Ankara podemos datar en el año 8 a.C.. A tenor de este otro dato, Jesús no pudo nacer antes del año 8 a.C..

 

            El tercer dato a considerar lo vuelve a aportar Mateo, y está relacionado con la visita que los magos de Oriente rinden a Herodes, informándole del nacimiento del rey de los judíos con el que identifican a Jesús (Mt. 2, 2). Ello desencadena la intriga del monarca idumeo, que interroga a los magos sobre la fecha de su nacimiento, obteniendo de ellos la información de que el mismo ha debido de ocurrir dos años antes del momento en el que está teniendo lugar la visita (Mt. 2, 16).

 

            Puestos los tres datos en consonancia, Jesús debió de nacer entre el año -8 en el que Augusto emite el edicto del censo, y el -4 en el que muere Herodes. Y puesto que Jesús tiene dos años o menos cuando Herodes se entera de su nacimiento, eso permite acotar aún más la fecha y fijarla entre los años 5 y 6 antes de su propia era.

 

            El dato del que por más que queramos no podemos obtener mayor información, es el que se refiere a la misteriosa estrella que siguen los magos de oriente (Mt. 2, 2), que según con qué se identifique, una nova, una conjunción de Júpiter y Saturno, un aparejamiento de Júpiter y la Luna en piscis, el cometa Halley y tantas otras posibilidades, ofrecería diferentes conclusiones, por lo que no vamos a entrar a considerar ninguna de ellas.

 

            Y el quinto dato que induce a confusión, es el que aporta el evangelista Lucas cuando informa que “este primer empadronamiento tuvo lugar siendo siendo gobernador de Siria Quirino [o Cirino] (Lc. 2, 2), siendo así que todo parece apuntar a que en las fechas que barruntamos, el gobernador de Siria era Sentio Saturnino -en tal sentido se pronuncia entre otras fuentes el cristiano Tertuliano- y el Quirino que cita Lucas era, en realidad, gobernador de Panfilia-Galacia. Si bien es cierto, según sabemos entre otras fuentes por el historiador judío Flavio Josefo, que Quirino terminó siendo gobernador de Siria, ello sólo ocurrió en el año 6 d.C. y hasta el año 12 d.C., coincidiendo justamente con la deposición del Rey Arquelao de Judea y la incorporación por los romanos de esta región a la demarcación siria.

 

            ¿Qué explicación cabe dar, según todo lo expuesto, al error de Lucas, un hombre generalmente bien informado y que presume de riguroso en el trato de la información que maneja? En primer lugar, que el historiador-evangelista hubiera, simplemente, incurrido en un error, un error justificable desde el punto y hora en que Quirino sí fue gobernador de Siria y Judea, -aunque no lo fuera cuando Jesús parece nacer-, y desde el momento en que su período de gobierno justamente fue notorio por las dramáticas consecuencias que para los judíos tuvo un censo, el cual podría haber confundido Lucas con el que condujo a José y a su familia a Belén. Una segunda explicación deja al evangelista Lucas en mejor lugar, y es que según una inscripción latina de interpretación dudosa descubierta en 1764, el llamado Titulus Tiburtinus, Quirino podría haber sido gobernador de la provincia siria, o al menos acompañar al que fuera titular de la gobernatura en cuestión, en otro período diferente al ya explicitado. Lo cierto es que si algún día se obtuvieran más datos históricos orientados en esa dirección, a lo mejor era incluso posible acotar mejor la fecha del nacimiento de Jesús. Por el momento, y mientras ello no ocurra, la explicación que se antoja más plausible es una tercera, aquélla que propone una traducción diferente al texto de Lucas, bastante solvente al parecer de muchos autores, según la cual, lo que Lucas realmente habría escrito en el pasaje en cuestión es lo siguiente:

 

            “Este empadronamiento [el que lleva a José a Belén] fue primero [anterior] al que tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino” (Lc. 2, 2).



 

 
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