El gran tenista ruso Medvedev, que nos regaló una de las finales de Grand Slam más épicas que se recuerda, la que disputó con Nadal en la última edición del Open de Australia, no podrá participar en Wimbledon.¿Razón? Ser ruso. Rusia ha invadido Ucrania, luego Medvedev no puede jugar Wimbledon… Aristóteles no lo habría expresado mejor, pura lógica aristotélica.

             No me parece bien. Para empezar todavía no se conoce el boicot de tipo deportivo que se haya mostrado ni justo ni eficaz para poner fin a un conflicto. Incluso otro tipo de boicots más drásticos han demostrado escasa eficacia. Que se lo digan al Partido Comunista Cubano, que cuenta sus años en el poder, -bastante más de medio siglo ya-, por los que tiene el boicot económico que le impuso en la noche de los tiempos Estados Unidos.

             Pero sobre todo, es injusto. Es injusto para el deportista, cuya vida profesional como tal deportista es muy corta, ha trabajado denodadamente para poder competir al máximo nivel, y no tiene ni culpa ni responsabilidad por los actos de otras personas con las que, en principio, no tiene nada que ver, salvo en este caso, compartir nacionalidad.

             La responsabilidad es y debe ser siempre individual, no familiar, grupal, colectiva o nacional. Esta es precisamente una de las grandes aportaciones del pensamiento cristiano a la convivencia humana. Ya lo dijo San Pablo, uno de los pioneros de la libertad individual cristiana:

             Por la dureza y la impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, quien dará a cada cual según sus obras: a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia: ira y cólera”. (Ro. 2, 5-8)

             Y antes que él, y con mayor claridad todavía, el profeta Ezequiel, en un libro que forma parte también del canon cristiano:

             “El que peque es quien morirá; el hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo: al justo se le imputará su justicia y al malvado su maldad.” (Ez. 18, 20).

             Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

            ©L.A.