Gerardo González, periodista, amigo, escribió un poema titulado «Elogio del gorrión».
 
«Un pájaro muerto es poca cosa..., / pero grita en su ala el universo. / Sobrevoló los campos / ebrio de libertad / y abrevó en los regatos. / Supo cantar y columpiarse... / Todo lo hizo bien / sin más deseo que remontar el aire...
»No almacenó gusanos. / Se limitó a saciarse / lo justo cada día. / No ambicionó las rocas / ni ver como el halcón. / Le bastó con ser pájaro.»
 
Marco Aurelio escribía en el siglo II: «Acuérdate, también, de esto siempre: para vivir felizmente basta con muy poco
 
Los padres del desierto, años 300-400, y los maestros espirituales, desde siempre, han manifestado: Hay que poner la felicidad:
En valores «con sentido».
En inversiones «trascendentes» («ascende»: que suban) que trasciendan, traspasen, lo meramente material, lo humano, lo que se ve y se palpa, más allá de los sentidos.

Dar valor -sin pretensiones de grandeza- a las pequeñas dichas, a los detalles insignificantes, a las pequeñas cosas que nos ocurren, los lugares que pisamos y las personas que tratamos todos los días.

Sí, como el gorrión al que le bastó, para ser feliz, con ser pájaro y volar.





Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.