1.  Siempre que una persona venga a usted o usted se dirija a ella, hágalo con educación, amablemente. Dará confianza.

2.  Intente sonreír. Los entendidos dicen que para fruncir el ceño son necesarios 72 músculos. Para sonreír, tan sólo 14. Una sonrisa rompe barreras y ayuda para un trato mejor.

3.  Evite el distanciamiento, la frialdad. Ofrezca benevolencia, cordialidad, amistad. Un buen o mal trato es difícil de olvidar.

4.  Escuche al otro y ponga el máximo interés. De hacerlo así puede que llegue un día a sentir simpatía por todo el mundo.

5.  No nos olvidemos de pronunciar el nombre de nuestro interlocutor/a. A todos gusta oír el sonido agradable y familiar de nuestro nombre.

6.  Transmita la sensación agradable de que todo cuanto hace es por gusto, por puro placer, ya que cumple la voluntad de Dios.

7.  No sea avaro en ofrecer un elogio merecido. Pero en caso de crítica, de corrección, sea comedido en sus palabras.

8.  Respete siempre a las personas. Las ideas y las opiniones pueden ser muchas y contrapuestas: la suya, la mía, la de los otros, la falsa, la correcta, la verdadera.

9.  Intente ser útil. Procure solucionar problemas. Pónganse al lado de quienes sufren y esperan algo de usted.

10.  El valor de su vida crecerá, aquí y -lo más importante- en la vida eterna, en la medida en que haya atendido y hecho el bien a los demás.







Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.