Unos jóvenes se presentaron para ser admitidos ante unos monjes que habitaban en el desierto de la Tebaida.
     Los monjes les propusieron, como primer acto, que fueran al cementerio e insultaran durante toda la mañana a los muertos. Así lo hicieron. A la hora de comer, los monjes les preguntaron:
     «¿Alguien os ha respondido?»
     «No», dijeron los jóvenes.
     Después les propusieron que «durante toda la tarde fueran a alabar a los muertos.»
     De noche, al ser preguntados si alguien les había respondido en bien o en mal, ellos contestaron:
     «No. Todo ha permanecido en silencio.»
     Entonces, los monjes concluyeron:
     «Cuando los hombres:
     - os alaben, o bien os insulten;
     - os ensalcen u os humillen y calumnien;
     - os digan toda clase de cumplidos o de mentiras y maldades contra vosotros, actuaréis, os comportaréis como los muertos del cementerio.
     Ésta es la primera lección que debéis aprender: «Ser insensibles tanto a la alabanza como al insulto
 
     «No dependa tu paz de los dichos de los hombres, que, ora piensen bien, ora mal, no por ello serás diferente del que eres. El que no desea contentar a los hombres, ni teme desagradarles, gozará de mucha paz», escribió Tomás de Kempis.





Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.