Hans Bergen era de una fealdad grotesca. Vivió solo toda su vida en la villa holandesa de Ide. Sus conciudadanos le rehuían o bien se burlaban de él. Nunca hicieron nada por asistirle o ayudarle.

Después de muerto descubrieron que había dejado la suma de 40.000 dólares. Nadie podía imaginar que hiciera heredera a Ana Martin, una joven que jamás había hablado con Hans, ni él con ella. El testamento del anciano Hans, decía:

     «Todos vosotros me mirabais y me huíais como a un bicho raro o me despreciabais y os reíais de mi fealdad, cuando iba por la calle. Pero Ana Martin, las veces que me crucé con ella, siempre me dirigió una sonrisa. Las únicas sonrisas que he recibido en mi vida han sido las de ella.»

 

- Sonreír: es una pequeña contribución a distensionar y a ofrecer un ápice de buena voluntad.

- Sonreír: a quien sufre o es despreciado, o menostenido... indica un corazón sensible y bondadoso.

- Sonreír: puede ser una forma de poner unas gotas de ternura y de comprensión en la copa del bienestar del otro y de aumentar al mismo tiempo el bienestar propio.

- Sonreír: puede alegrar el corazón, conservar el buen humor, calmar los nervios...

 

Los monjes trapenses tienen como lema: «Siempre a Jesús por María, con una sonrisa






Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.