El 3 de mayo de 2020 se cumplen 125 años desde la fundación del Apostolado de la Cruz ese mismo día, pero de 1895, por iniciativa de la beata Concepción Cabrera de Armida (1862-1937) en México. La obra fue aprobada por el papa León XIII el 25 de mayo de 1898, contando con el apoyo incondicional de Mons. Ramón Ibarra y González, obispo de Chilapa y luego 1er arzobispo de Puebla (México). De acuerdo con sus estatutos (cf. 1-6) se trata de “Una asociación de cristianos/as que, al impulso del Espíritu Santo, siguen a Jesucristo sacerdote y víctima …”[1]. Lo anterior, en el contexto de la Iglesia y en medio de los retos actuales.  

Ahora bien, ¿quiénes pueden formar parte del Apostolado de la Cruz? Cualquier bautizado, pues se trata de una obra abierta a los diferentes estilos de vida que existen en la Iglesia, lo cual, tiene un significado especial, pues deja claro que la fe, con el acento de la Espiritualidad de la Cruz, está al alcance de todos.

 ¿A qué se dedican los miembros del Apostolado de la Cruz? tienen tres tareas específicas que viven en diferentes contextos culturales:

  1. Pedir y trabajar en favor de los sacerdotes:

En una época en la que la figura del sacerdote ha pasado por momentos complicados derivados del tema de los abusos y de otras situaciones preocupantes que han dado paso a todo un necesario proceso de prevención y justicia hacia las víctimas, resulta del todo actual una obra que centre sus esfuerzos humanos, espirituales y materiales en favor de los sacerdotes para que sean lo que les toca ser. Desde acompañar a los ancianos que se encuentran en las residencias sacerdotales hasta apoyar a los que están estudiando. Para la beata Concepción Cabrera de Armida la dimensión sacerdotal tiene un punto medular como puente entre Dios y la realidad de cada momento o periodo de la historia de la humanidad. Por eso, el Apostolado de la Cruz aboga por una formación adecuada en los seminarios y a lo largo de la vida sacerdotal.

Una de las últimas fotografías de la beata Concepción Cabrera. 

  1. Ofrecer el día a día:

Además de las reuniones de formación y de los diferentes apostolados que realizan en varios países, los miembros del Apostolado de la Cruz ofrecen a Dios lo que viven día a día en favor del mundo; especialmente, al momento de recibir la comunión y ofrecerla por los sacerdotes. Es decir, se mantienen vinculados con Jesús Sacerdote y Víctima. Esto significa darle un sentido trascendente a lo concreto de la vida. Por ejemplo, la familia, el trabajo, los amigos, etcétera. Poner en las manos del Padre el contenido del camino recorrido, tanto en el caso de los buenos momentos como en el de las situaciones difíciles.

Venerable Siervo de Dios Mons. Ramón Ibarra y González. 

  1. Volver accesible la santidad:

Quizá el punto más complejo e interesante del Apostolado de la Cruz es su esfuerzo por volver accesible la santidad. ¿Qué quiere decir eso? Transmitir, a través de la coherencia de los miembros, la convicción de que ser santo no significa rareza, excentricidad, cerrazón o una espiritualidad abstracta, desconectada de lo que sucede en las calles, sino todo lo contrario. Un camino desde la naturalidad de la vida, con profundidad, formación y apertura al Espíritu Santo, así como a la necesidad de promover la construcción de un mundo más justo desde lo que se tiene al alcance.

Conclusión:

Cumplir 125 años implica tres cosas. Primero, agradecer a Dios el origen del Apostolado de la Cruz a partir de la vida y obra de la beata Concepción Cabrera de Armida. Segundo, seguir adelante con la misión, buscando nuevos caminos para ejercer la tarea encomendada en medio de un mundo cambiante, digital y necesitado de una espiritualidad profunda, como la de la Cruz del Apostolado. Y tercero, pedirle a Dios su ayuda para los nuevos capítulos en la historia que están comenzando a escribir luego de más de un siglo de camino en México y otros países, porque la obra no debe conocer fronteras. Tiene un tinte universal.

[1]Créditos: http://www.apcross.org/mision.htm. Consultado el 26/04/20.