En La escopeta nacional Saza se declara apolítico y de derechas, como su padre. En la vida real Felipe VI, sin decirlo, se declara apolítico y de izquierdas, como su señora. No sé si doña Letizia vota o no lo mismo que el abuelo Vítor, pero parece que a quien quiere conocer es a Pablo Iglesias y no a Sáenz de Inestrillas. Sea o no por influencia de su chica, lo cierto es que en el discurso de Nochebuena del Rey sobraron consignas de asamblea y faltaron primeros planos del Belén. En descargo del realizador hay que decir que el Nacimiento era difícil de enfocar de tan minúsculo. En esa cuna a duras pena cabria un sietemesino. 
La bandera tampoco chupó mucha cámara. Y eso es preocupante porque el azar no juega ningún papel en palacio. En Zarzuela no improvisa ni quien va al baño causa de un apretón. Es posible que la decisión de Felipe VI de ocultar la principal seña de identidad de la nación tenga como objetivo marcar distancias con don Juan Carlos, pero en realidad las marca con España. Lo que explica las críticas de los monárquicos. Además, no ha conseguido que los republicanos hagan cola en la escuela de protocolo. Ni lo harán nunca por mucho que este hombre crea que saltarse el protocolo es dar vivas a Cromwell.